domingo, 25 de enero de 2015

Hay un androide en ti




Si los androides de Philip K.Dick soñaban con ovejas eléctricas ¿con qué soñarán los autómatas cañí de Banderas? ¿Con una galaxia sin casta? Me dirás que ya me vale con tanta ciencia-ficción, que me lo haga mirar, pero el caso es que estoy leyendo los Escritos de Toyo Ito y fíjate la cita que me encuentro:
"Para nosotros, habitantes de la ciudad,  como nómadas que sólo podemos reconocer la "casa"  uniendo varias de sus funciones que están esparcidas en medio de la ciudad como si fueran pedazos de un cristal roto, me parece significativo que volvamos a pensar, una vez más, en la cabaña primitiva. Sin embargo, los habitantes urbanos de hoy en día, disponen ya de una sensación  corporal androide.  Porque en medio del bosque que se llama espacio urbano, el torrente de la montaña podría ser no sólo el ir y venir de los automóviles en las autopistas sino también el flujo de las corrientes magnéticas invisibles, y la sombra de los árboles, apropiada para disfrutar el frescor, puede estar dentro del bosque de alumnio donde retumba el sonido del sintetizador. Por consiguiente, aunque sea una cabaña primitiva donde tenemos que refugiarnos, no tiene una composición clara con columnas y vigas como la describía Laugier, sino que me parece que es un abrigo cubierto por un velo suave e invisible"

Y por cierto, el libro está publicado por el Colegio oficial de aparejadores y arquitectos técnicos de.... Murcia (!!). 

domingo, 18 de enero de 2015

A vista de zángano


"La arquitectura es el aire que queda dentro de lo que construimos", decía Fisac citando a Lao-Tse. Un edificio no es sólo su fachada sino los espacios interiores que genera, tal y como nos recuerda Vicente Verdú en su artículo de ayer en El País, donde nos habla del arquitecto manchego al hilo de la reciente publicación de un libro sobre él, Miguel Fisac ¿Arquitecto de Dios o del Diablo? Hablando de espacios, no te pierdas el video que te traigo en el que Foster  (79 años y tan campante) nos presenta su torre Hearst en Nueva York, ahora que va a cumplirse una década desde su finalización, de una manera muy especial: con imágenes grabadas desde un dron. No es lo mismo -señala el arquitecto- ver el espacio que moverse a través de él. El dron, un poco como aquel diablo cojuelo de Vélez de Guevara que levantaba los tejados de las casas de Madrid y permitía ver los secretos y miserias de sus moradores, penetra por los rincones más recónditos del edificio (observa como el objeto volante intimida a una ejecutiva que finaliza una conversación telefónica de sopetón al verlo husmear en su despacho) obteniendo perspectivas nunca antes vistas. La torre se levanta sobre un edificio de seis plantas construido por John Urban en 1928 que alojó la primera sede del imperio mediático de William Randolph Hearst (el polémico magnate que serviría de inspiración a Ciudadano Kane de Orson Welles y que encendió la mecha de la guerra hispano-estadounidense tras la que España perdería Cuba, Filipinas y Puerto Rico). Foster vació este edificio para crear un enorme espacio diáfano, la piazza, como él la llama, que otorga a la remozada sede un sentido de comunidad. La torre, que recibió en su momento la máxima calificación LEED a la eficiencia energética (el 80% del acero que utiliza es reciclado, por ejemplo), incorpora obras de gran formato de importantes artistas. Cuando fue estrenada, a pesar de su modesta escala (46 plantas) en comparación con sus vecinos de Manhattan, fue recibida con honores por la crítica: Paul Goldberger dijo de Foster que era el Mozart de la arquitectura (el propio crítico lo recuerda en el video How much does your building weigh, Mr Foster?) porque su arquitectura es lírica, elegante y natural (effortless). Gracias al drone ("zángano" en inglés) -¿ángel o demonio?- resulta aún más evidente.


sábado, 10 de enero de 2015

Crónicas Murcianas (2)



Marchando más pruebas. Con estas declaro finalmente demostrado que Murcia es marciana.

Prueba 4. Agujero espacio-tiempo en Trapería.




Paseando por la hermosa calle de la Trapería, dentro del casco más histórico de la ciudad, te encuentras con una fachada que claramente no pertenece allí. Juzga tú por las fotos, parecería que, a través de un agujero espacio-tiempo se hubiera plantado allí desde la Viena de la Secesión. Ese granate (color por cierto de la bandera de la Comunidad murciana), esos árboles estilizados trepando por la fachada formando una suerte de bosque o huerta alucinógena, esas formas austeras contrastando con la desbordante fachada del soberbio Casino... Más tarde guglearé un poco (me lo pone fácil el hecho de que el misterioso edificio se encuentre justo al lado del icónico Casino) y me encontraré, lo que son las cosas, con que es obra de Fernando de Retes, el del alienígena Parque Científico de Murcia que mencionábamos en la anterior entrega. Mientras, trastocado (más incluso de lo habitual) por la visión, recuerdo el tema del bosque de ficción que mencionábamos no hace mucho al hablar de la exposición de Chipperfield en la Neue Nationalgalerie de Berlín (precisamente leo hoy en la prensa que Kraftwerk, los talludos adalides de la fusión del hombre y la máquina que cantaron a los robots, a la radioactividad o a los ordenadores, han dado allí un concierto. Mies y Kraftwek: sobriedad germánica, mundos artificiales, pureza formal...).


Prueba 5. Un edificio replicante.



Ya lo conocía, pero la contemplación, en la plaza del Cardenal Belluga, del congelado choque de trenes arquitectónico entre la catedral de un barroco exacerbado y la fachada trasera del ayuntamiento a cargo de Moneo es siempre un shock fenomenológico de primera clase. Recuerdo el desconcierto al contemplar el recién estrenado edificio como muy similar al de los simios ante el monolito negro en 2001: Una odisea del espacio. El arquitecto navarro debió enfrentarse al reto mayor de su carrera al diseñar un edificio que tenía que encararse con la que es una de las fachadas más teatrales e impactantes de toda España. En la entrevista que realizó para el DVD de Arquia, Moneo decía sentirse atrapado por la plaza, pero lejos de arredrarse y realizar otra de sus réplicas silenciosas (como hizo en la ampliación del Banco de España en Madrid), quiso dar la réplica a la fachada barroca con su propio lenguaje, a degüello. Y así, al paroxismo voluptuoso del castellonense Jaime Bort (parece como si la fachada se moviera en transido éxtasis) opone su racionalismo cartesiano y austero en una fachada pautada (el propio arquitecto habla de una fachada musical) por columnas y huecos, los unos y los ceros del lenguaje de los ordenadores, el código de barras de la modernidad.

Prueba 6. El OVNI mimético.




Imposible zafarse de la torre de la catedral. Big Brother is watching you...

Revisitando a Soane y ensayando Salamanca  
Violentados los sentidos tras los Encuentros en la tercera fase en la plaza del cardenal Belluga, conviene ahora visitar algo menos impactante. De hecho adonde te conduzco ahora se produce un curioso fenómeno (casi un Expediente X): miras y no ves. Cuántas veces habré mirado desde la fachada principal del ayuntamiento al otro lado del río Segura, donde se encuentra como posado este extraño OVNI camaleónico, sin verlo. Lleva ahí desde 1989 y ha sido estos días cuando lo he descubierto. ¿Quiere eso decir que su arquitectura es insulsa? ¿Que yo soy un lerdo? ¿Que con tanta arquitectura espectáculo se nos ha quedado el ojo vago? Conocí de su existencia en la exposición que el ICO en Madrid está dedicando a su arquitecto, Juan Navarro-Baldeweg, flamante Premio nacional de arquitectura 2014 (Anatxu Zabalbeascoa le dedicó un valiente artículo en el que, tras alabar sus méritos, acababa apuntando sutilmente que ya toca dar este tipo de premios a arquitectos jóvenes) y con toda la intención fui a ver este edificio, un antiguo molino hidráulico reconvertido en museo. Debo admitir que no logro cogerle el punto al arquitecto cántabro (aunque me encanta su Biblioteca Hertziana en Roma), pero que conste que lo intento. Releo el artículo que Eduardo Prieto le dedica en el último Arquitectura Viva y descubro muchas claves: "Hay artistas que se definen por el estilo; otros por la sensibilidad. Los primeros imponen su lenguaje al mundo; los segundos se dejan llevar por su fascinación por el mundo. Unos 'crean de la nada'; otros se contentan con indagar en la riqueza inagotable de lo que ya existe. Aquellos buscan; estos encuentran". Te transcribo también esta cita terminal de Santiago de Molina: "La figura de un arquitecto con vocación de invisibilidad resulta todavía ejemplar. El mérito de hacer obras de un nivel extraordinario y permanecer oculto es la comprobación empírica de un especial tipo de éxito. Como un topo, el arquitecto no es más que un cordial subordinado a algo mayor. Ni siquiera el arquitecto según Anshelm es inventor, porque “la arquitectura no se puede inventar”. Está ahí. Sin más". 

domingo, 4 de enero de 2015

Crónicas murcianas



¿Murcia marciana?
¿Quién podría imaginarse que Murcia, esa recia capital de calles prietas, avenidas de solera y cuajada urdimbre urbanística conocida por su célebre huerta loada en la zarzuela La Parranda, himno oficioso de la Comunidad (quién no conoce lo de "Murcia, qué hermosa eres, tu huerta no tiene igual"), podría contener trazas alienígenas? El topónimo Murcia tiene un origen oscuro: mirto para unos (por darse en la zona esta planta), Murtius (nombre propio latino) para otros, mursiya ("fuerte" en árabe) para los menos, lo cierto es que no hay acuerdo (Menéndez Pidal llegó a decir que dicho topónimo fue "azote de filólogos”). ¿Oye, y si tiene que ver con Marte? Pues en lo arquitectónico como digo algo hay. A las pruebas me remito.

Prueba 1. La casa extraterrestre.

La primera en la frente. Basta con ver la foto para que me empieces a dar la razón. No me digas que semejante vivienda (La casa de la Mota del Río) en mitad de la huerta no tiene un evidente componente extraterrestre. Es del colectivo Huerta Bizarra, impulsores de una reinvención de la huerta murciana con un contundente ideario que tiene como primer objetivo "Generar un espacio de diseño y ensayo de nuevas oportunidades para el encuentro entre el paisaje huertano y un ciudadano activo, desinhibido y moderno". Ahí queda eso. Y por cierto, esta casa es uno de los 35 proyectos españoles (sin contar los 7 construídos por españoles en el extranjero, entre ellos el Rijksmuseum de Cruz y Ortiz que tiene muchas papeletas para llevarse el gato al agua) seleccionados para el Mies. ¿Sabías que por países, el nuestro es el que ostenta el mayor número de proyectos elegidos para el más prestigioso premio arquitectónico europeo a importante distancia del segundo? A pesar de todo, la arquitectura española sigue marcando músculo.

Prueba 2. El ciberhortus conclusus.

 
Cielos, me ha parecido ver un androide!

El Parque Científico de Murcia, de Retes Arquitectos, en el magnífico campus universitario de El Espinardo, podría perfectamente servir de localización para la película The Martian que Ridley Scott (el director de Alien, Blade Runner o la reciente Exodus) va a rodar este año. Los diseños de Fernando de Retes, que trabaja desde su casa-estudio de la huerta de Aljucer (otro huertano hipster), muestran una especial preocupación por la sostenibilidad y la ecología. El Parque Científico está conformado por una serie de edificios cubiertos por una malla de chapa en torno a un claustro que quiere inducir a la Reflexión (así, con  "r" mayúscula), como lo expresa su arquitecto: "Parecerá raro, incluso trasnochado, en tiempos del ciberespacio, hablar de un espacio cerrado, que se imagina recogido silencioso, amable. Pero casualmente “Claustro” está asociado a Reflexión, y desde luego es muy Universitario. Es también punto de encuentro. Reflexión, Transmisión de Conocimiento y Encuentro son la razón de ser del Parque Científico. Por lo tanto presentamos un espacio claustral abierto al paisaje. Para ello se ha cerrado el conjunto de los tres edificios con la mínima masa posible en un gesto potente, confiando a la geometría y a la repetición el carácter neutral preciso para la Reflexión".  El singular edificio fue finalista de la XII BEAU (al igual que otro proyecto suyo, el Centro de arte contemporáneo La Conservera también en Murcia). Más alienígena imposible. (Tienes excelentes fotos aquí).

Prueba 3. Brutalismo elegante.


Toma oxímoron. El brutalismo casi siempre ha estado asociado a futuros distópicos y casi nunca a la elegancia. La torre Hispania lo consigue. Esta grávida pero esbelta edificación de hormigón, que hace raya en pleno centro de Murcia, siempre me llamó la atención. Pero cuando descubrí que fue levantada en 1969 me quedé pasmado. Por diseño y presencia podría pasar perfectamente por una construcción reciente: mientras que otras torres sin duda más modernas que la rodean en la plaza de la Fuensanta o en la Gran Vía del escultor Francisco Salzillo han envejecido prematuramente, por la Hispania nadie diría que han pasado más de cuatro décadas. El árido hormigón, material que, como ya hemos comentado no hace mucho hablando sobre las polémicas torres londinenses de Goldfinger, no ha sido precisamente popular, deviene distinguido en manos de su arquitecto, Antonio Escario, oriundo de Albacete y que ha centrado su vida profesional como arquitecto (y profesor de Proyectos) en Valencia con edificios de contundente verticalidad quizá  inspirados por la extrema horizontalidad preñada de abrumadores cielos metafísicos de su Mancha natal. Fabulaciones narrativas aparte, decir que suyos son también el edificio conocido como La  Pagoda (la otra, bueno, ya la única) en Valencia, el hotel Bali de Benidorm, el más alto de Europa con sus 186 metros (y el edificio más alto de España hasta que se construyeron las torres del Real Madrid) o la soberbia sede de la OAMI en Alicante. Escario, que hubiera sido piloto como su padre de no ser por un defecto ocular (¿de nuevo la necesidad de trepar al cielo?), sigue vivo y coleando, no hace mucho se definía como un "arquitecto de acción".


Por hoy ya vas servido. ¿Te voy convenciendo de ese componente alienígena presente en la ciudad de Murcia? ¡¿Que aún no?! Bueno, aún me quedan algunos cartuchos (y de calado) en la recámara. Espera y verás.