lunes, 5 de diciembre de 2022

Aristas

 


Pasmado me ha dejado la angulosa terminación que Rafael de La-Hoz ha diseñado para el edificio de oficinas que Amenábar, la constructora donostiarra presente en no pocos proyectos de la zona, erige por Méndez Álvaro, en Madrid. De nombre Visionary Building (forma de periscopio tiene), el nuevo desarrollo muestra la querencia del arquitecto cordobés por este barrio donde también proyectó la sede de Repsol y, cruzando las vías de Atocha, el edificio que aloja la Junta Municipal del distrito de Retiro en los antiguos cuarteles de Daoiz y Velarde, donde además acondicionó uno de los antiguos pabellones como sala de exposiciones y teatro (prácticamente en desuso siete años después). 

La arista se lleva de nuevo, aunque me da que en este nuestro querido país se ha llevado siempre, qué cansancio. Aún más pasmado me ha dejado estos días la visión del tremendo proyecto de Libeskind para la torre Boerentoren en Amberes, un edificio protegido (?)  acabado en 1932 (con sus 92 metros se dice que es el primer rascacielos europeo, aunque la sede de Telefónica en la Gran Vía madrileña es un par de años anterior y tiene prácticamente la misma altura) al que el arquitecto del museo judío de Berlín va a encajar, muy en su línea, una torre cristalina de brutales ángulos donde se alojará la Phoebus Foundation, una fundación artística tras la que se encuentra el potente grupo empresarial belga Katoen Natie. Aquí tienes más información sobre el proyecto, juzga tú mismo. 

No muy lejos de Amberes, en Knokke-Heist, Steven Holl, otro deconstructivista feroz, propuso años ha algo parecido. En este caso el anguloso añadido se proponía sobre un casino y era aún más salvaje que el de Libeskind pero, eso sí, estaba inspirado en uno de los murales (The Ship that tells the Story to the Mermaid) que Matisse había pintado ex profeso para el glamuroso casino, el más importante del reino belga. Sobre el edificio, casi destruido por los nazis, una nueva deconstrucción iba a tener lugar en forma de desproporcionada intervención de nombre Sail Hybrid que incluía un bloque anguloso en forma de velamen y a sus pies otro edificio que rememoraba a la sufrida sirena. Mejor lo ves. No tenemos noticias de que se haya construido aún, asi que todavía hay esperanza (también para Amberes). 

Lo irracional, ahora que parecía desaparecido en combate en arquitectura por lo menos, sigue dando potentes coletazos, acaso porque el ser humano necesita de lo inexplicable, de lo artísitico, vaya. Es uno de los debates de fondo que se puede ver en el encuentro Tutor16 Sharing Experience que hace unos días tuvo lugar en la nueva sede corporativa de Arquia, en la calle Tutor 16 de Madrid (la calle alude a Agustín Argüelles, tutor de Isabel II, reina ya con 13 tiernos años). Aprovechando tan jugoso nombre, se pensó en invitar a otros tantos tutores arquitectónicos (ocho en esta primera edición, otros ocho el año próximo) para que dieran su visión del futuro de la arquitectura. Moderados por Fernández-Galiano en dinámico swing, arquitectos punteros se dieron cita en la sede diseñada por Tuñón, uno de los tutores. Como te decía, uno de los debates más agudos tuvo lugar entre los racionalistas (abanderados por Moneo y Ortiz) y los -digamos- irracionales, defensores del misterio, de la creatividad sin cortapisas (liderados por Pinós y Navarro-Baldeweg). No hubo vencedor, aunque si me fuerzas a proponer uno yo siempre diré Moneo, quien acabó su intervención reivindicando el respeto al pasado con una cita de T.S.Eliot: "Tiempo presente y tiempo pasado / se hallan quizá presentes en el tiempo futuro / y el tiempo futuro dentro del tiempo pasado. / Si todo tiempo es eternamente presente / todo tiempo es irredimible" (aquí meto cuña y te enlazo a Parchment Works de Will Gamble Architects, un bello ejemplo arquitectónico de dicha cita). Hubo otros intervinientes también de prestigio entre el público asistente como Ferrater y Ángela García de Paredes (creo que era ella, sólo se la nombró como Ángela, pero la  referencia musical que hizo Fernández-Galiano me dio la pista; se agradecería que el video estuviera editado para no-arquitectos poniendo por ejemplo los nombres de los participantes). Herzog, tutor invitado, no pudo asistir, pero mandó elaborada carta en la que, en su enfática referencia a la sostenibilidad social, dejaba acaso traslucir la herida de Beirut. Me quedo también con la cita de Camus que traía Souto de Moura: hay que imaginar a Sísifo feliz, "no hay sol sin sombra y es indispensable conocer la noche", remataba el filósofo francés. El arquitecto, y todos nosotros, debemos ser optimistas mal que nos pese (no hay que cejar en la titánica lucha contra lo tóxico), y si hay que fingir, pues a ello con el mismo esmero que la orquesta del Titanic. Optimismo forzado que enlaza con la foto elegida para presentar el encuentro de Arquia: la biblioteca londinense de Holland House (donde por cierto Argüelles trabajaría cuando se exilió a Inglaterra gracias a su dominio del inglés), destruida por los bombardeos nazis, entre cuyos escombros varios flemáticos caballeros buscan libros en plan business as usual. Cerramos ya con muy sabio comentario de Pinós, una optimista apasionada: Lo posible es mejor que lo perfecto. Amén. 

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