viernes, 16 de julio de 2021

Castellanos

 


Hoy te llevo a Tierra de Campos, que Madrid cansa. He hecho un viaje mínimo por la zona y me apetece contarte un par de historias si no te importa. Elegimos como base de operaciones un pequeño pueblo de apenas 800 almas, Becerril de Campos (Palencia), pues en él se encuentra la casa rural de una conocida que nos apetecía mucho visitar. Con sus reminiscencias escandinavas, puedo decirte que este  alojamiento recién inaugurado en una antigua casona que llevaba cuarenta años abandonada fue de lo mejor del viaje. 

Desconocíamos esta parte de Castilla, de una horizontalidad ya metafísica, y lo cierto es que no sabíamos lo que nos estábamos perdiendo. Nuestro primer destino fue la villa romana de Olmeda. En ella no solo puede descubrirse, gracias a las excelentes explicaciones de una dedicada guía, los recintos de los que constaba, muchos con soberbios mosaicos (como los del oecus o salón principal) sino también el espléndido trabajo realizado por los arquitectos Paredes y Pedrosa (hablamos de ellos cuando visitamos Valdemaqueda) al cubrir en 2009 el yacimiento con un elegante edificio que en su extrema horizontalidad resuena con el paisaje circundante. El lema del proyecto, el oportuno Noli me tangere bíblico (estamos en el Bible Belt hispano: Becerril por ejemplo llegó a tener siete iglesias y otras tantas ermitas), hace referencia a la absoluta delicadeza con la que la estructura se posa sobre el yacimiento, creando una atmósfera mágica, ni dentro ni fuera (exterior domesticado lo llaman los autores) con una luz tamizada gracias a una estructura de chapa perforada. Su techo prefabricado, en forma de bóvedas con nervaduras, da el necesario contrapunto moderno sin parecer poligonero (un mal común de este tipo de intervenciones), de hecho puede recordar a los techos renacentistas de la zona, no olvidemos que estamos en tierras del Renacimiento. Largo y tendido podríamos hablar de la imprescindible parada en Valladolid: el museo de escultura es apabullante (fue ampliado por Nieto y Sobejano, en cuya sobria intervención interior recuerda a la que llevaron a cabo en el donostiarra museo de San Telmo), ya solo la portada del colegio de San Gregorio, donde se aloja el museo, por no hablar de la de la aneja iglesia de San Pablo, flamígeros retablos en piedra, justifican la visita a la que fuese capital más fugaz de España (sólo 5 años) en los albores del siglo XVII por obra y gracia del duque de Lerma en lo que fue el primer gran pelotazo urbanístico de nuestra historia. Te dejo que tomes aliento tras esta agotadora frase de ocho líneas sin un punto y paso párrafo. 

No es el ámbito de este tu blog hablar de pasados tan lejanos, aunque ya te adelanto que hoy vamos a ser menos últimos de lo que deberíamos. Volvamos a Becerril. La batalla contra el vaciamiento de la España interior es especialmente palpable en esta pequeña localidad. Particulares e instituciones se unen para dar vida a un pueblo que llegó a rozar los 3.000 habitantes y hoy no llega ni al tercio. La rehabilitación de la iglesia de San Pedro para reconvertirla en espacio cultural y aula dedicada a la astronomía resulta en ese sentido encomiable, la localidad quiere atraer un turismo estelar y a tal fin, por ejemplo, ha dispuesto pequeños mojones con el nombre de los planetas esparcidos por todo el pueblo, a la distancia exacta en que se encontrarían suponiendo que la localidad tuviera las dimensiones del sistema solar. Vi el de Júpiter, y de inmediato me acordé de Juno to Jupiter, el álbum de Vangelis que sigue inexplicablemente sin lanzarse al mercado. Como consuelo, la NASA acaba de editar un bellísimo video con imágenes del planeta y su luna Ganímedes obtenidas por la sonda (que acaba de acercarse al gaseoso planeta por trigésimo cuarta vez) con música inédita del griego, colaborador habitual de la agencia espacial americana (y de la europea). Pero por favor no nos salgamos de Becerril: en otra de las iglesias se ha habilitado un museo de arte sacro con obras por ejemplo del mismísimo Berruguete. No podemos olvidar tampoco al esforzado Canal de Castilla, que recorre la zona y bordea el pueblo generando unos paisajes holandeses. Con todo, lo que más me llamó la atención fue el ayuntamiento, que tienes en la foto que abre la entrada. Te cuento por qué. 

Ya desde que contemplé el skyline becerrileño por primera vez desde la carretera me llamó la atención el edificio, de un fuerte tono rojizo y con formas como victorianas que contrastaban con las adustas torres eclesiales. Vamos, que no pegaba ni con cola. Me recordó al Pierhouse Building de Cardiff, soberbia construcción acabada en 1897 (solo once años antes que nuestro ayuntamiento), también en vivos tonos rojizos y una distribución parecida, con su torre del reloj (el Little Big Ben) y a los lados dos bloques con tejados a doble vertiente. Obviamente es bastante más voluminoso y su decoración más rica (tiene hasta gárgolas), pero yo, qué quieres que te diga, le veo un aire (juzga tú mismo). Su estilo (según Wikipedia) sería Gótico francés / Renacimiento. Aún hoy, en medio de ese desastroso cajón de sastre en que se ha convertido el frente de la bahía de la capital galesa, destaca, que ya es decir. Por su parte nuestro ayuntamiento tierracampino nació como Casa Consistorial pero también escuela (hoy centro médico), necesaria dados los penosos locales donde se llevaba a cabo la actividad docente en el pueblo, algo habitual en la España de la época. Recordemos que estamos a principios del siglo pasado (el ayuntamiento-colegio se estrena en 1909), momento en el que se se aprobó la ley de las escuelas graduadas que, al contrario que las escuelas unitarias, exigían una mayor especialización y organización de la actividad docente, lo que repercutió en el diseño de los nuevos colegios: los espacios debían diversificarse, cobrando especial importancia los de uso comunitario (como la biblioteca o el patio) y los complementarios (aulas de usos múltiples, galerías, pasillos...); igualmente se introducían nuevas asignaturas tales como Rudimentos de Derecho o Nociones de Higiene y Fisiología Humana y se ampliaba la enseñanza obligatoria hasta los 12 años. Toda esa sofisticación la recoge nuestra moderna escuela, que, además, incluye viviendas para los profesores (con entrada diferenciada de la del colegio propiamente dicho para así controlar mejor a los docentes): hay dos pabellones idénticos, uno a la izquierda de la torre del reloj para alumnas y otro a la derecha para alumnos, grandes ventanales, guardarropa, salas de labores, aseo, patio (en el centro del edificio con acceso desde ambos pabellones) con tejavana por si llueve, etc. Desde el punto de vista estilístico, en la memoria del proyecto se dice: "Se ha procurado dar carácter artístico al edificio, que si bien no está sujeto á los estrechos y severos moldes de un órden ó estilo determinado, nos recuerda sus elementos y en conjunto especialmente la fachada principal el Renacimiento castellano". Es casi jocoso ver los malabares léxicos con los que se intenta describir el estilo arquitectónico de una época que transita entre los revivals de estilos pasados y un modernismo que ya se intuye pero aún no ha cuajado. Como curiosidad decir también que en su exterior el edificio hace gala de una serie de máximas moralizantes, en número de 30, que reflejan el espíritu pedagógico del edificio (como afirmaba Giner de los Ríos, "la escuela es el revestimiento de una idea" ), hay aquí un evidente intento de que la comunidad ayudara a implantar el mismo ideario del colegio, aspecto de gran importancia en las escuelas graduadas, donde se buscaba la implicación de familias y otros estamentos en la labor educativa. Como muestra, un botón: "Tus méritos nunca abultes / ni al que es inferior insultes". Tienes el resto aquí

El autor del edificio es Rafael Géigel Sabat, quien desempeñó el cargo de arquitecto municipal de Becerril entre finales de 1901 y 1907 según el estudio (que incluye planos originales) realizado por Lourdes Espinilla y Miguel Ángel de la Fuente. En abril de 1907, cuando el edificio estaba casi concluido, asume las obras Jerónimo Arroyo, dándose por finalizado en 1908. Arroyo es un reconocido arquitecto palentino autor de insignes edificios en la capital de la provincia, de la que fue arquitecto municipal, así como en Valladolid. Géigel Sabat, por el contrario, es un misterioso arquitecto difícil de trazar. Su huella en internet es mínima y se reduce a este trabajo. Al parecer conoció a Arroyo mientras estudiaban arquitectura en Barcelona. La razón por la que abandonó el proyecto fue seguramente una enfermedad grave ya que cuatro meses después moría en Puerto Rico, de donde era oriundo, con 38 años. Nada más hemos podido descubrir de él, salvo que pertenecía a una importante familia portorriqueña: su padre, José Géigel Zenón, fue relevante político y periodista, como su hermano Fernando. La hija de éste, Luisa Géigel Brunet, fue una escultora y pintora formada en Barcelona y Nueva York muy polémica por mor de sus potentes desnudos, que fueron piedra de escándalo en la conservadora Puerto Rico de los años 40. José, el patriarca, compiló artículos, libros y documentos de todo tipo relativos a la historia de Puerto Rico (labor continuada por Fernando y Luisa) en un corpus que fue adquirido por la universidad de Connecticut en 1982 y se conoce como The Géigel Puerto Rican Collection. 

Acabamos ya este pequeño ejercicio de recuperación de la memoria confiando no haberte cansado en exceso. Como dice Fernández-Galiano, no deberíamos olvidar a los dormidos, porque quizá somos parte de su sueño.  

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