miércoles, 26 de mayo de 2010

La hora chanante arquitectónica


¿Quién nos iba a decir que Antonio Lamela, un arquitecto tan serio suponemos y a quien debo mi primer recuerdo arquitectónico (la construcción de las Torres de Colón que tenían al Madrid de los 70 patidifuso), tenía vena de monologuista del Club de la Comedia? En el marco de la inauguración de una exposición en Madrid sobre 24 proyectos de arquitectura sostenible en la que su estudio está presente con la T-4, realizada junto a Rogers, comenta para El País:"La arquitectura siempre ha sido sostenible (tiene que sostenerse para que no se caiga)". Y desarrolla su chascarrillo con un ejemplo que nos deja la sonrisa congelada:"La T-4 demostró que es sostenible cuando el atentado. Ocurrió en el aparcamiento y el destrozo se quedó ahí, aunque la onda expansiva llegó a la terminal y el edificio se movió, pero no se cayó". De la-Hoz, que aporta a la exposición su sede de Telefónica también en la capital, parece querer terciar en el cachondeíllo indicando que donde esté una buena sombra que se quite toda tecnología arquitectónica. Ya puestos en plan chanante, a la ufana Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, presente la inauguración, alguien podría haberle preguntado cómo anda la sostenibilidad de la galáctica Expo (uy, perdón, Campus) de la Justicia y sus 18 edificios de arquitectos de rompe y rasga en su mayoría. Por ahora sólo el hongo de FOA emerge en un inmenso erial y el futuro es gris oscuro tirando a negro para el resto... Parece que el proyecto (ambicioso y muy atractivo, digámoslo todo), basado en la ilusoria venta de los edificios judiciales de Madrid para luego reagruparlos en el extrarradio y de paso mandar a montones de funcionarios al quinto pino (qué sostenible, sí señor) no se sostiene económicamente ahora que la burbuja inmobiliaria estalló ¿No podrían los señores políticos y sus lujosos think-tanks prever estas deflagraciones económicas? ¿no podría alguna comisión de sabios avisarles de que determinados proyectos son insostenibles? ¿para que les pagamos entonces?

Con la sostenibilidad ha pasado como con tantas ideas: de tanto repetirlas pierden su fuerza y acaban resultando cansinas. Koolhaas, encantado de provocar, ya habló de la hipocresía y el "cinismo verde" de muchos arquitectos supuestamente ecologistas y Gerhy, identificado con la arquitectura del exceso así que últimamente no se come un colín, arremete contra el movimiento sostenible tachando el certificado ecológico LEED aplicado en los EEUU a los edificios de mero instrumento político. Quizá tengan parte de razón. Y sin embargo, o somos sostenibles o simplemente no seremos.

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