domingo, 7 de julio de 2019

Ciudades rotas (y brutales)







"Rotterdam fue una ciudad rota. De alguna forma lo sigue siendo. Su arquitectura última, ultramoderna e impactante oculta histéricamente su penoso pasado reciente: fue arrasada en la Segunda Guerra Mundial cuando, el 14 de mayo de 1940, 90 bombarderos alemanes arrojaron sobre ella 97 toneladas de bombas. Frente a la típica arquitectura holandesa de pequeñas casas como de juguete, estrechas y de formas amables en ciudades con calles igualmente mínimas, Rotterdam exhibe unas calles exageradamente amplias, una arquitectura cuajada de hirientes aristas y unos rascacielos no menos desaforados y desafortunados. Rotterdam es la menos holandesa de las ciudades del país, y te deja un poso amargo. Da la sensación de que sus raíces han sido brutalmente extirpadas y sobre el doloroso vacío se ha querido construir una arquitectura alienígena que conduzca a una catarsis colectiva de olvido y redención. Me da que no se ha conseguido.

Paseando por la enorme avenida Westzeedijk en busca del Kunsthal de Koolhaas (qué decepción, encima era lunes y estaba cerrado, si hubiera podido entrar seguro que me habría gustado más) la sensación es de estar en una ciudad alienada y alienante, percepción que aún se acentuó más al acercarme al Het Nieuwe Instituut de Jo Coenen, otra decepción, qué edificio más inhóspito y cortante. La ciudad de las cicatrices invisibles, el tercer puerto más grande del mundo, siempre depara sorpresas arquitectónicas, aunque haya que tener estómago para asimilarlas. Su tendencia a las tallas XXL viene de lejos, ya en 1898 la Witte Huis, muy cerca de las Casas Cubo (otra famosa follie de la ciudad) fue el edificio de oficinas más alto de Europa (con 43 metros...), y uno de los pocos en sobrevivir a los bombardeos nazis. La última adquisición de la ciudad en este terreno es el De Rotterdam, de Rem Koolhaas, arquitecto que nació aquí y aquí tiene su estudio. De casta le viene al galgo. Por cierto que el masivo rascacielos (tiene unos modestos 150 metros de altura pero se extiende 100 metros) acaba de ser declarado el mejor edificio alto de Europa (el año pasado obtuvo el mismo galardón a nivel mundial otra torre de OMA, la  sede de la CCTV china). La torre holandesa no fue muy bien recibida por la crítica especializada, sea como fuere el edificio, junto al resto de las delicatessen arquitectónicas que se van levantado en el muelle Wilhelmina (a cargo de Foster, Piano, Siza, etc), y el puntiagudo puente de Erasmo (otro ilustre oriundo de la ciudad), se han convertido ya por derecho propio en la postal oficial de la ciudad.

La arista es bella podría perfectamente ser el lema de Rotterdam, aquí ya has visto granados ejemplos, pero las de la recientemente inaugurada Estación Central se llevan la palma. Pasaría perfectamente por un diseño de Libeskind, pero es de una UTE local formada entre otros por Benthem Crouwel, antes muertos que sencillos (autores también de la ampliación del museo Stedelijk de Amsterdam) y West 8, expertos en paisajismo (participaron en el  proyecto Madrid Río).

En fin, Rotterdam no es país para espíritus sensibles, como te habrás dado cuenta. Le deseamos a la ciudad que encuentre la paz consigo misma y que la arquitectura (una quizás algo más amable) le ayude a exorcizar sus fantasmas más profundos".

Esto lo escribía aquí hace cinco años (desde entonces la arquitectura más amable que le deseábamos ha llegado ya). Teniendo en cuenta que estamos a vueltas con las ciudades me ha parecido bien autocitarme. Eso y que estoy vaguzo. Pero en fin, por añadir algo te enlazo a un fantástico videoclip de los Chemical Brothers que acabo de descubrir en el que aparece una ciudad que bien podría ser Rotterdam pero es Londres, aparece el aparcamiento de la calle Welbeck, con su bella fachada brutalista en forma de cota de malla, que ya están demoliendo para construir un hotel de postín (a los hermanos químicos les debe ir el brutalismo, en el video para su famoso tema Go se nos muestra profusamente el barrio parisino de Front-de-Seine de Raymond Lopez y Henry Pottier mientras una curiosa formación de bailarinas retro, que me traen a la memoria Metropolis, desfilan en una coreografía como constructivista enfundadas en grises outfits, que lo mismo remiten al abundante hormigón de las más de veinte torres allí proyectadas). Ya puestos, oye, vamos a dar una vuelta por unos cuantos videos musicales que hacen referencia a la arquitectura brutalista, observa por ejemplo este de Metronomy (Month of Sundays) donde aparece el complejo londinense de Barbican. Por allí se pasó también el artista americano Doug Atkien, que congregó a más de 100 artistas y músicos para que compusieran algo inspirado por las torres de Chamberlin, Power y Bon, aquí explican el proyecto. En este otro, The Clock de 8:58, con Paul Hartnoll -integrante de Orbital- a los mandos, aparecen los Robin Hood Gardens, ya desaparecidos. En Giants, Chicane descoyunta unos cuantos edificios brutalistas a ritmo de Trance. A su vez The Libertines sitúan su video musical del tema What became of the Likely Lads en el complejo de Thamesmead (que ya había aparecido en La naranja mecánica de Kubrick) y Omi Palone, en Architecture, usa de fondo las torres Trellick y Balfron de Ernö Goldfinger y la urbanización Alexandra Road de Neave Brown. Pero mi favorito es este elegante y surrealista video de Leonard Cohen (In My Secret Life) donde el cantante canadiense se pasea por el espectacular edificio Habitat 67 de Moshe Safdie en Montreal (un Citroën DS Tiburón contrastando con las rectilíneas formas del complejo también reclama protagonismo). ¿Y algo patrio? me preguntas displicente. ¿Es La Muralla Roja brutalista? Pues si no lo es se le parece mucho. Martin Solveig le dedicó un festivo videoclip para su tema Do It RightPero si te parece más brutal el Walden-7, también de Bofill (que, recordémoslo, vive en una antigua fábrica de cemento), tranquilo que también tenemos videoclip ambientado en él, en este caso del grupo madrileño Hinds. Y así podríamos acaso seguir ad nauseam (solo decir que esperamos con fruición que Rosalía, esa Koolhaas del flamenco, esa coplera brutalista, descubra el hormigón para sus alucinantes videos musicales).

Creo que me he ido de tema completamente. Es que no tengo arreglo. Debería hacerme mirar esta pulsión cada vez más frecuente por lo non-linear (y por el pedantismo de paso)Hablábamos de Rotterdam. Para acabar con más nivel te traigo el par de citas de altura de rigor. Son todas ellas de Fernández-Galiano, extraídas de varios artículos de los 90 recogidos en Años Alejandrinos (me he terminado el primer volumen, ahora la duda es empezar el segundo o atacar Delirio en Nueva York de Koolhaas precisamente, que no pude evitar comprarme en la Feria del Libro...). Don Luis habla de Rotterdam como un "páramo simbólico, ayuno de monumentos o referencias cívicas", pero resalta que "el futuro de Europa se ensaya en el país de los pólders. Su territorio, fabricado más bien que colonizado, es hoy el escenario de un extraordinario experimento urbano: con el espíritu innovador que caracteriza a los habitantes de esta tierra artificial, los arquitectos holandeses proyectan edificios y barrios cuya fresca radicalidad no tiene equivalente en ningún otro país del continente. La prosperidad económica y el hábito de considerar sus paisajes horizontales como una tabula rasa sobre la que puede imaginarse cualquier futuro han alumbrado una generación joven que se atreve a pensar su entorno como un extenso laboratorio de geografías voluntarias". Y Rotterdam es pieza clave en esa innovación incesante e insomne. En el artículo Tú a Rotterdam, yo a Basilea de 1999, el director de Arquitectura Viva y demás señala que la Rotterdam de Koolhaas (cuyos "hallazgos surreales se han convertido en el mito de referencia para la arquitectura europea de vocación experimental") es uno de "los polos entre los que late el corazón partido de la arquitectura" siendo el otro la Basilea de los rigurosos y ordenados Herzog y de Meuron, en realidad una reedición del debate Le Corbusier vs Mies van der Rohe: "Hoy, Rem Koolhaas ha llevado la ambición demiúrgica y la inventiva plástica de Le Corbusier hasta extremos superreales en su desmesura futurista; mientras que Herzog & de Meuron han trasladado la elegancia material y el rigor geométrico de Mies van der Rohe hasta el terreno insólito de lo convencional, lo trivial y lo cotidiano; y entre esa Holanda audaz y esa Suiza refinada vacilan las miradas de los arquitectos del continente". 





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