domingo, 12 de septiembre de 2021

Verde que te quiero verde

 


En la última entrada percibí en remoto que no te quedaba claro el concepto de greenwashing. Como tenemos una acendrada vocación pedagógica quiero hoy comenzar la entrada con un ejemplo palmario que hemos descubierto esta semana con estupor. Como sabes, todas las marcas automovilísticas se están volcando en mostrarnos los esfuerzos titánicos que están realizando para electrificar sus gamas con la mayor rapidez posible. Audi no podía ser menos y ha presentado un concept que nos ha dejado boquiabiertos primero por su soberbio diseño y a continuación por el planteamiento de la propia presentación. El tal modelo, de nombre Audi Grandsphere Concept, que parecería dibujado tanto en su exterior como el interior por John Lautner, exhibe la línea de diseño del futuro A8, buque insignia de la marca. Pero siendo el diseño verdaderamente espectacular, aún nos han sorprendido más las fotos con las que nos han mostrado el modelo. En todas y cada una el coche aparece rodeado por plantas de un verdor seguramente renderizado y, para colmo, la marca propone colocar una maceta (de diseño) con plantita también en el interior del habitáculo, entre los asientos delanteros, obsérvalo en la foto de arriba. Tanto afán resilvestrador acaso oculte la mala conciencia que se agazapa en el voluminoso vano motor: una fiera de 721 caballos que, por muy eléctrico que sea, de ecológico tiene más bien poco (el 2 CV de mi señor padre, con el que hacíamos épicos viajes allende fronteras incluso, tenía 28 caballos). Pero no hay problema, lo mostramos enchufado al poste de recarga (con el precio que cuesta la electricidad cargar semejante trasto debe salir por un buen pico), le damos el toque vegetal y colamos el opulento producto como si fuera sostenible y todo (fotos). Bueno, pues a esto se le llama greenwashing, espero haya quedado ya claro del todo. Jean-Baptiste Lamarck, naturalista francés, ya en 1820 decía: "El ser humano parece empeñado en la destrucción de sus medios de conservación e incluso de su propia especie. Es como si estuviera destinado a exterminarse después de hacer inhabitable el globo”. Lo cita Gilles Clément, activista resilvestrador, en su libro La sabiduría del jardinero, reseñado por Anatxu Zabalbeascoa en un artículo de nombre Morir bajo la riqueza. 

Me dan ganas de dejar la entrada aquí, pero no quiero que te quedes con tan mal sabor de boca. Al cabo, la esperanza debe ser lo último que se pierda. La renaturalización avanza. Recordemos a bote pronto los jardines verticales de Patrick Blanc (como el del Caixafórum de Madrid) o el Bosco Verticale de Stefano Boeri en Milán, dos torres que albergan 800 árboles y que tendrán réplica en otros proyectos del estudio italiano en Holanda, Suiza, Brasil o China. En este sentido los arquitectos paisajistas cobran cada vez más protagonismo, al mismo nivel que los arquitectos, llamémosles así, tradicionales. Uno de los más renombrados es Piet Oudolf, responsable del High Line neoyorquino, pero también (por ejemplo) de la vegetación que adornará The Valley, un complejo urbanístico en Ámsterdam a cargo de MVRDV (los del fallido Marble Arch Mound). En España Oudolf ha diseñado la vegetación del centro artístico que Hauser & Wirth han montado en la Isla del Rey en Menorca y del Museo Chillida-Leku, que volvió a la vida también de mano de Hauser & Wirth. Si aún quieres más verde, date una refrescante vuelta por la web de West 8, el estudio responsable de varias actuaciones en Madrid Río. Y son sólo unos pocos ejemplos. Con ellos, y este bello tema musical muy ad hoc (Memories of Green), nos despedimos hasta la próxima. 


domingo, 5 de septiembre de 2021

Más réplicas aún

 


Pues sí, voy a seguir dándote la brasa (que diría Pedro Torrijos) en torno a las naturalezas replicadas por la arquitectura y la resilvestración, o renaturalización como prefiere llamarla José M. Ezquiaga en la introducción al congreso La ciudad que queremos, el sexto que organiza la fundación Arquitectura y Sociedad como siempre en el Baluarte pamplonica. Ezquiaga va de hecho a presidir el congreso (a celebrarse en unos días) al que por primera vez se podrá asistir en directo vía telemática: ahí te dejo el programa. Como ya empezamos a ver en la anterior edición, la presencia de arquitectos se reduce ya a la mínima expresión, y los que acuden (Anne Lacaton y Dietmar Eberle son los únicos que me suenan) no están, salvo Lacaton, en primera línea mediática precisamente, lo cual no quiere decir ni mucho menos que su aportación no vaya a ser interesante: los mencionados realizan una arquitectura profundamente comprometida con la sostenibilidad y alejada del greenwashing, el lado oscuro del afán resilvestrador. De todas formas uno echa un poco bastante en falta las primeras ediciones, por las que han pasado los arquitectos más punteros del mundo, y los chispeantes debates que se generaban entre ellos. A veces, mal que nos pese, para generar atención hay que dar espectáculo si no queremos pasar sin pena ni gloria, un Bjarke Ingels hablando de la ciudad (Telosa) que va a proyectar partiendo de cero en el desierto norteamericano para 5 millones de personas con financiación del e-tycoon de turno igual habría dado más mordiente al programa. Vale, lo más probable es que quede en nada, pero seguro que el danés enamorado de Barcelona tendría ideas interesantes que aportar. En la foto de hoy te pongo el rénder de rigor de esta ciudad imaginaria, que ante todo se propone como objetivo la sostenibilidad (como no podría ser de otra manera). El que sí asistirá al congreso de Pamplona es el alcalde de Pontevedra, Miguel Anxo Fernández Lores, que no tendrá tanto glamour pero ha transformado la ciudad gallega en un espacio donde el peatón tiene prioridad frente al automóvil (ha peatonalizado 1,3 millones de metros cuadrados y sólo se permite el tráfico rodado en el 25% de la ciudad, más datos aquí). También debemos mencionar la presencia de un Nóbel de la Paz, Mohan Munasingue, quien ya en los 90 acuñó el término sustainomics y hablará del Balanced Inclusive Green Growth (BIGG), aquí le tienes en una TED Talk sobre el tema. No olvidemos tampoco que Ezquiaga, arquitecto y sociólogo, es el urbanista más prestigioso de España (te recomiendo una visita a su apabullante página web), está por ejemplo tras el diseño de Madrid Nuevo Norte, la expansión de la Castellana, que promete resilvestrar la zona con un parque icónico (el "Parque Central", muy original el nombre, de 1,26 km2, un tercio del neoyorquino pero como el Retiro en extensión). Ahora mismo es uno de los contendientes del muy reñido concurso para la nueva estación de Chamartín, asociado a Patxi Mangado (patrono fundador de Arquitectura y Sociedad, la fundación que como te decía organiza el congreso, y autor del palacio de congresos Baluarte, donde se celebra) y Souto de Moura (quien en Oporto ya demostró de lo que es capaz), un equipo que puede perfectamente llevarse el gato al agua. 

Estos días hemos leído que en varios colegios de Barcelona se han levantado las losas de hormigón que cubrían los patios para descubrir la tierra y plantar árboles, en un proceso resilvestrador que recuerda al lema sesentayochista Sous les pavés, la plage! (más aquí) y hemos descubierto al ecowarrior sueco Andreas Malm, del que se acaba de editar traducido al castellano Capital Fósil (Fernández-Galiano lo reseña en el último Arquitectura Viva, en un artículo que titula La fractura metabólica). Malm, que propone cambiar el término Antropoceno por Capitaloceno, es un marxista disruptivo que ha pinchado más de un neumático de todoterreno en Estocolmo y por supuesto siempre viaja en tren (es lo que en su país se conoce como flygskam, o sentimiento de culpa por volar). También estos días hemos visto a Foster, autor de importantes aeropuertos, señalando en una entrevista  que este tipo de planteamientos ecologistas son a veces hipócritas y que nuestra sociedad se basa en la movilidad, apuntando que la huella de carbono producida por los aviones es relativamente pequeña comparada con otros medios de transporte o la producción de carne. Tú mismo

Fernández-Galiano, por cierto, fue también un marxista convencido en su juventud pero tras sendos viajes a Rumanía y China en los 70 centró su empeño reformista en la ecología. Experto en termodinámica, publicó en 1982 (año en el que se estrena Blade Runner) un fascinante artículo de título Organismos y mecanismos como metáforas ahora recogido en Empeños Sostenibles, y que se inicia así: "Las citas biológicas y mecánicas son ciertamente omnipresentes en el ámbito de la arquitectura y se producen, además, con una singular simultaneidad". Volvemos a las naturalezas artificiales. Nunca sabremos si la película basada en el libro de Philip K. Dick ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? estaba en su mente cuando escribió el artículo, pero cuando nos habla de la "bête machine", en concreto del pato mecánico de Jacques de Vaucanson (1739) que parecía vivo, comía y hasta excretaba (a saber qué), uno no puede por menos que acordarse del búho replicado de la pelicula de Ridley Scott, que aparece cuando Deckard y Rachael, replicantes ambos sin saberlo, se encuentran por primera vez (aquí lo tienes, música de Vangelis). Fernández-Galiano nos habla de otros no menos interesantes autómatas, algunos de ellos patrios, así los de Juanelo Turriano (en realidad Giovanni Torriani) quien, más conocido por su mecanismo elevador de agua para Toledo, creó varias criaturas mecánicas (pájaros voladores, pastoras tocando el laúd o espadachines) para entretener a Carlos V en Yuste. Los toledanos llegaron a decir que había fabricado un sirviente mecánico y dieron el nombre de Hombre de Palo a la calle donde vivía (si tienes curiosidad sobre el tema, aquí tienes más información). De nuevo no podemos evitar recordar el personaje de J. F. Sebastian en Blade Runner, solitario ingeniero afectado por un envejecimiento prematuro que diseña bufonescos androides en su lúgubre apartamento del edificio Bradbury, todo un icono arquitectónico de Los Ángeles que Scott refleja en la cinta con gran maestría. Aquí tienes el momento de la película en el que el ingeniero muestra dos de sus autómatas a Pris, replicante de última generación, quien se ríe de los torpes andares de sus primitivos parientes mecánicos. En fin, el artículo termina señalando que tras un periodo en el que la arquitectura y naturaleza quedaron fracturadas (los grandes sistemas de acondicionamiento del aire permitieron a los edificios dar la espalda al clima) es obvio que con la crisis enérgetica "la tendencia descrita ha invertido su signo. Hoy en día podría decirse que la influencia de Darwin en la arquitectura va en aumento, y con ella la extensión de las analogías orgánicas", algo que sigue siendo vigente casi 40 años despues de que se escribieran estas palabras. En fin, me he quedado con lo anecdótico del texto, te animo a que te hagas con Empeños Sostenibles y te lo trabajes más a fondo, no olvides que aquí tu seguro servidor no pasa de aficionado dominguero. 

Terminamos esta entrada tan errática como la vida misma con una última recomendación, la de la película Local Hero (Un tipo genial). Conocida principalmente por el soberbio tema central de Mark Knopfler, la cinta nos ofrece, en clave amable, una singular batalla entre el fuego y el agua, lo artificial y lo natural, la avaricia y el altruismo en un entrañable pueblo escocés (tráiler).