domingo, 26 de abril de 2020

Belleza por error



"El poeta polaco Adam Zagajewski nació en la ciudad de Lvov (Leópolis) que fue anexada por la Unión Soviética cuando él tenía cuatro meses. Su familia se trasladó a Gliwice, donde los sólidos muebles antiguos recordaban que el poblado había pertenecido a Alemania y los recientes mostraban la fragilidad con la que el socialismo polaco recompensaba al "hombre nuevo". 
(...) Zagajewski creció oyendo historias de la hermosa ciudad que habían tenido que abandonar, muy distinta al gris paisaje de Gliwice. La belleza se convirtió para él en el tesoro perdido que añoraba desde el suburbio donde la única construcción de relieve eran las gradas vacías del estadio de fútbol. 
Algo cambió con su descubrimiento de la literatura. En un entorno que parecía no inspirar nada, Zagajewski encontró el esquivo fulgor de la dicha. "Intenta celebrar el mundo mutilado", dice en uno de sus versos. En forma semejante, Milan Kundera se refirió a la "belleza por error" para definir el placer estético que deriva de las cosas que deberían repudiarlo.
En Dos ciudades, su libro de memorias, Zagajewski profundiza en esta idea. Su esencial rito de paso consistió en descubrir que la flor azul de la poesía puede brotar en un sitio equivocado: "Una bicicleta, un cesto de mimbre, una mancha de luz en la pared", dejaron de ser "objetos catalogables" y se convirtieron en misterios "con mil significados secretos". (...) A partir de entonces entendió la misión del poeta, convocar la belleza donde no parece tener derecho de existencia: "Existe un sentimiento habitualmente oculto aunque asible en los momentos de máxima concentración en los que la conciencia ama el mundo. Captar este difícil sentido equivale a vivir una felicidad muy peculiar, perderlo conduce a la melancolía". (Juan Villoro, El vértigo horizontal)

Te dejo ya con esta genial crónica cómica del confinamiento.

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