sábado, 16 de marzo de 2024

Abstracciones

 



"Yo creo muy seriamente que el mundo sería distinto si el mundo gustase del arte abstracto; lo creo así. Si la humanidad se elevase tanto, tanto que dejase de ser, las relaciones humanas serían otras, distintas, nuevas. Es necesario gozar de las cosas ahí donde dejan de serlo, en su principio, donde desapareció tanto de su superficialidad que no queda más que ese escollo puro, lo noble que en toda cosa hay. (...) Podría hablarse, al hacerlo de las obras de Chillida, de su gran belleza estática o dinámica, de su euritmia, de calidades... Yo prefiero darle las gracias -estoy pesado- por su lección de cómo hay que entender hoy el mundo. Si en las demás artes, en los demás quehaceres de la vida, fuéramos capaces de imitar a Chillida en sus esculturas, habríamos hecho un buen arte. La arquitectura no es tan abstracta como la gente cómodamente se cree; también a veces es como en pintura "niña y abanico". Sigamos el ejemplo de Chillida y habremos hecho algo". Quien así habla es nada menos que Alejandro de la Sota, en un texto de título Chillida publicado originalmente en 1958 y que puedes encontrar en Alejandro de la Sota. Por una arquitectura lógica y otros escritos de Puente Editores. Viniendo de Cuenca nos parecía oportuna la cita. Sorprende el discurso del pontevedrés, a menudo llano y asequible pero ojo que cuando has bajado la guardia te puede dejar KO en un despeine. Me recuerda al dicho sobre el gallego en la escalera, no sabemos a veces si don Alejandro sube o baja, va o viene, defiende una idea o su contraria. De todas formas queda palmaria su defensa de una arquitectura esencial y su modernidad militante (en 1969, tras la doble puntilla asestada a la arquitectura moderna en 1966, se declara honroso huérfano de los modernos heroicos :"No puede entrar un desaliñado en el Pabellón de Barcelona. Eso es importante"; "La década de 1920, alfa y omega de la arquitectura"): "Ahora sentimos y deseamos reducir al mínimo la arquitectura para que, la que salga de la prueba, sea puro extracto. Defendemos la pobreza en un mundo fatuo y engreído, y que conste que esta no es una postura cómoda, ya se sabe, ni tampoco popular porque no halaga. Atacamos el mármol y el bronce como concepto, aunque podamos llegar luego a usarlos", efectivamente hace uso de ambos en el Gobierno Civil de Tarragona; acuciado por la culpa acude a Sert, quien alivia su mala conciencia: "Todo lo que saque usted del suelo y, laborado o no, lo pone encima, está bien". 

Me llaman también la atención sus coincidencias con Fuller, el que preguntara a un anonadado Foster cuánto pesaba su edificio, así dice Sota en 1963: "El peso total del edificio debe ser la norma; entra entonces el ingenio para disminuir densidades ¿No horrorizan esas moles de hormigón, de masas de ladrillo, verdaderos accidentes telúricos que van como a hundir la tierra?". Y con Koolhaas. En un texto sin fechar de título Arquitectura posmoderna escribe: "¿Necesita la arquitectura de su historia para ser hecha?  (...) Se siente un descanso grande cuando, ante el nuevo trabajo, no tenemos historia entre las manos. No hay mayor presencia que la ausencia", que resuena con esta otra cita del holandés en La ciudad genérica: "La Historia cuando está presente obstruye la pura explotación de su valor teórico como ausencia". 

¿Vuelve la arquitectura abstracta, amnésica, lacónica? El flamante e inesperado nuevo Pritzker, Riken Yamamoto, parece practicarla. Yo hasta diría que su biblioteca en Tianjin (en brutal contraste con la otra de MVRDV -más de "niña y abanico"- en la misma ciudad) se da un aire al Gobierno Civil de Sota. 



sábado, 9 de marzo de 2024

La ciudad equilibrista (2)

 



Seguimos en Cuenca. El tercer edificio era el más fácil de adivinar, el Museo de Arte Abstracto de la ciudad Patrimonio de la Humanidad que como adelantábamos fue fundado por Fernando Zóbel en 1966. El año pasado finalizó la reforma que ha llevado a cabo el estudio experto en museos Frade Arquitectos, responsables por ejemplo de la rehabilitación del Museo Arqueológico Nacional o de las arquerías de Nuevos Ministerios (hoy Casa de la Arquitectura) en Madrid. Sobre la reforma del museo conquense, que se inició en 2016 coincidiendo con el 50 aniversario de su creación y cuya principal actuación ha sido la instalación de equipos de climatización, la Fundación March, desde 1981 responsable del mismo, editó una video-performance de nombre Vaciar el museo que puedes ver aquí. La intervención fue muy compleja teniendo en cuenta lo delicado del emplazamiento, las bellísimas Casas Colgadas del s.XV. 

El museo efectivamente tuvo que vaciarse casi al completo aunque nunca llegó a cerrar del todo y una selección de sus obras inició un periplo que le llevaría a diferentes ciudades españolas y extranjeras en una exposición itinerante que llevó por título El pequeño museo mas bello del mundo, frase que sobre él dijera Alfred H. Barr Jr cuando lo visitó en 1967. Hablamos, ojo al dato, del primer director del MoMA, el responsable de exposiciones canónicas como Cubismo y arte abstracto (1936), donde expuso el famoso mind map que trataba de explicar el arte del momento, hoja de ruta que aún hoy da que hablar (en 2020 la March dedicó una exposición a las genealogías del arte donde fue protagonista principal), por no hablar de las que dedicó a la máquina como objeto artístico (1934) o a la arquitectura moderna (1932) comisariada por Philip Johnson, el autor de las Torres Kio madrileñas y futuro pope de la arquitectura americana, y eso que por aquel entonces, hay que ver, aún no había estudiado Arquitectura, su major en Harvard había sido Filosofía. Ambos desarrollaron una intensa relación profesional y personal hasta el punto que Johnson diseñó su lápida como es obvio (observa por qué). Pues como decíamos Barr, en calidad de misionero de la modernidad como le llamó Alice Goldfarb, se pasó por Cuenca en 1967 recién jubilado y quedó prendado del flamante mini MoMA de Zóbel como no podía ser de otra manera. Así lo relata el pintor en sus diarios y lo recoge Ángeles Villalba en el catálogo de la exposición que le dedicara el museo Reina Sofía en 2003: "Barr visitó tranquilamente el lugar, tomando notas. Al final preguntó si tenía tiempo para dar otra vuelta. Lo hizo: empezó de nuevo por el principio y repitió todo el circuito. Almuerzo en casa de Sempere. Barr me susurró al oído que él y su esposa pensaban que era el museo más bello que habían visto nunca. Le pregunté si podía repetírmelo. Dijo que sí, y lo repitió en voz alta. Los asistentes aplaudieron y allí mismo le nombramos conservador honorario". 

Igual tendríamos que haber empezado hablando de Fernando Zóbel; la verdad es que sí. Déjame que subsane tamaño dislate dándote ahora unas breves pinceladas sobre el pintor detrás del museo conquense. Zóbel nació en Manila en 1924 en el seno de una adinerada familia de orígenes alemanes y vascos que aún hoy sigue liderando las listas de potentados asiáticos. Su padre, Enrique Zóbel de Ayala, hombre de negocios de gran éxito, aún conoció la dominación española de las islas, que llegaría a su fin en el famoso Desastre de 1898 donde devino palmario que del antiguo Imperio en el que no se ponía el sol nada quedaba ya. En la penosa guerra contra Estados Unidos perdimos Cuba, Puerto Rico y las Filipinas, estas dos últimas colonias vendidas a los americanos, si hubiéramos hecho lo propio con Cuba (jugosas ofertas hubo), otro gallo nos habría cantado, a nosotros y al resto del mundo (cómo habría cambiado la historia del siglo XX sin una Cuba libre). Como el dinero no tiene bandera la familia Zóbel de Ayala supo adaptarse bien a los nuevos conquistadores (poco se ha hablado por cierto de la cruenta guerra librada por los americanos contra los independentistas filipinos, una suerte de pequeño Vietnam pero con resultado muy diferente), aunque la Falange franquista, de la que Enrique era mano derecha en las islas, intentó conspirar contra los americanos durante la dominación japonesa en la Segunda Guerra Mundial. Enterado Franco (que pronto se dio cuenta de que los Estados Unidos sería el único país que podría sacarle del aislamiento internacional), desmanteló de un plumazo la Falange filipina y aquí paz y después gloria. No es momento ni lugar para hablar sobre la rapidez con la que se perdieron las raíces hispanas en las islas aunque la arquitectura, que al cabo es de las artes la más perdurable, ofrece ejemplos verdaderamente curiosos de la hibridación que allí se produjo entre el barroco español y los estilos locales, echa un vistazo a la iglesia de Miagao por ejemplo, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1993. 

Como es lógico Zóbel, tras estudiar Filosofía y Letras en Harvard, comienza a trabajar en las empresas de su padre pero pronto descubre que su vocación es otra. La pintura desde siempre le ha atraído y durante los 50 compatibiliza con esmero obligación y devoción. Sus cuadros, al principio figurativos, se tornan abstractos tras descubrir a Rothko en una exposición en Providence (Zóbel viaja de manera compulsiva hasta el final de sus días: la muerte le sorprende en Roma adonde había ido a ver una exposición sobre pintura veneciana). Otro de los rasgos que definirán su obra, las suaves pinceladas caligráficas, son inspiradas por el arte chino, del que se hace experto tras el hallazgo en una de las fincas familiares de un yacimiento de porcelanas chinas. Japón también le inspira, tras un viaje al país nipón reforma su casa (que podría haber sido diseñada por Neutra) y la decora en un estilo minimalista. Estamos en 1958, Zóbel está muy involucrado en la vida artística de Manila (es nombrado por ejemplo conservador honorario del Museo Nacional de Filipinas), pero siente que necesita dedicarse aún más a su arte. Se toma un año de vacaciones y se instala en Madrid, en el 5 de la calle Velázquez. En el 59 ofrece su primera exposición individual en España (en Filipinas ya ha organizado varias) y se relaciona con los artistas del momento. Vuelve finalmente a Manila tras su año sabático pero su corazón se ha quedado en España. Oigamos lo que escribe en diciembre de ese mismo año: No es fácil determinar lo ocurrido el año pasado. Han pasado demasiadas cosas (...). España, en cambio, es una explosión de luz. Llena por completo el vacío. (…). Y hasta el placer de pasear por las calles y escuchar el sonido del español. El sonido del hogar. Puede que sea algo importante: este reconocimiento del hogar. Si hay que perderse en algún sitio, que sea en éste. Pese a todos los ornamentos, pese a la comodidad de la prosa inglesa, en última instancia me reconozco como español. Y lo demás es cuento. (...) Me encuentro a mí mismo en la pintura de España; soy uno más. Aceptado como tal por los otros, que son, en general, mis amigos. Me uno a ellos en el momento del descubrimiento, cuando empezamos a despertar interés. Sucede ante mis ojos: Tàpies cubierto de dinero y de gloria desde la Bienal de Venecia; Feito asentado en París; Saura en boca de todos; Canogar, con sus obras reproducidas a todo color en las revistas de arte francesas, sorprendentemente bien, y empiezo a participar en las exposiciones organizadas por el Gobierno en otros países: Suiza, Alemania, Escandinavia, Sudamérica. Es el momento propicio, por lo menos a ese nivel. Soy un pintor de renombre, con todo lo que eso significa. El verdadero descubrimiento es la posibilidad de aceptar un modo de vida"En 1960, año decisivo, entra en una crisis personal que, tras una depresión severa, le hace tomar la gran decisión: abandonar los negocios familiares, dedicarse a la pintura a tiempo completo e instalarse definitivamente en España. No mucho más tarde como sabemos, funda el museo que nos ocupa tras buscar emplazamiento primero en Madrid, luego en Toledo y finalmente, por consejo de su amigo Gustavo Torner, artista e ingeniero oriundo de Cuenca (al que debemos la escultura de la madrileña Plaza de los Cubos), en la ciudad única. Los contactos de Torner con las autoridades locales le facilitan por un precio ridículo el espacio de las Casas Colgadas. Monta su estudio en la ciudad, pronto le siguen Rueda, Saura, Millares, Mompó... Cuenca se hace abstracta.

Un último párrafo para hablar de la que es quizá una de las obras más importantes del museo y que también tiene su historia (breve). Se trata de la pieza Abesti Gogora IV de Chillida (una de las pocas que hizo en madera), que Zóbel adquiere tras conocer al escultor en 1964 por intermediación de Antonio Saura. Zóbel comenta que siente una conexión inmediata con el artista, acaso por tener raíces vascas (recordemos también que la esposa de Chillida, Pilar Belzunce, tenía ancestros filipinos) y haber experimentado las mismas dudas sobre qué camino vital tomar: Chillida dejó colgadas Arquitectura y el fútbol; Zóbel empezó Derecho tras estudiar Filosofía y Letras en Harvard pero lo abandonó, de su vida profesional ya hemos hablado. Además ambos nacieron el mismo año, 1924, estamos ya celebrando el centenario de Chillida; del de Zóbel nadie se ha acordado aún. Es obvio también que les unen rasgos estilísticos como el gusto por la abstracción, el arte primitivo y las formas caligráficas. De hecho, la galería Mayoral de Barcelona montó en 2019 una exposición bajo el título Camins Creuats (Caminos cruzados) en la que su comisario, Alfonso de la Torre, hizo dialogar obras de ambos artistas, nos da detalles Pilar Parcerisas: "Tretze pintures de Zóbel, datades entre 1961 i 1978 i deu escultures de Chillida, de 1978 a 1998, dialoguen als espais de la galeria i reclamen una atenció per a un moment dolç de la història de l’art espanyol que trencà amb l’hegemonia de l’ informalisme expressionista que representà El Paso a l’entorn de 1957 per una abstracció més ordenada, lluminosa, racional, silenciosa, que s’estendria a altres autors, com Gerardo Rueda i Gustavo Torner, amb qui Fernando Zóbel compartiria la creació d’aquest museu únic a l’estat espanyol, fruit de la seva passió pel col·leccionisme". 

Ahora que ya conoces un poco más sobre este museo (y a qué dedico el tiempo libre), me despido hasta  nueva entrada. 

viernes, 1 de marzo de 2024

La ciudad equilibrista

 Sí, era Cuenca. El pedrusco que te colocaba en primer plano en la primera de las fotos, y que podrías pensar que estaba ahí para tapar el edificio, que también, era una pista clave. Te pongo más fotos de los inmuebles en cuestión y resolvemos.



El primero es un auditorio que lleva desde hace un par de años el nombre del conquense más universal, José Luis Perales, quien llamó a esta ciudad de rocoso poderío la ciudad equilibrista y montó su estudio de grabación sobre la hoz del Huécar siguiendo acaso la estela de otros artistas liderados por Fernando Zóbel que en los 50 quedaron prendados de estos dramáticos acantilados que perfectamente podrían haber sido cincelados por Oteiza. Firma el edificio José María García de Paredes al que Arquia dedicaba la pasada semana un evento en su sede con ocasión de la presentación del libro Escritos sobre arquitectura y arquitectos, evento al que llegué tarde para inscribirme por lo que me quedé compuesto y sin plaza. Lo sentí porque lo presentaba Eduardo Prieto, el arquitecto filósofo del que he disfrutado artículos y libros varios, lo que me habría permitido verle en vivo. Virtualmente ya lo conocíamos porque vi una conferencia suya en la March (mientras friego, ya sabes) colgada en Youtube, te la enlazo con mi muy encarecida recomendación. Prosigamos. Todo el mundo sabe que García de Paredes es un experto en auditorios musicales y que en el más famoso (el de Granada) trabajó con uno de los mejores especialistas en acústica del mundo, Lothar Cremer, quien había colaborado con Scharoun en la nueva Philarmonie de Berlín nada menos. Todos sabemos también que García de Paredes casó con una sobrina de Manuel de Falla, de donde probablemente le venga dicha predilección por la música, disciplina a la que gusta de comparar con la arquitectura como podemos observar en el discurso para su ingreso en la RABASF, leído en 1986 (Paseo por la arquitectura de la música), donde cita al músico gaditano: "Mi trabajo de compositor no es tan misterioso como usted imagina: podría compararse al de un escritor que fuera a la vez arquitecto". El texto, que está en el libro que te comentaba, es técnico y árido por momentos pero también incluye curiosas anécdotas. Siempre banales, te hemos escogido la más trivial: la sorpresa que el mencionado Cremer se llevó al investigar en los 60 la increíble acústica del teatro de Epidauro: "Nos encontramos con un misterio acústico que somos incapaces de explicar: tan pronto como comenzaba la representación, las chicharras, que hacían un ruido tremendo desde los árboles próximos, paraban de repente su canto". ¿Habrán evolucionado las chicharras de la Argólida tras más de dos mil años escuchando representaciones de generación en generación hasta aprender a respetar la música y las actuaciones? ¿Habrán devenido chicharras melómanas? Pasmoso. Rápido inciso: la ópera de Bayreuth diseñada por Wagner toma como referencia Epidauro. Volviendo al presente y al José Luis Perales (hermano pequeño del Auditorio Nacional de Madrid, también de García de Paredes) y por dar un apunte personal más allá del copypaste, diremos que el edificio (que vimos solo desde fuera) nos resultó frío y distante en un primer momento, cortante en sus aristas tajantes, pero al acercarnos observamos que no había para tanto. Se nos antojó eficaz pero sin alardes, resolutivo pero sin carisma, desconcertante en su estilo (¿moderno tardío? ¿postmoderno? ¿antimoderno? ¿ninguno de los anteriores? ¿todos?), ajeno a su entorno por timidez o ensimismamiento y equilibrado pero anodino. Nos sentimos tan identificados con él que nos cayó bien de inmediato. Terminaremos diciendo que se trata de un edificio póstumo que debió ser acabado por el yerno de García de Paredes, Ignacio García Pedrosa (del que hablábamos hace un par de entradas) tras su muerte repentina en 1990. Él y su socia y esposa, Ángela García de Paredes, tienen también en Cuenca la intervención en la iglesia de San Pablo para crear el Espacio Torner, dedicado a uno de los artífices del Museo de Arte Abstracto de Cuenca junto a Zóbel. Un último apunte para señalar que Ángela ha seguido los pasos de su padre y el año pasado fue elegida académica de la RABASF, candidatura presentada por el compositor y director Tomás Marco y los arquitectos Luis Fernández-Galiano (quien leyó la laudatio) y Juan Navarro Baldeweg, casi nada. 

Un párrafo mínimo muy cogido por los pelos te voy a insertar aquí si me lo permites. La estación del AVE de Cuenca, de nombre Fernando Zóbel, nos llamó también la atención en nuestro viaje. De muy moderna factura (2010), incorpora en su fachada una suerte de celosías en acero corten. Me ha sido prácticamente imposible encontrar el nombre de su arquitecto, sólo en una web de Avlo se menciona a Rafael de La-Hoz (no nos extrañaría teniendo en cuenta el gusto del cordobés por las celosías en todas sus variantes; es cierto que en la página oficial del arquitecto no aparece pero tampoco sería una prueba definitiva ya que no es infrecuente que los grandes estudios se olviden de hacer mención a sus obras más menores). Con todo sería bonito en términos de salseo que fuera obra de de La-Hoz ya que su padre trabajó precisamente con José María García de Paredes en el Colegio Mayor Aquinas en Madrid, premio nacional de arquitectura en 1956. Cierro ya, siempre agradecido por tu paciencia. 





El segundo edificio misterioso de la capital castellano-manchega no es otro que la hoy biblioteca estatal Fermín Caballero que fue diseñada en 1957, aunque hasta el 65 no fue inaugurada, por Miguel Fisac nada menos, probablemente nuestra mayor estrella arquitectónica de aquellos años. El de Daimiel, todos sabemos cómo es él, nos ofrece una fachada racionalista de grandes ventanales corridos pero a sus espaldas la contrapone a un opaco bloque prerrossiano para depósito de libros tan solo horadado con rítmicos ventanucos y le añade igualmente en la parte trasera un volumen redondeado que aloja un salón de actos. Además, a la fachada corbuseriana me le adosa un voladizo abracadabrante y equilibrista, trasunto moderno de las famosas Casas Colgadas, aunque él lo justifica más bien como una rebelión ante los urbanistas que decidieron aplanar un cerrillo que justo allí existía y que hubiera permitido unos juegos volumétricos más interesantes:"Es una pena que una concepción ramplona de un urbanismo trasnochado no nos haga posible jugar con la adaptación al terreno de tan gloriosa tradición en Cuenca, teniendo que someternos a la vulgar ubicación del edificio en un solar plano entre calles que nos impone la urbanización del solar de que disponemos. Sólo como rebeldía a esta inadmisible concepción, nos ha parecido oportuno presentar, más como un recuerdo simbólico que como una realidad necesaria, una zona colgada en la planta cuarta…" (más fotos e información)De todas formas, querido lecteur, si a este enigma que te planteábamos has respondido con Fisac y ya, debo darte solo la mitad del punto puesto que el edificio que hoy vemos es el resultado de una profunda renovación llevada a cabo por Luis Arranz allá por el cambio de siglo. Arranz respeta con tino la fachada más visible con su volumen saliente, pero reforma totalmente el salón de actos posterior, apenas utilizado, para ganar espacio para la biblioteca y agranda tanto el depósito de libros como el ala opuesta del edificio con el mismo fin, añadiendo finalmente las preceptivas escaleras de incendios. En el 2018 el mismo estudio vuelve a visitar el edificio para labores de conservación por lo que hoy en día luce como nuevo. Ya puestos decir que Arranz, arquitecto experto en bibliotecas al que desconocíamos, nos ha sorprendido por la variedad de estilos que practica, desde brutalismo inglés hasta minimalismo miesiano pasando por la indescriptible biblioteca que levanta en Vallecas y que resulta que conocía (imposible olvidarla), un cruce inverosímil entre Libeskind, Koolhaas y Rogers (juzga tú mismo) acaso resultado de otra rebelión, contra el ladrillo en este caso, que buscaría enfrentarse al tsunami cerámico que le rodea (los totémicos bloques de Manuel de las Casas y compañía). Tras estas 6 oraciones de relativo en cadena, creo procedente cerrar párrafo e incluso entrada. Dejamos el último edificio para una próxima ocasión.

jueves, 22 de febrero de 2024

Quién sabe dónde

 Tras tanto pesado texto, toca gamificar. A ver si me localizas los arquitectos (todos ellos de bandera) que firman estos edificios, los tres en la misma ciudad. Son obras acaso menores pero con tu nivel, por favor, no tendrás problema en identificarlos. 






Venga, que te pongo pista. Aquí la tienes


viernes, 9 de febrero de 2024

Lo anómalo (3)

 


Fala es un estudio anómalo en Portugal. Mientras la mayoría de sus compatriotas realizan una arquitectura blanca, sobria y rectilínea, ellos ponen en sus obras color, sorpresa y un toque surrealista. Esta foto de Francisco Ascensão la descubro en Afasia, donde recientemente han dedicado una entrada a su Casa de Muitas Caras, en realidad un viejo almacén reconvertido en bizarra vivienda que puede recordarnos a la casa Blasón de Burr que comentábamos en la entrada anterior, otro viejo edificio industrial al que se da nueva vida. Nos ha llamado la atención la foto con esos alambres colgando porque volvemos al non-finito, al dejar las cosas como sin terminar, no sabemos si en plan provocación, broma o, quién sabe, homenaje al mercado municipal de Braga de Souto de Moura, recordemos que el segundo Pritzker portugués dejó las columnas igual de desarmadas cuando, veinte años después de levantar el recinto, desmontó el techo para crear un jardín urbano. Igual también la columna que no toca el suelo en la Suspended House de este joven estudio iconoclasta con sede en Oporto quiere rendir tributo a la columna que Siza diseñó en la entrada de su edificio de viviendas sociales en Berlín (el Bonjour Tristesse). Como las autoridades germanas le dijeron que no podía ser porque había justo debajo tuberías que no lo aconsejaban (excusa que según Siza no tenía fundamento), propuso una columna que no tocara el suelo. Las autoridades competentes lo permitieron, pero se aprestaron a poner un cartel sobre la misma asegurando que dicha columna no era estructural para regocijo del primer Pritzker luso; con todo al final el pilar quedó fijado al suelo, que ya se sabe que bromas por allí, las justas. Lo cuenta en una entrevista que le hicieron los propios socios de fala. Por cierto que no es la última columna juguetona del joven estudio, en La casa para tres generaciones hay una que no alcanza en este caso el techo. Pero lejos de ser simples boutades, que también, el estudio justifica en su web sus peculiares pilares en un denso ensayo trufado de referencias clásicas, japonesas y helvéticas (Olgiati -los dos- aparecen mencionados varias veces: quizá coincidieran en Mendrisio, también dieron clase allí). Te enlazo al texto, de nombre The disorienting column. A RK le encantaría. 

Nos vamos ahora a la República Checa y de allí te traigo otra interesantísima rehabilitación de un edificio industrial para alojar una galería de arte. Ha sido noticia en nuestros medios más punteros (Arquitectura Viva, Metalocus), nosotros simplemente reciclaremos esa información sazonándola con una adjetivación florida, nuestra gran aportación a la blogosfera arquitectónica, y añadiremos un par de detalles superfluos (lo digo por si tienes prisa). En la ciudad de Ostrava dormía el sueño de los justos un antiguo matadero del siglo XIX con un ala totalmente derruída, ladrillos oscurecidos por el hollín de las factorías que entonces lo rodeaban y enormes boquetes en las fachadas. Y entonces la arquitectura que más nos gusta, la que reconstruye sin renunciar a dejar su huella moderna, obró el milagro. Además, en lugar de realizar la típica rehabilitación que oculta las acaso vergonzantes heridas del pasado, el estudio KWK Promes liderado por el polaco Robert Konieczny decidió mantener las dolientes huellas, dejando el ladrillo como estaba y cerrando las brutales aberturas con más elementos juguetones: unos gruesos muros móviles de microcemento que pivotan sobre un eje central y dan carácter contemporáneo al edificio sin quitarle un ápice de su bellísimo esplendor decimonónico, a la vez que hablan de una voluntad democrática de abrir el arte al público. El accidente como oportunidad. El ala que había desaparecido se reconstruye totalmente en lo que parece cemento, siendo su engarce con el resto del edificio el punto de estética más discutible en mi opinión. Sería bonito guiarnos en la vida por el mismo principio que enseña esta rehabilitación, esto es, no ocultar las cornadas que adornan nuestras carnes trémulas sino mostrarlas sin temor porque al cabo forman parte íntima de nuestro ser. Y si pudiéramos además reconvertirlas en situaciones de aprendizaje que dice la LOMLOE pues miel sobre hojuelas (como ves además de léxico empalagante colamos baratijas en plan autoayuda sin empacho alguno). La rehabilitación ha sido seleccionada para los premios Mies van der Rohe en la segunda criba (los proyectos de KWK Promes ya fueron elegidos en otras diez ocasiones para este premio europeo), date una vuelta por su web y admira sus originales casas, puedes empezar con la Konieczny´s Ark, premiada en los Wallpaper Design Awards de 2017 (la rehabilitación que hoy nos ocupa ha ganado también varios premios en la República Checa), pronto por cierto el estudio polaco tendrá obra en España

Nos gusta el ladrillo (acaso porque somos madrileños) así que para completar la tríada de rigor te traigo otro ejemplo último de rehabilitación con dicho material como protagonista. Se trata de una intervención de MAD Architects, el estudio chino liderado por el siempre imaginativo Ma Yansong que de vez en cuando nos da un buen susto; sin embargo en su proyecto ya terminado para la estación de Jiaxing nos ha ganado del todo. Ha hecho una magnífica estación futurista bajo tierra sobre la que ha colocado un espléndido parque urbano, pero me quiero centrar en otro aspecto del proyecto, acaso menor: la rehabilitación de la antigua estación. Y es que no se trata de la simple reconstrucción de un edificio ajado, sino de, no sé cómo llamarlo, una resurrección arquitectónica en toda regla. Te cuento. Jiaxing tuvo una recoleta estación de ladrillo con un toque beauxartiano que fue inaugurada allá por 1909 y la unía con Shanghái entre otras importantes ciudades. En los años 30, durante la guerra contra Japón, la estación fue bombardeada con cruel saña (hasta siete veces al parecer recibiendo 68 impactos de obús) y más tarde reconstruida por las autoridades japonesas, desconocemos hasta qué punto el edificio original fue respetado. Lo que sí sabemos es que en los 90 fue necesario ampliar las instalaciones ferroviarias por lo que se optó por demoler la antigua estación y colocar este engendro en su lugar. Y una vez más se obra el milagro -esta vez más milagro que nunca-: en 2019 se decide quitar de enmedio el estafermo y devolver la desaparecida estación heroica a la vida (vamos, como se hizo con el Pabellón de Barcelona de Mies). 210.000 ladrillos, elaborados a partir de las entrañas arcillosas de un lago cercano, lo harán posible, por no hablar del trabajo de investigación de un buen puñado de expertos que analizaron todo tipo de documentos para replicar el edificio de la forma más precisa posible. La pequeña estación queda algo acogotada en medio del enorme y moderno complejo ferroviario y el clon no deja de resultar un contrapunto anómalo y artificial entre tanto high-tech, pero como ejercicio de recuperación de la memoria histórica es para quitarse el sombrero (en Madrid, dicho sea de paso, la nueva estación de Chamartín de b720 y UNStudio mantendrá las características bóvedas diseñadas en los 70 por Corrales y Molezún, también respetadas o replicadas en los proyectos no ganadores de Foster y Zaha Hadid). Tras enlazarte a una entrevista con Ma Yansong donde habla de su trabajo en Jiaxing, toca despedirse hasta nueva ocasión. 



sábado, 27 de enero de 2024

Lo anómalo (2)

 


No, esto no es un rénder, probablemente por desgracia. Se llaman Kaktus Towers, obvio, y están a punto de terminarse en Copenhague, por si te interesa te enlazo a la página web de la promoción donde puedes ver fotos, planos y precios. Las vistas, nos dicen animosamente en la web, son lo mejor (si te gusta -mucho- la arista), y quizá compensen los puntiagudos planos de planta que en los apartamentos más pequeños (33 m2) deben producir una experiencia de usuario algo anómala: ¿El hygge era esto? Son de BIG, el macroestudio danés ya tan global que acaso esté perdiendo el norte. ¿Dónde quedó el sobrio estilo escandinavo que en lo más crudo del crudo invierno moderno introdujo un soplo de elegante calidez orgánica? Uno ve esto y se acuerda de aquel artículo en el que Ignacio Pedrosa proponía crear no ya empresas constructoras sino destructoras. Por cierto, que le he conocido (de lejos) junto a su socia Ángela García de Paredes en el último evento organizado por la Fundación Arquia que precisamente giraba en torno a las influencias de la arquitectura nórdica en la arquitectura española, se trataba de la presentación de un libro de nombre Miradas convergentes en torno a la arquitectura nórdica en el que se reproducen conversaciones más o menos informales que durante la pandemia mantuvieron, a menudo por videoconferencia, varios de nuestros arquitectos más escandinavos: entre otros, los Paredes y Pedrosa, Linazasoro (unidos los tres por Valdemaqueda, recordemos también que el estudio de Linazasoro nos está remodelando la Puerta del Sol) o Jaume Mayol e Irene Pérez -de TEd'A arquitectes-, todos ellos presentes en el evento de Arquia en el que podría haber estado también Moneo, acaso nuestro mayor nórdico. Apenas he empezado a leer el libro, pero ya he descubierto interesantes claves que nos hablan de la Conexión Escandinava en nuestro país: Fisac fue el primero en viajar al norte extremo en pos de la arquitectura que allí se hacía, Xavier Ros (de Harquitectes) comenta que una visita a Can Lis, la casa de Utzon (el sufrido autor de la Ópera de Sídney) en Mallorca, cambió para siempre la arquitectura de su estudio al descubrirles esa casi obsesión por abrir la casa al exterior, algo que también puede verse en la casa Muuratsalo de Aalto: ¿hay algo más anómalo que un patio mediterráneo en Finlandia? Otra pista que descubro en el libro de Arquia es que la Escuela de Madrid tuvo siempre una estrecha vinculación con lo nórdico (espoleada por uno de sus más insignes profesores, Fernández Alba, ay, su ballena en la Puerta del Sol se la va a llevar por delante Linazasoro en su reordenación, ahí el profesor se dejó llevar más por Foster que por Asplund); y por si no fuera suficiente, la primera exposición que inauguró en 1983 la Arquería de Nuevos Ministerios madrileña fue "Clasicismo nórdico 1910-1930".   

Hablábamos de la Choricera de Inza y Dols en la entrada anterior y nos sorprendíamos también de sus anómalas formas, surrealistas incluso (y un punto escandinavas), máxime cuando a Dols la familia Postigo le había pedido una fábrica bonita, término que entre nuestros arquitectos provoca sarpullidos. Es curioso, dicho sea de paso (como todo en este tu blog), que no suceda lo mismo en el mundo anglosajón, donde beautiful parece utilizarse sin mayor sonrojo incluso para designar comisiones como la Building Better, Building Beautiful que, erre que erre, llamó a su informe final Living with Beauty (Trump trató de hacer algo parecido). Y en esto me topo en internet con esta cita de Gaugin en una web del estudio Rien de Rien; "Le laid peut être beau. Le joli jamais" (Lo feo puede ser bello, lo bonito jamás). O sea, que la Choricera puede ser, a su manera, bella (¿el cactus de BIG también?). En la exposición Ecosistemas.zip, dedicada a estudios jóvenes y que pude ver precisamente en la cuarentona Arquería de Nuevos Ministerios, que el mes pasado fue renombrada La Casa de la Arquitectura con interesante página web y estatus de museo nacional, descubro al estudio Burr, que hace gala de un cierto feísmo incluso en su nombre (burr en inglés significa rebaba, esto es, la terminación irregular que sobresale en una superficie tras aplicar una herramienta sobre ella, terminación que debe ser más tarde pulida -o no). Esa condición de inacabado o en bruto se hace incluso evidente en su tipografía corporativa, de burdos bordes. Mira, te enlazo a su web y te haces idea mejor. Esa condición de non-finito igual también puede llevarnos de nuevo a los nórdicos (Muuratsalo otra vez) y de vuelta a sus  correlatos hispanos (Harquitectes, etc). Pero voy aquí a detenerme apenas dos líneas en Burr si no te importa, porque este estudio tiene una enjundia interesante. Su casa Blasón en el barrio madrileño de Carabanchel, realizada para un escritor, rehabilita una anónima nave industrial con toda la intención dentro de un proyecto que denominan Elements for Industrial Recovery. La terminación de las paredes es totalmente irregular, y la casa hace gala de protuberancias de toda índole que la convierten en un hogar anómalo, sí, pero atractivo. Más información y excelentes fotos aquí. Otra de las intervenciones del estudio bordea la instalación artística. De nombre Panoramah!, consistió en colocar una furgoneta de reparto boca abajo y colgarla de un cable para servir de contrapeso que permitiera la apertura de una enorme ventana de guillotina (de nuevo, mejor lo ves en este video). Se nos escapa el significado de semejante ocurrencia -acaso no lo tenga y se trate de un mero alarde tecnosurreal ideado para descolocarnos, tipo encuentro entre máquina de coser y paraguas en mesa de disección. Habla RK (Delirio de Nueva York): "Esta es la causa de la "escasez de realidad". Este proceso se intensifica en el siglo XX y viene acompañado por un malestar paralelo: la convicción de que todos los hechos, ingredientes, fenómenos, etc., del mundo, han sido clasificados y catalogados, que las reservas finales  del mundo ya se han repartido. Todo se conoce, incluso lo que todavía es desconocido. El MPC [Método Paranoico Crítico de Dalí] es tanto el producto de esa ansiedad como el remedio contra ella: promete que, gracias al reciclado conceptual, el contenido gastado y consumido del mundo puede recargarse o enriquecerse como el uranio, y que simplemente mediante el acto de la interpretación pueden crearse generaciones siempre nuevas de hechos falsos y pruebas inventadas. El MPC propone destruir, o al menos desbaratar, el catálogo definitivo, cortocircuitar todas las clasificaciones existentes, volver a empezar: como si el mundo pudiese reorganizarse como una baraja de naipes cuya secuencia original fuese decepcionante". En fin. Como decía Bernardo Soares (Pessoa) en el Libro del desasosiego: "Absurdicemos la vida, de este a oeste". Volvemos a Inza, y su énfasis en los absurdo, lo surreal, lo erróneo. Para más inri, cuando los integrantes del estudio Burr realizaron Panoramah! se llamaban El Taller de Casquería... (tenemos candidato ideal para recuperar la Choricera).

Imposible ya retomar me despido con dos regalos por tu aguante. El primero es una conferencia sobre Aalto de Fernández-Galiano, una de mis favoritas de las varias del arquitecto filólogo que pululan por YouTube y que veo mientras friego los platos, si me permites el detalle absurdo (es por dar un toque personal), convirtiendo una labor antaño anodina en un esperado momento de intenso disfrute (niquelados me quedan los platos, perladas las cuberterías, radiantes las encimeras demorándome en su limpieza). El otro es una golosina visual: la magnífica rehabilitación de una casa extremeña, la Casa Cortijo Jamonero (último guiño a Inza) de Jorge Vidal y Marcos Catalán. No será nórdica (aunque Vidal estudió en Mendrisio con Zumthor, así que algo hay) pero tiene hygge para dar y tomar. Aquí la tienes

sábado, 13 de enero de 2024

Lo anómalo

 


Estas frías Navidades me desplacé con la familia a Pedraza a pasar un par de días. La visita a la cercana Segovia era obligada, y tras el recorrido por los musts de rigor de la bella capital castellana que reúne un collage de estilos más propios de allende fronteras que de nuestro país (el acueducto romano, un alcázar que parece transplantado de la Touraine, la catedral con una potente torre que puede recordar a los beffroi flamencos o una bizarra iglesia -la de la Vera Cruz- que pertenece a la orden de Malta y tiene una planta centralizada dodecagonal que imita a la Mezquita de la Roca de Jerusalén), sometí a los míos al justo y necesario encuentro con la modernidad. Les llevé a ver el edificio que el estudio Sancho-Madridejos han levantado en las afueras dentro de un masterplan del mismísmo David Chipperfield (el llamado Círculo de las Artes y la Tecnología -CAT- que iba a incorporar once edificios, por ahora solo tenemos el mencionado) y que, con su cúpula bicónica inspirada al parecer en Chillida, esperaba generara en mis hijos y un servidor (no tanto en mi contraria) el famoso efecto wow. Decir que en el jurado para la selección del masterplan ganador (el concurso se falló en un lejano 2008) se encontraban Fernández-Galiano y Ezquiaga, vamos, que no se anduvieron los segovianos con medias tintas. Convendrás conmigo que con semejantes antecedentes había expectación por mi parte. 

Lo cierto es que el edificio de Sancho-Madridejos me dejó más bien frío. Con la mudanza en ciernes de un nutrido grupo de trabajadores del ayuntamiento, vallado, inaccesible, solo en mitad de un gélido páramo (me pareció ver el fantasma de la Ciudad de la Justicia madrileña rondando por allí), el inmueble y su espectacular cúpula bicónica se nos antojaba triste y aletargado, como hibernando tras un eterno invierno. Hubo otra poderosa razón que desvió mi atención casi de inmediato. Enfilando la carretera para ir al masterplan de marras, me veo de sopetón la torre bizarra, de un rojo carnal (frente al blanco moderno del edificio de Sancho-Madridejos) de la Choricera, nombre popular que se dio a la fábrica de embutidos Postigo, de Curro de Inza y Heliodoro Dols. No tenía ni idea de que estaba allí y para nada estaba en mis planes ir a verla. Apenas conocía unas añejas fotos tomadas por Paco Gómez en blanco y negro (recordemos que la fábrica se inauguró en 1966), y aunque sabía que tenía algún tipo de protección patrimonial y valor arquitectónico estaba totalmente fuera de mi radar. El caso es que tras bajar del coche para hacer fotos al edificio níveo y lustroso acabé pasando olímpicamente de él y dirigiéndome a esa extraña construcción que no había por donde coger. Segovia volvía a impactarme por su arquitectura anómala, extraña y extranjera; en un primer momento -ojo que se viene ocurrencia, nosotros ya sabes, irredentos en nuestra busqueda de las conexiones invisibles que diría Fernández Mallo (y Vangelis)- me recordó, agárrate, a un cruce entre la Torre Velasca, terminada a finales de los 50, y un ayuntamiento escandinavo tipo Oslo (también de por esos años). Y qué decir del tejado que recubre el edificio inferior. Pero por favor, si está plagado de aristas (aquí también podemos encontrar otra conexión con Sancho-Madridejos y su gusto por el origami arquitectónico: Los placeres del pliegue tituló Arquitectura Viva, un punto sassy, un monográfico sobre la pareja; ver como muestra este bello botón). ¿Es ese tejado cortocircuitado un reflejo de las montañas segovianas o nos estamos cargando al padre (Mies) con saña salvaje? ¿Esto es organicista o pura casquería (nunca mejor dicho) gore? Pero vamos a ver, si hasta a la minúscula caseta del guarda me le han puesto un tejado que sube y baja en vertiginoso vaivén. De qué van estos arquitectos, por Dior (como curiosidad, resulta que un par de días más tarde me volví a encontrar con la fábrica en la serie Berlín, spin-off de La casa de papel, donde aparece situada en Francia). 

De inmediato se hizo evidente que tenía que investigar, desde la superficialidad que nos caracteriza, no esperes maravillas, sobre Dols e Inza. Lo primero que me encuentro en internet es que son ambos de la promoción CX (1959) de la Escuela de Madrid en la que descubro arquitectos del calibre de Fernando Higueras (otro furibundo antimiesiano), autor de la Corona de Espinas madrileña o del tremendo ayuntamiento de Ciudad Real, donde vuelvo a ver a la Torre Velasca, igual me lo tengo que hacer mirar. Ya puestos recordar que la tal torre, icono milanés, es del estudio BBPR, la última R es por Rogers (Ernesto), primo del Richard de nuestra T4. Richard habla de su primo y de la torre en A place for all people, y fíjate lo que cuenta: "Ernesto se había unido al CIAM (...) en los primeros 50, pero se distanció de la posición dogmática de la primera generación de los arquitectos modernos, quienes veían su tarea arquitectónica -y social- como una que suponía empezar el mundo desde cero, haciendo tábula rasa. Ernesto desafió dicho concepto (...). Esto le hizo impopular entre entre algunos modernos como Reyner Banham, más tarde un buen amigo mío, de quien Ernesto se mofaba por su modernidad fría y cortante, llamándole un "defensor de los frigoríficos". O sea que en los 50 ya había un antimiesianismo rampante que, como todo el mundo sabe, explotaría en los 60, y yo que pensaba que eso era cosa de Higueras y algún otro lobo solitario más. Richard trabajó en la oficina milanesa de BBPR haciendo pequeños trabajos justo en la época en que se estaba diseñando la Torre Velasca, que dice recordarle a a los castillos lombardos medievales y donde su primo y demás socios unirían pasado, presente y futuro sin complejos. Por aquel entonces hacía el servicio militar, corría los Sanfermines y se metía en líos de toda índole (como ya te comenté en alguna ocasión acabó en un calabozo donostiarra por bañarse en la Concha en cueros), años después haría el Pompidou, otra trastada más. 

Pero no nos desviemos de tema. Estábamos con la promoción CX de la Escuela de Madrid, que como decíamos tenía entre sus filas arquitectos de postín. El trabajo de fin de carrera fue el diseño de una capilla funeraria en un cementerio militar, en los distintos trabajos vemos esa pulsión entre romper la caja moderna (el de Higueras, que ya conocía, es el más evidente) o replicarla con esmero, así el proyecto de Javier Martínez-Feduchi, aún manteniendo el apellido Martínez del que pronto se desharía, hijo del autor del Edificio Capitol en la Gran Vía madrileña y que acabaría haciendo, no muy lejos del Capitol, una obra que, por decirlo finamente, nunca he comprendido, la rehabilitación del Oratorio del Caballero de Gracia (en concreto su fachada a la Gran Vía). También tenemos en la promoción a José Serrano-Súñer Polo, sí, hijo del ministro de Franco y de la hermana de la esposísima. Con semejante genealogía acabaría diseñando casoplones para la jet set marbellí. Curiosamente también forma parte de esa añada un arquitecto totalmente contrapuesto a Súñer, Eduardo Mangada, quien sería con el tiempo miembro del PCE, concejal de urbanismo con Tierno Galván y Leguina y se centraría en promociones de vivienda social de elegante sobriedad (su proyecto es uno de los más miesianos). También andaba por aquí Luis Peña Ganchegui, el autor de la plaza del Tenis en Donostia junto al Peine del Viento o la de los Fueros en Pamplona Vitoria, ambas en colaboración con Chillida. Asienta su capilla funeraria sobre unas rocas de perfecta irregularidad como adelanto de sus trabajos posteriores. El diseño de Curro Inza, uno de los mejores (en mi modesta opinión), también recuerda a la fábrica segoviana, en él una esbelta torre se alza sobre una topografía artificial que luce tejados tan atormentados como aquélla. Es el único que acompaña su proyecto con un bello texto poemático (Curro escribía poesía, y le encantaba la música y la pintura), te extraigo una pequeña muestra de su final: "Y a los pies de la torre / duelen los oídos de silencio / de tan hueca y desnuda como está", afirmación que bien vale para la torre de la Choricera hoy en día, en estado de triste abandono. ¿No podrían haberse venido los trabajadores del ayuntamiento a este edificio para insuflarle nueva vida? Acaso el fantasma de gorrinos eviscerados no motivara al alcalde a hacer tal mudanza (la torre se utilizaba como secadero del embutido), sin olvidar las posibles chanzas populares: todos conocemos los segundos significados del término chorizo. En fin. Tienes aquí más información sobre dichos proyectos. 

Centrémonos brevemente en la fábrica de los Postigo. En un primer momento Heliodoro Dols es el encargado del diseño. Carlos Postigo le acompañará en un viaje por varios paises de Europa e incluso Estados Unidos para recopilar información sobre el diseño fabril ya que la familia estaba muy interesada en levantar una fábrica ante todo bella. Toma anomalía. Dols, viendo el calibre del encargo recurre a su compañero de promoción Inza, quien pronto toma los mandos del diseño cuando a Dols le ofrecen el proyecto de su vida: el diseño del santuario de Torreciudad. Podríamos decir, si me permites ese toque melodramático que tanto nos gusta, que en Heliodoro venció al cabo el espíritu sobre el mundo y la carne. Ganaría por aquellos años (en 1965) el premio nacional de arquitectura de manera (en mi opinión) harto anómala por una  fuente diseñada junto a Antonio López para Pedraza que hacía gala de inquietantes formas: un bosque de púas rodeando a una tierna niña dormida en un moisés. Afortunadamente no se llegó a hacer pero, oye, juzga tú mismo

Inza, ya solo a los mandos del proyecto charcutero, se lanzaría a hacer un diseño ante todo visceral. Las formas que tanto nos sorprenden (y eso que no puede verse el interior, aún más enjundioso al parecer, con escaleras que recuerdan a Gaudí y mobiliario diseñado especialmente para la fábrica) no son mera casualidad sino que responden a una arquitectura que Inza quiere surreal, absurda incluso, que pone en valor la sorpresa y el error, totamente alejada de los cánones del momento. Habla Moneo (de una promoción un par de años posterior, por lo que coincidió con el arquitecto en la escuela) en un artículo de 1978 presente en Escritos sobre arquitectos españoles (1961-2021): "Me atrevería a decir que Curro Inza desconfiaba de la contemporaneidad: nada le hubiese disgustado tanto como el que alguien le hubiese dicho que estaba al día". Todo eso le llevaría, en un contexto en el que pese a todo Mies aún tenía peso, a una cierta marginación profesional. De nuevo Moneo: "Los tiempos no estaban maduros para lo que Curro Inza quería decir y, buscando un campo más amplio para exponer sus ideas, aceptó una cátedra en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra, lo que contribuyó aún más a fomentar su voluntaria y provocadora marginación" (¿te imaginas cómo debían ser sus clases?). Te recomiendo la lectura del trabajo elaborado por el estudio segoviano SF23 Arquitectos donde se dan muchas claves de su peculiar manera de entender la disciplina (si quieres más, tienes la tesis doctoral de 741 páginas que le dedicó Ángel Verdasco en 2013). Termino ya, agradecido de que me hayas acompañado hasta aquí, con una cita de nuestro arquitecto: "Para mí, lo más bonito que tiene la arquitectura son sus anomalías. Como en el hombre, en las anomalías, equivocaciones, errores, es donde creo que hay un material inmenso, inagotable, de detalles. Eso lo tenemos visto en el Románico como en ningún otro estilo. Serie alucinante de errores y equivocaciones verdaderamente fundamentales". 



lunes, 25 de diciembre de 2023

Lo que no perece (2)

 


“Cuando muere, todo el mundo debe dejar algo detrás, decía mi abuelo. Un hijo, un libro, un cuadro, una casa, una pared levantada o un par de zapatos. O un jardín plantado. Algo que tu mano tocará de un modo especial, de modo que tu alma tenga algún sitio adonde ir cuando tú mueras, y cuando la gente mire ese árbol, o esa flor, que tú plantaste, tú estarás allí. No importa lo que hagas – decía – en tanto que cambies algo respecto a como era antes de tocarlo, convirtiéndolo en algo que sea como tú después de que separes de ello tus manos. La diferencia entre el hombre que se limita a cortar el césped y un auténtico jardinero está en el tacto. El cortador de césped igual podría no haber estado allí. El jardinero estará allí para siempre”. (Farenheit 451, Ray Bradbury) 

domingo, 5 de noviembre de 2023

Territorios formalizados (3)

 


¿Qué tal tu Halloween? Yo disfruté entre otras cosas viendo La caída de la Casa Usher, la estupenda serie de Mike Flanagan, un mashup de los más famosos relatos de Edgar A. Poe enhebrados en torno al tema, muy de moda ahora en la ficción anglosajona, de la adicción a los analgésicos. Te la recomiendo si te gusta el atormentado escritor americano y las cintas de terror (no existiría el género sin la disciplina a la que dedico este tu blog). Tiene algún momento slasher pero sin pasarse. Si encima eres de mi quinta, disfrutarás viendo a Mark Hamill, el Luke Skywalker de Star Wars, en un papel que borda. Y tiene su enjundia. Solo por el discurso que Madeline suelta en el último capítulo merece la pena verla, ahí lo dejo. 

Halloween también nos ha dejado algún que otro buen susto arquitectónico. Ma Yansong, antes muerto que sencillo, nos acaba de mostrar su último proyecto (aún solo rénder, hay esperanza) y casi me ha dado más miedo que la serie. Ha cogido una antigua fábrica de cemento en Shanghái, ha mantenido su estructura cadavérica en plan casa Usher, le ha plantado encima una suerte de espectro plateado o nave alienígena (de peli de Serie B) y aquí paz y después gloria. Es mi triste obligación enlazarte a tal engendro, no sin antes avisarte de que las imágenes pueden herir gravemente tu sensibilidad (aunque también es cierto que para gustos los colores), ahí va. No ha sido el único susto reciente. OMA nos ha demostrado de lo que es capaz en Mánchester con los Aviva Studios, una enorme crisálida de belleza distraída diseñada para descomunales eventos artísticos (¿necesarios? The Shed, un concepto parecidoestá infrautilizado) que parece ser una versión cutre de La Casa da Música y encima ha costado el doble de lo proyectado. Tú mismo

Para endulzar el trago, y porque se nos quedó pendiente, retomo el tema jardín aunque ya no pegue ni con cola. Hablábamos del Lur Garden de Íñigo Segurola, quien, curtido como te decía en la televisión, sabe crear narrativas casi tan fantásticas como las de Flanagan. Para su bello jardín de Oyarzun no pierde ocasión de explicar que el diseño se le ocurrió tras una noche de insomnio (igual era Halloween) en la que piensa que fue abducido por Mari, la divinidad de las cavernas en la mitología vasca, para poco después soltar que el agua de uno de los estanques del jardín se mantiene incorruptible a pesar de no renovarse porque, según le dijo algún esotérico visitante, sería una puerta a otra dimensión. Personalmente no experimenté ninguna abducción o transición dimensional, pero te puedo asegurar que el lugar es verdaderamente mágico (incluso para visitantes adolescentes, que ya es decir). Es cierto que comparados con los parques franceses, tan cartesianos y ordenados, el Lur (Tierra en euskera), diseñado a partir de formas circulares, te parecerá algo caótico e incluso agobiante (hay un momento en el que para seguir el camino tienes que casi llevarte por delante varios macizos de hortensias), pero el objetivo es crear un efecto de inmersión en la naturaleza realmente único y provocar "una desorientación inspiradora" (como dice Oudolf sobre su jardín en Vitra). Ya puestos, decir que Segurola ha proyectado numerosos parques y espacios urbanos en el País Vasco y especialmente en San Sebastián, su ciudad natal, así, el Jardín de la Memoria junto a la Parroquia de Iesu de Moneo o el rediseño de la emblemática Plaza Gipuzkoa. Será también el encargado del diseño paisajístico en el edificio que BIG ha proyectado en Donosti para el Basque Culinary Centre (el GOe), inmueble por cierto contra el que se han manifestado vecinos de la zona ya que supondrá la desaparición de una pequeña zona verde que, según ahora sus defensores, apenas tenía uso en una ciudad con tantos espacios naturales (sin ir muy lejos de donde estará la nueva construcción se encuentran la playa de la Zurriola o el monte Ulía). Sea como fuere el ayuntamiento ya ha otorgado los permisos y parece ser que será construido por Amenábar empezando este mismo mes. En Madrid, como última curiosidad, Segurola ha proyectado los jardines corporativos de Repsol en el claustro del edificio de Rafael de la-Hoz. En el proyecto inicial dicho claustro iba a ser transitable para regocijo de los ilusos vecinos (yo el primero), pero hoy es un hortus conclusus en toda regla. 

Por cierto que hemos podido ver hace muy poco al fundador de BIG, Bjarke Ingels, en la segunda edición de la Tutor 16 Sharing Experience en Arquia, que últimamente está que lo tira. Foster y Moneo han pasado también por la nueva sede rehabilitada por Emilio Tuñón. Sólo pude asistir a la charla que dio Moneo junto a Fernández-Galiano, una verdadera delicia con entretenidos momentos de tira y afloja: a pesar de los baturros empeños de don Luis no hubo manera de que Moneo nombrara un arquitecto que le hubiera influido (don Luis le jaleaba con Rossi pero el navarro se ponía de perfil) ni tampoco que señalara un arquitecto que fuera continuador de su estilo (jobar, tenía a Tuñón escuchándole, de pie, a tres metros). Por su parte, la segunda cita del Tutor 16 reunió esta vez a ocho arquitectos jóvenes. Los conocía a todos menos a Roger Tudó, que resulta que es uno de los socios de Harquitectes, uno de los estudios catalanes que más me gustan. En el debate, muy técnico, dentro de un diagnóstico común de crisis energética, sostenibilidad, etc., salieron pronto a relucir, gracias principalmente a los agudos comentarios de Izaskun Chinchilla, siempre brillante en sus intervenciones, dos posturas hasta cierto punto antagónicas y que, resumiendo que no tengo todo el día, podrían sintetizarse de tal guisa: una, algo tipo "la complejidad del mundo actual nos obliga a innovar con frenesí y no dar nada por hecho"  representada por un Andrés Jaque desatado, embutido en un inolvidable outfit marciano que parecía sacado de Desafío Total, aquella peli de Verhoeven, y una segunda, lacónica, liderada por Tudó (vaqueros y camiseta en tonos desganados) en plan "la arquitectura debe dar placer con lo imprescindible y dejémonos de películas", entroncando acaso con  la llamada Escuela de Barcelona, a la que Moneo dedicó un artículo en 1969 nada menos donde nos hablaba de posibles claves de dicha escuela, la principal sería una "sumisión a la realidad", a la experiencia concreta y cotidiana de la arquitectura a partir de la cual el arquitecto encuentra soluciones a los problemas planteados y elabora sus principios teóricos (y no al revés). Sus presentaciones no podían ser tampoco más diferentes en estilo: el autor del colegio Reggio (del que hablábamos hace poco) sorprendió con un speech raudo y superlativo, apasionado, preparado y potentísimo, mientras que Tudó iba desgranando tortuosamente su presentación con lentitud cansina y aparente ensimismamiento aunque al final lograba articular un discurso (breve) muy coherente con algún que otro fogonazo. Los demás se alineaban  con el primero (Chinchilla) o el segundo (Jose M. Sánchez), o iban más o menos por libre. Ingels, muy americano aunque sea danés, básicamente se dedicó a vender su producto, pero al final dio con una de las claves de la tarde, el concepto de sostenibilidad hedonista, vamos, que se puede ser sostenible y disfrutarlo, algo que no es nuevo por otra parte. Fernández-Galiano sin ir más lejos, moderador también de la sesión, decía ya hace más de 10 años en su discurso de entrada en la RABASF: "la renuncia a lo superfluo en la arquitectura y en la vida puede ser una fuente de belleza y placer". 

Pero volvamos a Cataluña. ¿Se podría hablar aún de una Escuela de Barcelona? Es una absurdez (incluso una absurdidad) que dé yo una opinión, pero yo diría que sí. Veo una arquitectura que busca la sobriedad ("la economía puede ser una buena escuela de diseño" que decía Lluís Nadal); que es profundamente elegante sin aspavientos absurdos (Moneo enseñó en Barcelona una década, parece que dejó huella); que es racional pero sin caer en el despojamiento monacal de los modernos heroicos (contra el que Chinchilla arremete, defendiendo el "marujeo" de la decoración, Santiago de Molina nos recordaba el pasado lunes cómo a menudo vivimos entre ambos extremos) y que mira al pasado sin complejos -no sé si Jaque se refiere a esto cuando habla de "romanticismo conservador". Jordi Badía, de BAAS (apuesto por su Pallars 180, ejemplo palmario de todo lo que acabo de decir, como uno de los finalistas del Mies) comisarió junto a Félix Arranz una exposición para la Bienal de Venecia del 2012 sobre arquitectos catalanes y de las Baleares que llamó Vogadors, "remeros" en catalán, pues, como ellos, avanzan hacia adelante pero siempre mirando atrás, recordando una cita de Oteiza: "Quien avanza creando algo nuevo, lo hace como un remero avanzando de frente, pero remando de espaldas, mirando atrás hacia el pasado, hacia lo existente, para poder reinventar sus claves". 

Te dejo ya con un regalo, una maravillosa golosina visual y de paso volvemos al inicio: el jardín. Es la magnífica Casa Hernández, de Langarita Navarro (María Langarita estuvo también presente en el Tutor16), una sorprendente reinterpretación del pareado de rigor construido en torno a un bellísimo jardín subterráneo. No te lo pierdas.  Por cierto, casi se me olvida: la foto de la entrada es una fotografía de Juan Carlos Vega incluida en la exposición Fearless. Manos de la arquitectura y que estuvo expuesta en la biblioteca Eugenio Trías, en el parque del Retiro de Madrid. Las manos son de Moneo. 

domingo, 15 de octubre de 2023

Territorios formalizados (2)

 


Pues decíamos que nos íbamos a Suecia, y de allí es esta foto, en concreto de Lund, ciudad que destaca por albergar la universidad más antigua del país y una bella catedral románica, la más importante en dicho estilo de Escandinavia. En un espacio vacío a cinco kilómetros de la catedral, donde se va a construir un nuevo barrio (Råängen) en terrenos pertenecientes a dicha catedral, los arquitectos noruegos Brendeland y Kristoffersen han creado un jardín clos (o casi) que puede recordar al pabellón para la Serpentine londinense que diseñó Zumthor junto a Oudolf, el paisajista que mencionábamos en la anterior entrada. El recinto, de 40 x 40 metros, está cerrado en tres de sus lados por una pared de 2,4 metros de altura levantada con 48.000 ladrillos reciclados provenientes de una desaparecida fábrica de mermelada. El cuarto lado queda abierto, resguardado por una enorme tejavana metálica que recupera sistemas constructivos en desuso y cose artesanalmente sus cerchas con 20.000 remaches en alusión al tejado de las torres de la catedral, culminado de la misma manera tras la polémica renovación llevada a cabo a finales del XIX por Helgo Zetterval y que ocuparía 20 años nada menos. Los ingenieros de estructuras a cargo de la singular marquesina fueron los londinenses Price and Myers como no podía ser de otra manera, no olvidemos que los británicos fueron los reyes de la arquitectura del hierro. Bajo la tejavana, una simple mesa de unos 7 metros con bancos corridos para celebraciones comunitarias. El interior del exacto cuadrado se planta con especies autóctonas que irán cambiando según decisión de los futuros vecinos. El nombre de tan singular vacío construido es Hage, un casi non-place que ahora resulta aparentemente inútil, pero cuando el vecindario se vaya cuajando en torno suyo será un codiciado punto de encuentro de los ciudadanos, un pulmón en medio del tejido urbano. Podría parecer que es empezar la casa por el tejado, pero demuestra un urbanismo muy inteligente (agrícola) que cuida, digámoslo así, el espíritu sobre la materia, no olvidemos que la promotora es la iglesia luterana sueca, más concretamente el consejo de la Catedral de Lund, quienes asumen Råängen como una plataforma de debate sobre cuáles son los valores que debería regir un desarrollo urbano, valores que bien podrían ser los que defiende Richard Sennett en El artesano: el deseo básico de realizar bien una tarea, sin más, y que es "contrapunto alentador a la especulación insaciable, a la competitividad desmedida, al espíritu consumista en que nuestra cultura vive inmersa hoy. Un concepto renovado que, por otra parte, cuestiona un mundo que (...) parece exigir con sorprendente naturalidad la inmediatez de los resultados", como señala Carmen Díez Medina hablando en este caso sobre Moneo en un artículo (Rafael Moneo, el intelectual artesano) incluido en Consideraciones sobre la obra de Rafael Moneo, libro que nos regalaron a los afortunados asistentes a la entrevista que recientemente le hizo Fernández-Galiano al Pritzker navarro en Arquia, lujazo para no olvidar. 

Pero por favor vayamos por partes. Volvamos a Lund. La capellana de la catedral y codirectora del proyecto, Lena Sjöstrand, crea una bella narrativa que conecta Hage con el jardín del Edén: "el jardín bíblico es tanto memoria como futuro, un recuerdo de seguridad primigenia y la interacción de todo lo que está vivo", y recuerda que en el relato de la creación el séptimo día (dedicado al descanso), es clave: en Hage los ciudadanos podrán descansar tras las intensas labores de la semana. También tiene bellas palabras para los ladrillos reciclados del recinto: "Los ladrillos no son iguales en color o forma. Han formado parte de otros edificios antes. Ahora forman una nueva estructura juntos. La individualidad de cada ladrillo se funde en un nuevo todo. Como los ladrillos de los muros de Hage, nosotros somos también parte de un todo común. Las personas somos piedras vivas en una construcción compartida. Venimos de diferentes contextos y culturas. Hablamos distintas lenguas y tenemos experiencias divergentes. Apoyamos la construcción juntos. Su belleza está en su diferencia". Y por supuesto la enorme mesa es como un altar: "La mesa de Hage se convierte en un punto de encuentro donde participar del conocimiento de los demás y hablar de la vida". Gillian Darley, escritor británico, conecta igualmente el jardín sueco con otros espacios de ocio robados al agobiante tejido urbano en un artículo que te invito a leer, y que van  desde el maidan árabe e hindú ("un valioso intervalo en la fábrica urbana" que ofrece tanto "libertad individual como compromiso comunitario", una "ventana universal que abre un agujero en la ciudad y permite respirar a los ciudadanos a través del espíritu y los pulmones") pasando por los begijnhoven flamencos hasta llegar a los bellos parquecillos londineneses (v. Notting Hill) originalmente pertenecientes a pequeñas parroquias y que hoy son cuidados con esmero por ciudadanos anónimos. El de Coram´s Fields, donde los adultos pueden entrar solo si van acompañados de un menor, sirvió de inspiración a Geir Brendeland para Hage.

Al final va a tener razón Koolhaas cuando decía: "Donde no hay nada, todo es posible; donde hay arquitectura, nada (más) es posible", en aquel artículo de nombre Imagining Nothingness. De hecho, su proyecto para Melun-Senart en 1987 que buscaba descongestionar París planeaba los vacíos antes que las construcciones. El holandés también ha dejado dicho que la arquitectura es la respuesta al horror vacui (y recordemos igualmente aquel otro texto de nombre Elegy for The Vacant Lot en S,M,L,XL).  Por cierto que acompañando al desarrollo urbanístico de Lund se ha invitado a Nathan Coley a que haga una intervención en el centro de la ciudad (acaso fue elegido por aquella exposición en la Tate Modern de título We Must Cultivate Our Garden). Ni corto ni perezoso ha plantado en frente de la catedral un luminoso en el que se puede leer: "El cielo es un lugar en el que nunca pasa nada". La nada de nuevo (igual no es tan terrible). Ya puestos, el vacío también nos puede llevar a Charlotte Perriand, la arquitecta, montañera y diseñadora de muebles fagocitada por Le Corbusier que descubrió las bondades del despojamiento tras un viaje a Japón. No hay imagen más bella de la modernidad que la suya en esta foto.  

Pero lo cierto es que al final para que haya vacío tiene que haber densidad. La clave es cómo se haga. En Lund, con muy bien criterio, han elegido a Flores y Prats para construir los primeros dos edificios que arroparán Hage, uno de ellos, una torre de 16 plantas con tejado a doble vertiente que se apostará justo al lado de la tejavana, será la construcción más alta de Råängen. Decir que Ricardo Flores hizo su tesis sobre la conocida casa La Ricarda de Bonet Castellana, donde la naturaleza cobra también especial relevancia. Le hemos cogido prestado el subtítulo (Un territorio formalizado) para dar nombre a esta serie nuestra de entradas agrícolas. La Ricarda es una casa donde se busca vivir en relación directa con el bello entorno de dunas y pinos (hoy destrozado por el aeropuerto del Prat), un hogar abierto para criar hijos e invitar a amigos, "una casa estudiada para caminar a través" en palabras de Bonet, algo que recuerda mucho al proyecto de Hage

Me dejo unas cuantas cosas en el tintero pero tengo que dejarte ya. Queda pendiente para la próxima. Solo decirte, por sacarte de la duda, que el jardín que te traíamos en la pasada entrada es el Lur Garden del televisivo (Bricomanía) Iñigo Segurola, el Arguiñano de las plantas. Le damos una vuelta en la próxima entrada.