lunes, 23 de julio de 2012

Uniones de alto voltaje


¿Alguien se imagina a, por ejemplo, el Real Madrid y el Barcelona (o el Atlético de Madrid) jugando juntos contra otro equipo? ¿A Ferrán Adriá poniendo un restaurante junto a Arzak? ¿A Ai Weiwei uniéndose a Anish Kapoor para crear una nueva instalación? Bueno pues en arquitectura esta clase de uniones en lo más alto se están empezando a producir, y es que la crisis obra milagros. Es habitual, bien por requerimientos del proyecto, o como guiño al país en cuestión, que cuando un arquitecto de renombre se presenta a un concurso en un país distinto al suyo lo haga acompañado de un estudio local, hasta ahora  un telonero poco conocido. Pues bien esto ha cambiado para el proyecto de reforma del estadio Santiago Bernabéu del Real Madrid al que se propone dotar "de una piel envolvente que sea un hito arquitectónico mundial. Tiene que convertirse en único, el mejor del mundo, la obra cumbre del siglo XXI" en palabras de Florentino Pérez (quien pondrá sobre la mesa 200 millones de euros), proyecto que también incluirá la construcción de un hotel y un espacio de ocio en el costado que mira a la Castellana, hoy en día ocupado por un parcela infrautilizada (ya hace casi tres años el diario deportivo Marca adelantaba la noticia, señalando a tres arquitectos galácticos para el proyecto: Moneo, Pei y Calatrava: sólo acertaron con el primero). Pero a lo que íbamos, la gran novedad consiste en los equipos seleccionados: el primero Moneo y Herzog y de Meuron (aquí no hay telonero que valga, ambos estudios están en lo más alto de la disciplina a nivel mundial, algo como digo verdaderamente sorprendente), el segundo Foster y de la-Hoz (aunque aquí la balanza se inclina hacia el británico, de la-Hoz es uno de los más importantes estudios españoles, autor por ejemplo de las sedes de Telefónica y Repsol en Madrid), y el tercero Populous y Lamela (los menos conocidos: el primero ha diseñado el estadio olímpico londinense junto a Peter Cook, sobresaliente en sostenibilidad pero aprobadillo en presencia, acaba de ser elegido para la shortlist del Stirling, y los segundos son un estudio de gran tradición en España: con Rogers levantaron la T-4 en Barajas y suyas son también las Torres de Colón, todo un acontecimiento en los 70 por su técnica constructiva -se hicieron de arriba abajo- y su posterior restyling consistente en unir ambas torres con una piel única y rematarlas -nunca mejor utilizado el término- con un extraño caperuzón de un color verde ácido que no desentonaría en Miami, pero en Madrid... Suya es por cierto la última remodelación del Bernabéu).

Hasta aquí todo muy bien. Los arquitectos, hasta los más grandes, deben adaptarse a los tiempos y trabajar en equipo. El premio FAD de arquitectura ha sido concedido al Matadero madrileño precisamente por aunar a un gran número de arquitectos en un proyecto vanguardista común. Ahora bien, la pregunta es: ¿serán capaces nuestros ex-starchitects, a sus años, tras acumular tantos éxitos y fama, y después de trabajar a sus anchas durante tanto tiempo, del imprescindible give and take del trabajo en equipo? Foster y de la-Hoz tienen ciertamente mucho en común, Moneo y HdM también (aunque quizá algo menos), aún así, ¿serán capaces de pergeñar juntos un proyecto realmente mejor que sus trabajos en solitario? Tengo verdadera curiosidad por saber qué saldrá de todo esto: la respuesta, en septiembre, cuando se presentan los proyectos: ¿Ganarán Foster y de la-Hoz, más en sintonía con el galactismo de Florentino que los recatados Moneo y HdM (aunque en Pekín y Múnich los suizos hicieron sendos estadios realmente impresionantes)? ¿Darán la campanada Populous y Lamela, a prori los peor colocados?

Muy bien también el sugar rush, el subidón de azúcar que dice Rowan Moore en The Observer comentando la falta de él en la lista final de sosos edificios elegidos para el premio Stirling de este año (hasta los dos seleccionados de Koolhaas parecen de Chipperfield). Está bien que, de vez en cuando, y siempre a cargo de magnates como Pérez o Botín, claro está, le demos una alegría al cuerpo con estos soberbios macroproyectos que den cancha a los grandes para que nos dejen boquiabiertos; ojo, fundamental también que sean obras que puedan llegar a todos y no meras torres de marfil al estilo de The Shard como apuntaba Fernández-Galiano en el congreso Arquitectura: Lo Común: "los edificios se reconstruyen y dotan de significado con la gente", la arquitectura debe crear "marcos que coreografíen la realidad de la vida" (resulta que al final "lo común" se refería a lo comunitario).

En fin, acabo con una lista de improbables equipos arquitectónicos que me gustaría ver trabajando juntos: Siza y Campo Baeza, Mangado y Chipperfield, Toyo Ito y Selgas Cano, Nouvel y Lejarraga, Koolhaas y Zaera, Nieto Sobejano y SANAA, Calatrava y Hadid (aquí iban a saltar chispas), Zumthor y A-cero (¿por qué no?), Tuñón y... ojalá, Mansilla.

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