domingo, 21 de febrero de 2021

Escenarios para la vida (2)


Pues sí, estuve en la exposición Carme Pinós, escenarios para la vida del Museo ICO, que forma parte del Madrid Design Festival. La exposición es glosada con lineal esmero y meridiana claridad en sitios como este mismo (por poner solo un ejemplo) así que, si algo novedoso queremos aportar nos veremos obligados a ofrecer nuestro aparatoso enfoque, qué le vamos a hacer. 

Como ya habrás leído en la crítica que te enlazo, la exposición culmina con una sala en la planta superior del espacio expositivo en el que se ofrece una selección de volúmenes escogidos por la arquitecta catalana de entre su nutrida biblioteca (no esperes encontrar títulos sobre arquitectura, ni uno hay en tal selección). Se me ha ocurrido entreverar mis ocurrentes comentarios al hilo de algunos de los libros que allí vi, a ver qué tal: 

-El coleccionista apasionado (del historiador alemán Philipp Blom): Nuestro coleccionista apasionado no es aquí otro que Fernández-Galiano, que vuelve al museo madrileño por tercera vez tras comisariar también una exposición sobre Kéré en 2018 y otra anterior de nombre The Architect is Present sobre varios arquitectos, Kéré de nuevo entre ellos, unidos por una voluntad de llevar a cabo proyectos para países en desarrollo donde se buscaba trabajar directamente con los interesados en fructífero diálogo. Como en dichas exposiciones, don Luis no se contenta aquí con ofrecer un anónimo contenedor donde verter la obra en cuestión, sino que busca la inmersión del visitante en una suerte de experiencia fenomenológica de la que salga acaso trastocado. Así, en lo que podríamos llamar encuentros en la primera fase de la exposición nos topamos con tres salas "lacónicas", como las describe nuestro comisario, donde en su mismo centro, de forma un tanto teatral, se exponen las planeras que guardan ocho míticos proyectos que Pinós realizara junto a Miralles, del que fue pareja hasta que se separaron, profesional y vitalmente, en 1991. Pero hete aquí que cuando te acercas a abrir subrepticiamente las enormes cajoneras para ver los planos, resulta que topas, pardiez, con un candado que lo impide. Las planeras, cual cajas de Pandora, se mantienen cerradas a cal y canto por decisión de la arquitecta que quiere quizá dar así cerrojazo a una etapa de su vida crucial pero sobrevalorada. El tono elegíaco de las desoladas salas, empapeladas con enormes fotos en blanco y negro (no olvidemos también la prematura muerte de Miralles en 2000 a los 45 años), tienen su trasunto en el libro-catálogo editado por Arquitectura Viva en el que dichos ocho proyectos aparecen explicados en funerarias hojas de fondo negro con fotografías, de nuevo, en blanco y negro. El color por el contrario invade los ochenta proyectos propios de Pinós tanto en la exposición como en el catálogo, envuelto en una cubierta de apasionado rojo fuego con una tipografía como años 20 similar a la que puede verse en las torres Cube o en la web de la arquitecta. Queda también explicado el misterio del subtítulo de la exposición, 8+80

-Años de vértigo (también de P. Blom): Los comienzos en solitario de la arquitecta de Barcelona fueron duros, como ella misma comenta en la entrevista que le hace Izaskun Chinchilla en el catálogo, siendo sus encargos mexicanos el punto de inflexión que marcaría su reconocimiento. Lo cierto es que la primera de las torres Cube en Guadalajara, de la que puede verse una enorme maqueta, ocupa un espacio destacado en la muestra, como también lo hace el Caixafórum de Zaragoza o su triple intervención en la plaza barcelonesa de la Gardunya que ya mencionábamos en la entrada anterior. Toda su obra  independiente está expuesta en alegre algarabía en la segunda planta de la exposición donde se concentran los 80 proyectos en vertiginosa aglomeración al objeto de dejar patente su importante producción personal, a menudo ignorada tras la sombra de Miralles. A ese mismo fin se dirige la apabullante colección de fragmentos (las plantas de los 88 proyectos presentes en la exposición) que don Luis ha agavillado en una sola página del catálogo (en la foto de arriba) y que invitan, en involuntaria gamificación, a tratar de descubrir a qué proyecto corresponde cada planta. 

-El imitador de voces (de Thomas Bernhard, un libro tan abigarrado en sus 104 mini relatos como esta exposición): Mucho se podría hablar sobre la influencia de Miralles en la obra posterior de Pinós. La voz de Miralles está presente, nos atreveríamos a decir, en esa voluntad de desafiar la gravedad (aunque de forma menos acusada), de deconstruir con pasión, de romper sin miramientos la línea recta, bien con sinuousas curvas que recuerdan a Hadid o mediante quiebros abruptos que pueden parecerse incluso a Libeskind. Y sin embargo, Pinós comenta en un video presente en la exposición que su primer maestro es Moneo, atento al contexto como nadie; el prólogo del libro de la exposición se titula por cierto Arquitecturas del contexto, donde se incluye esta cita de la arquitecta: "La arquitectura construye paisaje o construye ciudad: no es una escultura. Con cada actuación urbana hemos de tener el propósito de hacer ciudad, el propósito de dignificar nuestro entorno. Cuando trabajo, considero que mi intervención se propone, en último término, mejorar, embellecer el contexto". Añadiríamos que Pinós muestra una voluntad de crear algo personal que se distingue claramente de lo que le rodea (y a veces, lo que hace sí me parece escultórico) lo cual en absoluto es incompatible con cuidar el contexto, de hecho al contexto (especialmente si es anodino), le viene muy bien una inyección de adrenalina arquitectónica (lo de monumentalizar la periferia de Bohigas), hasta Chinchilla en La ciudad de los cuidados nos recuerda el valor de lo distintivo en arquitectura: "La reciente preferencia por las arquitecturas abstractas y sin detalle y la criminalización del ornamento dejan al ciudadano sin la posibilidad de vincularse, precisamente, al distintivo que le hacía reconocer que un edificio tenía valor para la comunidad", por no hablar de lo útiles que son dichos edificios singulares para la orientación. El problema, como en todo, es el exceso, la famosa metástasis de iconos en palabras ahora de Fernández-Galiano. Sea como fuere la referencia a Moneo, quien respeta escrupulosamente el contexto y es alérgico (con honorosas excepciones) a la significación parece por tanto algo cogida por los pelos. O no. 

-La fractura (P. Blom): Lo cierto es hay un reciente trabajo de Moneo que podría recordar a Pinós en su afán por quebrantar. Portada del último Arquitectura Viva, dedicado al navarro, se trata de un edificio en Berlín justo entre dos potentes construcciones de Schinkel (una iglesia y la Bauakademie, derribada en los 90 y ahora a punto de reconstruirse) que se abren a una plaza. El arquitecto de Atocha fractura su habitual y cabal cubo en uno de sus lados para generar una segunda fachada que mirará a la replicada Akademie (evitando así darle la espalda, o, si lo prefieres en inglés, the cold shoulder, aquí de hecho más apropiado) y lo fragmenta por el otro (lo erosiona, en palabras del propio Moneo) en exquisita deferencia a la iglesia, extrayendo varias porciones (cúbicas, por supuesto) de los últimos pisos para que desde la plaza pueda verse mejor el lateral del templo. Además, desde abajo, el bloque da la sensación de quedar abruptamente seccionado en su parte superior, como si le faltara un remate en forma de tejado, acaso queriendo ceder todo el protagonismo a la iglesia, que culmina en dos esbeltas y elaboradas torres. Tanta elegancia abruma. Ahora que tantos ansían fracturar para dividir, destruír o medrar, observar fracturas que unen llama poderosamente la atención. Desde aquí hacemos un urgente llamamiento para moneizar el mundo. 

-La mujer sin sombra (Hugo von Hofmannsthal): Fernández-Galiano pretendía, como decíamos, dejar claro con su exposición que Pinós no está ya a la sombra de nadie y no es "una figura con luz prestada". Pues prueba conseguida.

domingo, 14 de febrero de 2021

Escenarios para la vida

 



"Reivindico que tenemos que tener una idea de ciudad. Cada época, de hecho, ha tenido su propia idea de ciudad. Hoy, sin embargo, cuando todo lo determina el mercado, parece que la ciudad consistiera simplemente en disponer de un parque de viviendas vendidas como si fueran pura mercancía; un conjunto de parcelas donde construir viviendas y calles para llegar a ellas. La idea de ciudad -que se construye casi siempre desde la idea del espacio público- parece que ha desparecido. (...) 

Si algo nos va a hacer cambiar el mundo -porque los depredadores siempre llevan la delantera- es el cambio climático. El ser humano parece que lo puede controlar todo, pero toda esa prepotencia puede ser frenada por la emergencia climática. Si la naturaleza no se manifiesta y frena, pone en su lugar al capitalismo depredador, nuestro destino es la perdición". (Carme Pinós entrevistada por Izaskun Chinchilla para el libro-catálogo de la exposición Carme Pinós, escenarios para la vida, en el Museo ICO. Foto: maqueta de la intervención de Pinós en la plaza de la Gardunya, Barcelona). 

domingo, 7 de febrero de 2021

Madrid, donde no se pondrá el sol

 


Madrid, donde no se pone el sol fue el lema del proyecto de Mansilla y Tuñón junto a Peralta del Amo que ganó el concurso de ideas para levantar un centro de convenciones junto a las cuatro torres de la Castellana. El diseño, verdaderamente impresionante, consistía en un enorme disco que, apoyado en su canto, pugnaba por ir de la capital al cielo junto a sus compañeras aunque se quedaba a mitad de camino que ellas (120 metros); sin duda habría sido el icono definitivo de la ciudad. Su lema, imperial y prepotente, propio de tiempos de vacas orondas y arquitectura espectáculo, aludía al hecho de que incluso por la noche, el enorme disco iluminado ejercería de sol replicante de una ciudad que ansiaba subir puestos en el competido ránking del turismo de congresos. Pero dicho sol nunca llegó siquiera a salir por mor de la aguda crisis financiera de 2008 que estallaría tan solo un año después de que el proyecto resultara vencedor. Hoy del proyecto no queda ya casi ni la memoria. Acaso el edificio Vela del complejo BBVA en Las Tablas a cargo de Herzog y de Meuron fuera homenaje/plagio al fabuloso disco que ya nunca tendremos (la primera entrada de este tu blog se refería a esa sospechosa coincidencia de diseños), aunque el edificio de los suizos -a lo mejor para disimular- no forma una circunferencia perfecta (discoide lo llama Moneo). 

Pero parece que Madrid va a tener una segunda oportunidad de poner en práctica el lema que inventaran Mansilla y Tuñón (ya hay fecha por cierto para la esperada apertura de su museo de Colecciones Reales: 2022). Resulta que la propuesta ganadora para renovar Azca (sí, al final ha sido la de Diller, Scofidio+Renfro junto a Fermín Vázquez y su estudio b720) va a incorporar un heliostato con espejos que en invierno reflejarán la luz del sol hacia lo más sombrío de la "gran pradera verde" en que van a convertirse los espacios duros que ahora conectan los diferentes edificios del complejo. Y aún hay más, en verano, cuando estemos en plena canícula, habrá una especie de umbráculo móvil en forma de (otro) disco (el Solar Tracking Disk) que irá desplazándose por el aire cual OVNI movido por cables, es lo que DS+R llaman la Solar Symphony. Estos juguetes kinéticos nos recuerdan a The Shed y a Calatrava, confiemos no acaben como su cercana columna-obelisco de la Plaza de Castilla, cubierta por "costillas" diseñadas para bascular gracias a un complejo mecanismo que apenas se pone en funcionamiento por lo costoso que resulta. Por lo demás, dicha "alfombra urbana" incorporará cursos de agua, un auditorio, cafeterías, biblioteca, huertos urbanos y demás atractivos equipamientos. Rénders y videos aquí

En fin, seamos postivos. Parece el proyecto más original y trabajado de los presentados al concurso dirigido por Martha Thorne y Édgar González (al que todos recordamos por su veterano blog), y es indudable la necesidad de convertir un espacio hasta ahora regido por el principio de actuación (los negocios, la productividad, la creación de riqueza) por otro regido por el principio de realidad (que abarca otros muchos factores que inciden, afortunadamente, en nuestras vidas), como señala Marcuse en El hombre unidimensional. Es precisamente esa ciudad multidimensional la que Izaskun Chinchilla defiende en La ciudad de los cuidados, donde podemos hallar citas tan reveladoras como esta: "Si el mercado ha vuelto a los hombres unidimensionales porque encamina la comprensión de la realidad a la satisfacción de la acción mercantil, las mujeres han mantenido su comprensión multidimensional de la realidad, en parte porque muchas de las cosas que se les encomiendan se regalan, se dan sin valor de mercado. No solo cuidamos a las y los demás sin esperar compensación  económica , sino que lo hacemos o esperamos hacerlo sin la vigilancia de una regulación institucional. (...) Para mí, no cabe ninguna duda de que una de las cosas que nos ha preservado de que el principio de actuación rija completamente sobre nuestro entendimiento es que seguimos siendo, en gran medida, las encargadas de los cuidados. En el mundo de los cuidados, las caricias, los miedos, el cuerpo, las sensaciones físicas y los fantasmas de cosas que no son prácticas para el mundo laboral, pero nos aterran o animan, constituyen en realidad la base de nuestras formas de socialización y el principio de nuestras relaciones más significativas". Chinchilla defiende la creación de píxeles de naturaleza en la ciudad que sirvan de lúdica válvula de escape: "Hagamos algunas cuentas: nuestros niños y niñas tienen unos 190 días sin colegio al año, de los cuales unos 104 suelen coincidir con fines de semana. Esto implica que hay 86 días al año que no son fines de semana y en los que las y los niños no van al colegio. ¿Están nuestras ciudades tan preparadas para esta situación como lo están para para celebrar importantes congresos de dos o tres días de duración, recibir a mandatarios internacionales o celebrar el Día de las Fuerzas Armadas? ¿Emplean nuestras ciudades muchos más recursos en estos últimos eventos citados que en promocionar el desarrollo integral en la infancia y el bienestar de las y los cuidadores? ¿Genera esto un modelo social? ¿Somos conscientes de haberlo elegido?". 

No hemos elegido la actuación de Renazca que, no nos llamemos a engaño, busca la revitalización de una zona de negocios que va a quedar oscurecida por el macroproyecto de Castellana Norte, pero al menos Elizabeth Diller y sus socios van a ofrecer a la ciudad un atractivo espacio de ocio donde descansar de los tráfagos y fatigas diarios. Bienvenido sea.