jueves, 8 de octubre de 2009

Oposición a Nouvel en NYC


La práctica de la arquitectura se está poniendo cada vez más difícil, y aunque parezca paradójico, especialmente para los arquitectos de renombre. Todos nos lanzamos alegremente a criticar (yo el primero), aunque no tengamos ni idea de arquitectura, en primer lugar (es lo más obvio) por la visibilidad de sus proyectos, segundo por la saludable democratización de nuestra sociedad (gracias en gran medida a internet), tercero porque la arquitectura se está convirtiendo en un fenómeno de masas en el que el starchitect está en la primera línea de combate para lo bueno y lo malo, y por último (lo que más me incordia), por la inevitable y pertinaz resistencia al cambio y la novedad. Y no pensemos sólo que se trata de un fenómeno que sucede a arquitectos "extravagantes" como Hadid, Calatrava o Gehry. Nuestro Moneo sin ir más lejos, arquitecto del low-profile, ya ha tenido que capear temporales en Donosti con su palacio Kursaal (ubicuas pancartas en la ciudad contra la "modernidad" del edificio cuando estaba en fase de proyecto, que ahora es alabado unánimemente), en Estocolmo (tuvo que cambiar el color de su Moderna Museet, que apenas se ve entre los árboles de una de las islas de la hermosa ciudad, porque a la ciudadanía el gris original les parecía tristón: la verdad es que el salmón que luce ahora le sienta muy bien), y no digamos la lluvia de palos mediáticos (liderados por gurús de la arquitectura) que recibió por su aburrido "cubo" del Prado en Madrid (cuando lo cierto es que las condiciones previas del proyecto imponían ya ese anodino diseño). Qué duda cabe que la crítica puede ser muy positiva ante determinados desmanes arquitectónicos, pero tengo cada vez más la sensación de que a veces es simplemente criticar por criticar.

Ahora le ha tocado a Nouvel (no es la primera vez). En Nueva York tiene proyectada una original torre (mucho más interesante que la Tour Signal que hará en París), justo al lado del MoMA (se utilizarán espacios en la torre como nuevas salas del museo) que juega con los perfiles haciendo quizá referencia al Flatiron Building y a la torre Eiffel. En principio iba a tener 380 metros y hace poco ya se le dio un buen varapalo al reducir su altura a 320. Respiramos tranquilos, al menos se hará (al contrario de otros grandes proyectos americanos que han sido víctimas de la crisis, como la torre de Calatrava en Chicago o el estadio de los New York Nets de Gehry) y por desgracia los recortes de altura no son infrecuentes en este mundo (el recién estrenado Hotel W de Bofill en Barcelona iba a tener 180 metros, convirtiéndose así en el edificio más alto de la ciudad, pero le dieron el tijeretazo y se ha quedado en 100, y no le han faltado tampoco las críticas). Pues lo último sobre la torre de Nouvel -que ya riza el rizo- es que se ha montado una organización con su página web y todo que ha hecho hasta un anuncio para TV en contra del proyecto (¡en la ciudad de los rascacielos!), presionando a la concejala de urbanismo o similar para que pare la torre. Qué pesadez.

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