domingo, 18 de octubre de 2020

Azares

 


"Nunca ha existido un plan urbanístico para Londres, y de alguna forma esa es su mayor fortaleza. Por el contrario París es una ciudad exquisitamente hermosa, pero el plan Haussmann no puede modificarse, no se adapta. De hecho, el concepto de Haussmann se basaba en el control de la gente, y de alguna forma se percibe. Londres se forjó con libertad y azar. Es una ciudad diversa, irreverente, un reflejo de nosotros mismos". (Amanda Levete, The architect building the future en Financial Times). 

"En 1968 el doctor en química Spencer Silver inventó un pegamento que pegaba, pero no mucho. Éste se adhería a una superficie dada permitiendo que se fuese pegando y despegando con fiabilidad y durabilidad. Spencer Silver trabajaba para la 3M, que despreció su invento. En 1974 llegó a oídos de Arthur Fry, que decidió encolar un trozo de la parte posterior de un papelito de color amarillo (el más barato y común de cuantos corrían por su estudio): había nacido el Post-it. 

(...) Recuerdo perfectamente cuál fue el mayor impacto que tuve como estudiante de arquitectura. Ese momento en que notas que tu formación hace un “clic” y te das cuenta de que ya nada de lo que has visto o conoces va a ser igual. No había arquitectos en mi entorno, que me inculcó que las cosas han de ser sólidas para que duren y para que parezca que duren. Sólidas, fiables, cuadradas. Rocosas. En primero de carrera teníamos la asignatura de física. Lo que se ocupa de lo sólido y lo fiable y lo cuadrado y lo rocoso es la estática. De toda la vida de Dios. Pues bien, estuvimos dando estática como diez minutos y, al cabo de nada, el profesor ya nos estaba hablando de dinámica. Dinámica por un tubo. Dinámica a todos los niveles. Las tensiones internas de los materiales no los convierten precisamente en estáticos. Pero, y este fue el punto de inflexión, resulta que si las estructuras no se mueven, si no tienen tolerancias, juntas de dilatación, contrapesos, etcétera, sencillamente colapsan y se caen. Ya nunca más podría entender la física de la misma manera. Ni, con ella, la arquitectura, porque esta sacudida vino de parte de una ciencia y existe esa distinción entre las ciencias objetivas y las letras interpretables por parte de quien no se ha dado cuenta todavía de que las ciencias son de letras.

(...) Este mismo pensamiento lateral de Mr. Fry es el que ha creado todas las estructuras interesantes a lo largo de toda la historia de la arquitectura. Y tiene más que ver con la dinámica y el post-it, con los errores aprovechados, con las debilidades convertidas en virtudes, que con esta sensación de solidez que nos han inculcado de pequeños. Así es como trabaja la arquitectura". (Jaume Prat, La dinámica y el Post-it, en el Blog de Fundación Arquia). 

"Un buen amigo de Gaudí, el comerciante y coleccionista Lluis Plandiura Pou, le solicitó remedio para un vitral que quería hacer con una antigua colección de piezas circulares de vidrio, gruesas hacia el interior y finas al exterior, llamadas "sibas".

Tras los esfuerzos del propietario que no acertaba a colocarlas con sentido, Gaudí las recogió en un capazo, lo inclinó suave y repentinamente sobre el suelo y dejó que todas ocuparan el lugar según el impulso de su propio peso. Después solo hubo que llamar al vidriero para que las emplomase.

(...) Nadie sabe ya del proceso que dio forma a esa vidriera nacida cerca del mercado barcelonés del Borne. La arquitectura apenas logra atesorar el relato del proceso que la engendró. Por mucho que Gaudí, tras ese golpe de fortuna, sintiese la misma satisfacción que tiene el jugador, ni victorioso, ni arruinado, a la salida de un casino. Esa es la excepción que confirma la regla: la arquitectura no es cosa de suerte. Ni siquiera en la disposición del ornamento se puede hacer otra cosa que disponer los fragmentos con un orden, aunque sea solo el gravitatorio". (Santiago de Molina, Hambre de arquitectura). 

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