domingo, 19 de abril de 2020

Columnas solidarias

El edificio de viviendas ideal para estos días recios

"La “cultura de cuarentena” que estos días emerge en medio de la crisis sanitaria invita a la imaginación política en arquitectura. Espacios intersticiales como las ventanas, los balcones y los portales acogen dinámicas sociales solidarias y de mutuo apoyo que traen al primer plano muchos valores que el frenesí productivo y de crecimiento económico deja en la sombra. La cultura de cuarentena emerge como un fantasma de otro orden del mundo posible. Entre los espacios intersticiales que hoy cobran protagonismo destacan sin duda los balcones. Su situación ambigua entre lo íntimo y lo expuesto los convierte en espacios simbólicos y prácticos, en los que puede aflorar de forma viral la empatía y la compresión. En escenarios espontáneos para la solidaridad social, el deseo de contacto, el reconocimiento de los cuidados, la importancia de su distribución.

La arquitectura lleva tiempo atenta a estos espacios compartidos como ámbitos de contacto y sociabilización que asisten y enriquecen a la convivencia, y también participa de algún modo en la generación de “bolsillos de contacto” como parte de un bien común irrenunciable. En las noticias hemos visto estos días el complejo residencial en Mairena del Aljarafe de Gabriel Verd+Buró4, cuyos vecinos fueron elogiados por el presidente de la OMS por su buen talante: organizaron un bingo intercambiando cartones por wasap y una clase de gimnasia con el espacio colectivo central como escenario. En el diseño el arquitecto había prestado especial atención a las áreas comunales, consciente de su valor práctico y simbólico, pero sin sospechar que se gestionarían de esta forma inusual en una situación extrema de reclusión como la que estamos viviendo. Los balcones de la “cultura de cuarentena” son físicos y a la vez tecnológicos.(...)
Balcones y bolsillos para lo común, escenarios y remezclas de lo disponible y lo conocido, experimentos que invierten las reglas de la performance, invitando a pensar de otro modo la distinción entre urbanismo y arquitectura, medioambiente y tecnología. Tecnológicos o urbanos, estos balcones para el contacto, el apoyo mutuo y el aprecio por los otros, son algo más que una metáfora de otro mundo posible. Son una promesa, una herramienta pedagógica, un primer paso en un sendero que sólo se puede hacer caminando". (Paula  V. Álvarez, Balcones y cultura de cuarentena: umbrales hacia otro mundo, en el blog de la Fundación Arquia). 

"Confinarse es un acto misterioso. Nadie en su sano juicio se retira del mundo a no ser por un motivo elevado. En su doble sentido. Simón el ermitaño intentó esa vida en soledad en un monasterio del que fue expulsado por sus exageraciones. Trató de apartarse del mundo refugiándose, sin éxito, en una cabaña cerca de Antioquía, luego en una cisterna abandonada y en una minúscula cueva. Abatido por sus intentos de soledad fracasada, se encaramó a una columna. Aunque estar a tres metros del suelo no era bastante, en la altura intuyó la solución. Lo intentó después a siete metros y finalmente se hizo construir una de más de quince. Permaneció sobre aquel capitel sin techo hasta el día de su muerte. Casi cuarenta años. 
Anachorein significa replegarse. El anacoreta es alguien animado por un inexplicable deseo de retiro, de retirada. Pero no de soledad. Su anhelo es más bien el de “una rarefacción de los contactos con el mundo” dice Barthes. Simón era visitado por los personajes más diversos por medio de una larguísima escalera. Se hacía llegar la comida con una cuerda y un cesto. Desde las alturas escribió cartas e incluso ofrecía sus enseñanzas… Es decir, en su intento de refugio Simón buscaba una relación con el mundo de otro orden. E hizo del alejamiento de la ciudad una profesión. (...)

En la soledad de cada celda, camarote o estación espacial existe una secreta hermandad con aquella vieja columna en el desierto. Hoy millares de casas se han convertido en inesperadas columnas (de resistencia, de residencia), desde las que miramos en alto la ciudad. Quien lo desee puede llamar a esa constelación de columnas solidarias, ciudad. (Santiago de Molina, La vida en alto, en su blog Múltiples estrategias de arquitectura). 

En estos días de balcones abiertos y puertas cerradas, te invito a invertir 9 minutos en este video





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