miércoles, 31 de julio de 2013

Ladrillo puro



Estos ladrillos tienen 700 años. ¿Cómo? ¿Que este blog se llama Arquitectura Última y esto de último no tiene nada? ¿Que esto no es serio? Un poquito de por favor. Y de flexibilidad. Al fin y al cabo siete siglos no son nada. Además esto es lo último que he descubierto en arquitectura, así que tampoco resulta tan off-topic después de todo. En fin. Mi contraria, probablemente harta de arquitectura moderna, ha querido que el viaje del verano fuera esta vez a un lugar con mucha historia. Es lo bonito de la vida conyugal. Así que aquí estoy yo, fan del hormigón armado, rodeado de ladrillos. Acabaré, como Kahn, hablando con ellos. Estamos en Albi, capital del departamento francés de Tarn, famosa por usar para todo tipo de construcciones el "ladrillo puro, cubista, desnudo, igualitario, rojo, celular. Ladrillo del comunismo", según palabras de Ernesto Giménez Caballero (que descubro en Arquitecturas singulares de Bonet Correa), el singular personaje, soldado en la guerra de África, escritor surrealista, ideólogo falangista, profesor de literatura y diplomático, tampoco tiene muy buenas palabras para el hormigón, símbolo "de lo gris, de la clase única, de la nivelación y el aplastamiento de toda jerarquía" (sólo le valía la piedra castiza, ejemplificada a la perfección en El Escorial). Yo sigo con el ladrillo:




Albi, como ves, tiene una de las mayores catedrales en ladrillo de Europa: la de Santa Cecilia. La llamada ciudad episcopal, que también incorpora el magnífico palacio de la Berbie (hoy sede del museo Toulouse-Lautrec, pintor oriundo de la ciudad), fue declarada en 2010 Patrimonio mundial de la Humanidad por la Unesco. Mastodonte musculado, de estilo gótico como dopado con esteroides (que comparte características con el gótico italiano e inspiró al catalán), tiene unas dimensiones espectaculares: un largo de 114 metros, muros de 40 metros de alto y un campanario de 78 metros. Tardó 200 años en acabarse (1281-1480) y a su finalización debió dejar al personal tan epatado como a nosotros la Torre Califa. Con ella la iglesia quiso dejar constancia de su poderío ante los cátaros (también llamados albigenses, probablemente en referencia a Albi), herejes defensores de una pureza y austeridad extremas que dieron más de un quebradero de cabeza a la jerarquía eclesial (finalmente Inocencio III lanzó una sangrienta cruzada contra ellos en la que moriría el rey Pedro II de Aragón, que acababa de vencer a los almohades en la batalla de las Navas de Tolosa). La región de Midi-Pyrénées, en la que se inscriben Tarn y Albi, aún ostenta orgullosa como escudo la cruz discoidal de los cátaros. Esta región también se distinguió por su idioma, el occitano (parecido al catalán), ya en peligro de extinción y que apenas puede verse en la rotulación de los nombres de las calles y poco más.

Albi se salvó de la quema a base de nadar y guardar la ropa. No se vio demasiado afectada por la violenta cruzada; más daños causó la Revolución Francesa. Hubo un plan revolucionario para echar abajo la catedral, pero una vez más la mediación local (y lo complejo de la empresa) evitó el desastre, eso sí, los revolucionarios la aligeraron de estatuas (más de cien). Así que la ciudad se ha mantenido prácticamente intacta a lo largo del tiempo, sorprende ver aún en uso (con coches pasando por encima) el llamado Pont-vieux que tiene casi 1.000 años. Te dejo con más ladrillos albigenses:


domingo, 28 de julio de 2013

Pesadillas entrópicas


"Al igual que en el pasado las ruinas clásicas ocuparon un lugar privilegiado en el imaginario poético y emblemático de los pensadores, pintores y eruditos, en la actualidad los vetustos complejos industriales están marcados por un halo de melancólica añoranza por lo pretérito. Las viejas y desafectadas fábricas y minas de carbón, los enormes altos hornos y los arruinados tinglados industriales constituyen un paisaje industrial en el que la naturaleza mancillada y torturada está impregnada por el recuerdo del sufrimiento y del esfuerzo inmenso llevado a cabo en aras de la producción por los humanos.(...) Las fábricas y las máquinas inútiles de la arqueologia industrial, herrumbrosas, quietas y olvidadas son como las imágenes cadavéricas de la vanitas, como emblemas fúnebres que, con su siniestra belleza, nos hacen saber que el esfuerzo y las obras de los titanes, un día esplendorosas y plenas de vida y fuerza, pueden quedar reducidas a la nada".(Antonio Bonet Correa, Arquitecturas singulares. Ingeniería y arqueología industrial). 

"La capital del nuevo planeta -la que, quiero decir, acabará consigo misma- es por supuesto Detroit. Me dí cuenta en el preciso momento en que llegué.(...) No sospecharías que podría existir eso que llamamos alma si fueras a Detroit. Todo es demasiado nuevo, demasiado logrado, demasiado brillante, demasiado implacable. Las almas no crecen en las fábricas. En las fábricas se mata a las almas, incluso a las más miserables". (Henry Miller, La pesadilla de aire acondicionado, 1945)

Fotografía de Detroit por Andrew Moore.

miércoles, 24 de julio de 2013

El castillo escópico del explorador feliz





Pero ¿qué hace una boa trepando por esta pared? ¿Y el resto de esta fauna pétrea?

 
 

Resulta que este castillo perteneció a un singular explorador y geógrafo (cartografió Etiopía),  a la par que científico, astrónomo y lingüista (hablaba al parecer catorce idiomas). Su nombre: Antoine d’Abaddie, nacido en Dublín en 1810 de madre irlandesa y padre vascofrancés y fallecido en París en 1897. Cerca de Hendaya, en un bello entorno natural, se hizo construir entre 1864 y 1879 el château d’Abbadia en estilo neogótico con planos de Viollet-le-Duc nada menos (el restaurador de la catedral de Notre Dame de París), a la sazón amigo de la esposa de nuestro explorador, Virginia. Aunque nunca llegó a visitar la obra (en aquellos tiempos estaba enfrascado en otra restauración, la de la ciudadela de Carcasona) delegó su construcción en un discípulo cercano, Edmond Duthoit, quien trabajó a fondo en la mansión llegando incluso a diseñar parte del mobiliario.


El castillo esconde curiosos secretos, como no podía ser de otra manera teniendo en cuenta el excepcional carácter de su dueño. Para empezar alberga un experimento óptico. El edificio está horadado por conductos que tenían como objetivo, cual si de un periscopio se tratara, ver desde cierto lugar de su interior la cima de un monte cercano, la Rhune. El experimento no salió, y Antoine, no sin cierto humor, escribió alrededor del último visor la frase “No vi nada, no aprendí nada”. Con todo nuestro explorador, quizá para resarcirse, dotó al edificio de un observatorio astronómico que estuvo en uso hasta 1975. Y es que estamos en la época en la que se está gestando el triunfo de lo visual sobre el resto de los sentidos, al fin y a cabo qué es la modernidad sino el triunfo de la imagen. Hoy, llevado ese triunfo a extremos inauditos somos ya meros rehenes de las imágenes, como Antoine, si no vemos no aprendemos, sufrimos el “secuestro de la seducción retiniana”, que dice Luis Fernández-Galiano en el editorial Modos de ver del último AV, y no digamos en arquitectura, donde los fotógrafos “son hoy los críticos de arquitectura más influyentes”. ( Ila Bêka va aún más allá, y en su libro Koolhaas Houselife publicado junto a Louise Lemoine en torno a la casa construida por el holandés en Burdeos, señala que “la imagen se ha separado tanto de la realidad que representa que se convierte por sí misma en una nueva forma de arquitectura completamente separada de su fuente”).




Pero en nuestro castillo la palabra se resiste aún a perder protagonismo, representada por la fantástica biblioteca (arriba) o por los proverbios y citas que pueden verse en la mansión en una gran variedad de idiomas incluyendo  árabe, latín, inglés, euskera (del que Antoine fue gran impulsor), gaélico (no olvidemos sus orígenes irlandeses) o amhárico, lengua etíope de original grafía (recordemos también que exploró Etiopía). La que más me llamó la atención es la que puede verse, en euskera, sobre una viga de la biblioteca: “Sólo hace falta un loco para tirar una piedra a un pozo, pero  se necesitan cinco sabios para sacarla”. Aquí, otra en latín ("Los cielos afirman la gloria de Dios") en el interior de un horóscopo en el exterior del edificio :


Antoine y Virginia están enterrados en la cripta de la bella capilla del castillo. El explorador, que murió sin hijos, cedió su mansión a la Academia de las Ciencias francesa, de la que llegó a ser presidente. Su lema: “La felicidad en el trabajo”. Trabajando en semejante mansión no nos extraña.


viernes, 19 de julio de 2013

Nostalgia del infinito


"Las 'obras públicas' modernas al igual que las catedrales medievales o los palacios renacentistas tienen un valor estético que trasciende su primitivo destino y ulterior función histórica. Con el tiempo, adquieren una nueva y a veces insospechada dimensión. Su índole es de carácter simbólico. A la manera de los objetos representados en las pinturas metafísicas de Giorgio de Chirico, constituyen hitos de la memoria y de los sueños de los transeúntes urbanos." (Antonio Bonet Correa, Arquitecturas singulares. Ingeniería y arqueología industrial).



(Giorgio de Chirico, La nostalgia del infinito, 1912).

miércoles, 17 de julio de 2013

La profecía (2)


El edificio que te proponía como acertijo, por si aún no lo has descubierto, es de Miguel Fisac nada menos. Está en la calle Doctor Esquerdo esquina Avenida del Mediterráneo (plaza Conde de Casal), y fue terminado en 1963 según el COAM. Su nombre es Edificio Palma, curiosamente muchos años después, una vez que se finalizaron en la plaza las obras del túnel a la A3, se colocaron unas palmeras en la plaza justo en frente del edificio. Tienes un anuncio del bloque (de 1966) aquí, fíjate que Fisac aparece nombrado.

La cita con la que iniciábamos la entrada es de una entrevista al arquitecto realizada por el también arquitecto Antón García- Abril en 2003 para El Cultural.

jueves, 11 de julio de 2013

Lecturas veraniegas






Extracto del blurb:"¿Cómo han influido las ideas cambiantes sobre el cuerpo y la sexualidad en el diseño de edificios durante el último siglo? ¿Y a su vez cómo pueden influir ciertas estructuras en los cuerpos que están en su interior? (...) El hábitat construido ofrece un marco para nuestra vida sexual, los lugares y las estructuras pueden actuar como recordatorios de nuestras historias sexuales, el diseño interior puede encarnar y a la vez impulsar fantasías eróticas. (...) Contiene 66 ilustraciones". Vaya, esto promete, hay por ejemplo un capítulo que se llama "Pornomodernism" y otro "Phallic towers and Mad Men" (por cierto, ¿nadie se ha dado cuenta de que los decorados de Mad Men son un copia y pega descarado de El apartamento de Billy Wilder?). El autor, Richard J. Williams, es profesor de Culturas visuales contemporáneas (¿lo qué?) en la universidad de Edimburgo. Más aquí.

Puestos a seguir el hilo, se me ocurren otros capítulos para el libro: "Gaudí, carne trémula", "Niemeyer y las garotas de Ipanema" , "Las interesantes posibilidades de la Glass House de Johnson", "Calatrava: el gatillazo y el éxtasis", "Rem y sus potentes voladizos", "Gehry encontró el punto g (arquitectónico) en Bilbao", "Lautner, casas para el pecado" (aquí aludiría por ejemplo a este vídeo), "Chipperfield: las curvas le confunden", etc.

viernes, 5 de julio de 2013

La profecía


Hace diez años un arquitecto lanzó la siguiente profecía:

"El arquitecto, como ente de la sociedad, tiene por objeto sencillamente hacer feliz a la gente que vive en esa sociedad. Yo he servido a la arquitectura de mi sociedad, y creo que esta sociedad no va a ninguna parte. En los años 70 yo sentía ansiedad por la modernidad, y veía un mundo impresionantemente bueno y ahora creo que va a haber un tiempo extraordinariamente malo. Estamos haciendo un mundo de lo más estúpido. Hemos cambiado la felicidad por el enriquecimiento, como si fueran sinónimos, y el enriquecimiento no aporta nada. La modernidad ha confundido el camino y ha llevado, no a que la gente coma y tenga un mínimo de bienestar, sino a que unos pocos disfruten del máximo bienestar".

Acertó. ¿Que quién es dicho arquitecto? Pues mira hoy tengo el día juguetón y se me antoja que te lo trabajes un poco. Es el autor de este bloque de viviendas en Madrid, a ver si te suena:





Sí, lo sé, es una obra menor, pero el arquitecto es mayor, de los grandes de nuestro país. No te doy más pistas, fíjate bien en los materiales utilizados (hormigón y ladrillo, aquí mezclados en oxímoron de difícil digestión, aunque para gustos los colores). Hala, manos a la Obra.


lunes, 1 de julio de 2013

Espacios olvidados




Esta especie de spa está en una estación abandonada de Londres (Aldwych, de ahí que la idea lleve el nombre de Aldwych Baths). Por ahora es sólo un proyecto, pero quién sabe. Se trata de un concurso de ideas organizado por el RIBA para dar nueva vida a lugares olvidados de la capital británica, de hecho el nombre del concurso es Forgotten Spaces. Hay 26 ideas seleccionadas, échales un vistazo.

En eso de dar nueva vida a no-lugares tenemos poco que envidiar a los ingleses. Como señala Zabalbeascoa en un artículo hoy, la intervención en el Campo de la Cebada en Madrid (premiada en la BEAU), un trabajo conjunto de arquitectos y diferentes colectivos, es una tendencia que podría convertirse en toda una mutación genética en la forma de entender la arquitectura en esta new age post-burbuja.