viernes, 14 de marzo de 2025

Tormenta e ímpetu (4)

                                

Pues seguimos con Fráncfort. Comentábamos en la primera entrega de la serie que había tres proyectos arquitectónicos de especial trascendencia en la ciudad desde un punto histórico, social o cultural. Vamos hoy a darles una vuelta si te parece. Las fotos son del Museo del Romanticismo alemán, te cuento al final. 

Empezamos con el Neues Frankfurt de Ernst May, el proyecto de renovación urbanística que incorporaba mejoras en casas sociales siguiendo los principios del Movimiento Moderno. Ya hablamos en la pasada entrada de su importancia, valorada incluso por Wilson, que mira que es crítico con la modernidad, especialmente con Le Corbusier por su dogmatismo mesiánico expresado en la famosa fórmula architecture ou révolution y que puede verse en el "plan de batalla" del congreso de La Sarraz. Y sin embargo a lo mejor hace falta algo de esa actitud para hacer que las cosas se muevan en la dirección correcta. Hoy, cuando cierta arquitectura (pero la más visible), parece un concierto disonante de monologuistas excelsos y el individualismo campa por sus fueros alineado con una sociedad y una política que tienen como mantra la libertad total (que encubre un egoísmo galopante), uno se pregunta si para el tema de la vivienda, tan crucial en estos momentos, no habría que retomar con mano firme algunos de aquellos ajados principios. Y sin embargo sería injusto no apreciar la labor que un buen puñado de estudios están realizando con un trabajo sereno, callado y desde luego más democrático que el de los modernos. Muchos de ellos son de estudios ubicados en Cataluña. A pesar del "modelo" Barcelona de gentrificación salvaje (o precisamente por ello) llama la atención la cantidad de arquitectos catalanes que están planteando una vivienda social de gran calidad e innovación (será también por la sumisión a la realidad que Moneo ya en 1969 daba como rasgo diferenciador de la "Escuela de Barcelona"). Te pongo dos ejemplos y ya. No hace mucho hablábamos de Peris+Toral, el estudio que el RIBA premió por sus planteamientos en un bloque de viviendas en Cornellà (observa cómo se vive en él) donde, reflejando las nuevas tipologías de familia, se elimina el pasillo, se da a todas las habitaciones las mismas dimensiones e importancia (se acabó lo de la master bedroom) y la cocina se convierte en el centro de la vivienda; la cocina de Fráncfort "moderna" que mencionábamos supuso un avance innegable en cuanto a higiene y organización pero al estar escindida del resto del apartamento segregaba la labor que en ella se realizaba y condenaba a la mujer, que en aquellos tiempos era la encargada por defecto de estas tareas, a una cierta reclusión e invisibilidad (difícil valorar un trabajo que no se ve). Por otro lado, el recién creado Premio Europeo de la Vivienda Colectiva, que recabó más de 170 propuestas llegadas de 19 países europeos dio como vencedor al estudio catalán Lacol por La Borda, un proyecto de vivienda cooperativa en Barcelona que va más allá del diseño de un espacio íntimo digno, como señala el jurado presidido por la Pritzker Anne Lacaton (el de la arquitecta francesa fue uno de los primeros estudios junto con el de Alejandro Aravena en centrar su esfuerzo en mejorar la vivienda social): "La ambición va más allá de la escala del edificio ya que es parte de un proceso de regeneración de abajo hacia arriba de todo el vecindario. El concepto de vivienda aporta un nuevo planeamiento de vida y convivencia. Se trata de una conjugación exitosa de individuos, vida común y compromiso público". Los espacios públicos en el edificio son tan importantes como los privados y se busca crear un vecindario que comparta tareas y responsabilidades mitigando de paso nuestra pandemia oculta: la soledad. Es lo que Josep Maria Montaner y Zaida Muxí, en un número de Arquitectura Viva dedicado precisamente a Lacol, llaman la cultura de lo común. Puede echar un poco para atrás, la desconfianza hacia el otro nos lastra, a veces con razón, pero como dice Josep Maria Miró, autor de la obra Nerium Park ahora mismo en cartel en Matadero Madrid en la que una pareja queda muy tocada por culpa de la vivienda aislada que han adquirido, "vivir es un acto político y las arquitecturas urbanas son estructuras que nos imponen modelos de vida, generan ideología, formas de pensamiento, de producción y consumo". Ahí tenemos también la serie noruega Arkitekten, que plantea una solución extrema al problema de la vivienda en plan distópico surrealista. 

Volvamos a Fráncfort y a Ernst May con tu permiso. Cambiamos la escala y el tono comentándote una cuestión muy anecdótica (en nuestra línea) pero que nos parece significativa para comprender ese gran proyecto de renovación integral que quería ser el Nuevo Fráncfort. En el HMF, siempre atento a las pequeñas pero jugosas historias dentro de la Historia, se muestran los diseños de membretes oficiales, logos y el escudo de armas que May intentó imponer en el ayuntamiento de la ciudad. Se trata de una versión "moderna" del águila emblema de la ciudad diseñada por Hans Leistikow según los postulados de la Neue Sachlichkeit (Nueva Objetividad), movimiento que reaccionaba con ímpetu contra el expresionismo, siempre tan caro a los alemanes. El debate subsiguiente fue entre épico y cómico. Corrieron ríos de tinta en los que los tradicionalistas atacaban a la pobre águila abstracta con saña simpar llamándola "abejorro municipal", "gorrión desplumado" o "libélula marchita". Finalmente los responsables municipales no se atrevieron a cambiar el escudo de armas original aunque como se habían fabricado sellos y tampones con el nuevo diseño, el abejorro estuvo presente durante un tiempo en membretes oficiales. Ni que decir tiene que los nazis eliminaron rápido el controvertido logo. La diatriba puede recordar al renovado símbolo del Bundestag, de nuevo suavizada águila, propuesto por Foster al tiempo que reconstruía el Reichstag berlinés. Fue la amable ave tachada en su momento de gallina gorda aunque en este caso el diseño fue finalmente aceptado. Pero tal y como está el patio igual habría que mandar a la gallina al gimnasio. 

Pasemos ya al segundo de los proyectos de calado que te comentaba. Es la casa natal de Goethe, una bellísima mansión construida en 1618 por el orfebre (?) flamenco Matthis van Hinsberg donde en 1749 nacería la más importante personalidad de las letras alemanas, precursor del Romanticismo con el movimiento Sturm und Drang ("Tormenta e ímpetu"). La visita es obligada también desde un punto de vista estrictamente arquitectónico por su magnífico estado de conservación, pensaba yo, y es que solo después descubriría con gran pasmo que la casa es una reconstrucción. Tres veces fue dañada en otros tantos ataques aliados, quedando derruida en el bombardeo más letal, el de marzo de 1944 del que ya hablamos. La reconstrucción es tan perfecta y detallista que es difícil (para un no-arquitecto) descubrir que es una réplica exacta, vamos, algo así como el Pabellón de Barcelona de Mies. Te cuento si quieres brevemente el relato de dicha reconstrucción que, una vez más, trajo cola. El héroe de nuestra narrativa se llama Ernst Beutler, director del museo Goethe desde 1925, profesor de la universidad de Fráncfort (puesto que perdió en 1937 por estar casado con una judía) y gran impulsor de la reconstrucción que nos ocupa. Gracias a él se conservan el mobiliario original y los objetos de la casa (entre ellos el escritorio en el que Goethe compuso Las penas del joven Werther), que fueron trasladados a lugares más seguros por miedo a los bombardeos; por esa misma razón encargó detallados dibujos del interior y exterior de la casa que permitieran, como así fue, su reconstrucción fidedigna. Ya en el mismo 1944 Beutler comenzó a trabajar en la rehabilitación, de la que se ocuparía Fritz Josseaux, buen conocedor de la casa (fue uno de los que con más esmero había hecho dibujos detallados del inmueble y sus estancias). Beutler se dedicó a buscar fondos que pronto llegarían de todas las partes del país y tras la guerra también del extranjero, notablemente de Estados Unidos, pero pronto tuvo que enfrentar la que sería cuestión más espinosa: cómo debería realizarse la rehabilitación. La reconstrucción exacta, filológica que se dice ahora, no era ni mucho menos la preferida entre un sector importante de la intelligentsia local, que prefería una recreación más libre y moderna. Los principales valedores de tal propuesta fueron altos cargos municipales (entre ellos Eugen Blanck, del antiguo equipo de Ernst May, quien para entonces se hallaba en Tanzania; nos preguntamos qué habría pasado finalmente si se hubiera quedado en Fráncfort), los cuales organizaron una encuesta entre arquitectos e historiadores en la que vencería con claridad la postura más moderna. El debate en prensa, una vez más, fue potente y tuvo sus momentos álgidos, como la publicación del artículo Mut zum Abschied ("El coraje para decir adiós"), escrito por el influyente periodista Walter Dirks, católico de izquierdas que trabajaría con Romano Guarini y Theodor Adorno. Dirks abogaba por una "reconstrucción creativa" y "una valiente combinación de formas contemporáneas con formas históricas". En la misma línea se expresaba el arquitecto Hermann Mäckler (quédate con este apellido), quien consideraba imposible una reconstrucción exacta. Otros 38 simpatizantes, entre ellos arquitectos como Tessenow o diseñadores como Lilly Reich, apoyaron la idea firmando una proclama a favor (entre ellos también estaba, claro, Hans Leistikow, el del "abejorro municipal"). Pero en estas Beutler, que hasta ahora se había puesto más bien de perfil, empezó a moverse a favor de su opción favorita: la reconstrucción filológica. Envió cartas a personalidades de todos los ámbitos culturales (Hermann Hesse entre otros), científicos (como Max Planck) y políticos (Kurt Schumacher, presidente del SPD) pidiendo su apoyo y consiguiéndolo a menudo, lo cual demuestra la cintura del director del museo Goethe. La balanza se decantaría al cabo por su visión gracias probablemente al apoyo decisivo del alcalde de la ciudad, Walter Kolb (sí, el del martillo neumático), político con gran tirón popular. En un principio neutral, finalmente se inclinaría por la réplica al pie de la letra a pesar de ser como decíamos nada proclive a nostalgias pasadas; seguramente entendió con buen criterio que la Goethehaus era un caso único que merecía un trato especial. Sea como fuere en 1947 se decidía oficialmente llevar a cabo la opción defendida por Beutler en una resolución que se vio como una victoria de la "cultura cívica" frente a la administración municipal, y de los poetas frente a los arquitectos ("los poetas han triunfado" decía con júbilo indisimulado el crítico y ensayista suizo Max Rychner). El 5 de julio del mismo 1947 se ponía la primera piedra con la presencia de André Gide y en 1951 se abriría al público. Más información e interesantes fotos del proceso aquí

Abusando aún más de tu paciencia te contaré ya telegráficamente, te lo prometo, que justo al lado de la casa en 2021 se erigió el Museo del Romanticismo alemán, que alega ser el primer museo del mundo dedicado a esta época (recordemos que Madrid también tiene uno) y es prácticamente un anexo de la Goethehaus, la entrada es de hecho conjunta. Como te decía todas las fotos que te incluyo hoy son de este museo. Junto a este espacio, diseñado por Cristoph Mäckler (hijo de Hermann Mäckler, uno de los arquitectos que se opusieron con más brío a la reconstrucción filológica de la casa Goethe), el proyecto incluía también un complejo residencial urbano en torno a un patio y los recoletos jardines de la casa en este caso a cargo del estudio Landes & Partner Architekten. La visita al museo merecería totalmente la pena por sí solo y no solo por el magnífico contenido sino también por un excelente continente, un edificio de una posmodernidad suave, artesanal, traviesa (esa fachada simulando tres edificios diferentes), que parece referirse a un cierto pasado imaginado pero sin dejar de ser actual (nos recuerda al HMF en su presencia como de cuento infantil), romántico en su frecuente alusión a los sentidos con una intensa presencia del color y las ricas texturas y que incorpora como sorpresa la Himmelstreppe (escalera al cielo) de gran encanto salvo para el exhausto turista. Si puedo dar mi opinión de aficionado, me pareció lo más interesante de la ciudad desde el punto de vista arquitectónico junto al HMF. Termino. Oye, hablando del Romanticismo, ¿es un movimiento demodé con la que está cayendo? Responde Óscar Miguel Ares, el arquitecto de la España vacía: "Existen muchas convergencias entre el ayer y este fragmento de tiempo presente al que me refiero. La exaltación de los sentimientos y la subjetividad romántica concuerdan con la actual idea del reconocimiento individual, donde impera lo emocional; también con el propósito de muchos arquitectos de buscar efectos sensitivos convirtiendo la materia en el elemento principal del proyecto. La exaltación de lo artesanal frente a la producción industrial es una reacción de rebeldía frente a un mundo hipertecnificado; lo "hecho a mano" se entiende como un valor refugio para una sociedad agotada. La nostalgia por el pasado, tan caracerística del espíritu romántico, ya no se materializa en reproducciones históricas sino en el reconocimiento de métodos constructivos y materiales vernáculos. La veneración que se tenía por la naturaleza se ha trasladado a un aparente cuidado por el planeta, lo que ha generado todo un ecosistema de discursos climáticos. Tampoco podemos olvidar el sentido nacionalista que se apoderó del periodo romántico. Al igual que en el pasado, muchas instituciones han apoyado estas nuevas maneras de creación como símbolo identitario, con el propósito de promover una cultura diferenciadora. (...) Solo queda cuestionarnos si, en vez de la arquitectura, ha sido en realidad nuestro inconsciente el que se ha romantizado con los campos vacíos y los poblados bañados de soledad". Texto completo aquí

Hubiéramos querido cerrar hoy la serie sobre Fráncfort pero aún nos queda un último edificio que comentar (la Paulskirche) y se hace tarde. Lo dejamos mejor para la próxima. Nos despedimos aquí siempre agradecidos por tu atención. 



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