viernes, 24 de julio de 2015

Lonbái (2)



"Los gobernantes y los poderes económicos y mediáticos han valorizado principalmente a los arquitectos poco urbanistas, más bien fabricantes de objetos singulares y que tienden a prescindir del entorno urbano y de un proyecto de ciudad. La sustitución del urbanismo por la arquitectura es una regresión en todos los sentidos: cultural, social, política. La arquitectura ostentosa, tape-à-l'oeil, con pretensiones de marcar simbólicamente el territorio, afirma el poder del dinero y de las autoridades y sobre todo hace el juego a la economía especulativa y al urbanismo excluyente.
La multiplicación de objetos presuntuosos les hace perder su sentido. “Lo excesivo deviene insignificante”, como dijo Telleyrand. Exaltar a los arquitectos productores de objetos urbanos, que menosprecian o ignoran a la cultura urbanística acumulada, instalados en “un sublime atardecer” como los describió Graciela Silvestri en un excelente artículo en Punto de Vista, contribuyen a disolver la ciudad. En nombre del arte generan la alienación urbana, ciudades-objeto del deseo de minorías y urbanizaciones sin ciudad, sin sentido y sin ciudadanía. (Jordi Borja, Ciudades y arquitectos en El País).

sábado, 18 de julio de 2015

Lonbái

¿El próximo Stirling?
Puede serlo. Ya se han dado a conocer los cinco finalistas para el Óscar arquitectónico de la Gran Bretaña y este bloque de viviendas sociales en Londres, del estudio local Níall McLaughlin Architects, es uno de ellos. Así, de primeras, como que dice más bien poco, pero cuidado, porque las apariencias engañan. El RIBA alaba las cuidadas terminaciones, la elección de un ladrillo para su fachada que imita la tonalidad de los edificios victorianos circundantes, al igual que sus contenidas formas, lo que hace que "complemente a sus vecinos sin copiarlos".
Sobre su escalera interior la asociación de arquitectos británicos derrocha cumplidos desorbitados, como que sus usuarios se sentirán en el séptimo cielo al utilizarla ("como un millón de dólares", es la  metáfora, tan británica, que usan), y no contentos con eso recalcan que también se hallarán "como estrellas en un transatlántico", vamos, que dan ganas de ir a Londres sólo por probarla, para acabar diciendo que la casa es un ejemplo de cómo la destreza de un arquitecto puede convertir lo corriente en extraordinario.


Es también reseñable el concepto de "esquinas abiertas" (en palabras esta vez del propio arquitecto) que conforman unas generosas terrazas que permiten la entrada de abundante luz en los salones, como puede verse en la foto: fíjate en las sillas, diseño de Prouvé, una cita pertinente aunque si tenemos en cuenta que hoy en día las hace Vitra a 450 euros la unidad, la cosa cambia un poco. Y, por cierto, se puede ver el Walkie-Talkie (horror).

Con todo, aunque el RIBA no lo mencione, el factor más decisivo para su elección quizá haya tenido que ver con el hecho, heroico en el Londres de hoy en día, de haber creado viviendas sociales dignas y asequibles en una zona casi céntrica de la ciudad. La inmobiliaria Peabody, que es el cliente para el que McLaughlin ha construido este bloque, es una empresa con más de 150 años de vida creada por George Peabody, filántropo americano que en el deprimente Londres de Dickens se propuso eliminar los slums (barrios chabolistas) creando para ello bloques dignos donde la higiene fuera objetivo prioritario, así en cada edificio vivía un "superintendente" que controlaba que los inquilinos mantuvieran limpias por turnos las zonas comunes (incluyendo los baños, que hasta 1928 no fueron individuales), llevaba un registro de enfermedades infecciosas y se aseguraba de que todos los residentes fueran vacunados de la viruela. Su primer arquitecto, Henry Darbishire, da precisamente nombre al bloque de McLaughlin, y es que toda esta zona está rodeada por viviendas diseñadas por dicho arquitecto y financiadas por Peabody en torno a 1860 (la parcela donde se ha levantado el nuevo edificio alojaba otro de dichos bloques pero fue destruido por un V2 durante la Segunda Guerra Mundial). Peabody, en una hazaña empresarial que sorprende no sólo por haberse mantenido en el tiempo sino también (y especialmente) por no haber perdido su espíritu social con la que está cayendo, sigue promoviendo edificios de viviendas accesibles y de calidad: el propio estudio de McLaughlin diseñó otro para ellos (más audaz) en 2001.

Como hemos apuntado, la selección de finalistas para el Stirling, en su gran mayoría "cajas democráticas" en palabras de Jay Merrick  (aunque también se ha nominado nada menos que al NEO Bankside, los apartamentos de superlujo de Rogers con áticos desde 8,5 millones de euros, todavía queda alguno sin vender, anímate), hay que entenderla dentro de un contexto, nada nuevo por otra parte, de verdadera alarma ante la carnicería arquitectónica que se está perpetrando en Londres. Nada menos que 260 nuevas torres se están construyendo o se van a construir próximamente, en una pasmosa fiebre especuladora a menudo generada por capital extranjero que el alcalde Johnson, tan sutil como de costumbre, saluda con sobrecogedoras frases del calibre de: "Londres es al millonario como la jungla de Sumatra al orangután". Las que más van a afectar al skyline por estar en el cluster central de la City son la de Bishopgate 22 (justo en el solar donde iba a ir la torre del estudio KPF hasta que quebró la inmobiliaria, el equipo que la diseñó se independizó de la firma y ha vuelto al lugar del crimen para levantar un mamotreto impersonal y desproporcionado ahora que se ha resucitado el proyecto, rascacielos que en palabras de Wainwright va a dejar al Gherkin de Foster como un pepinillo bonsái), junto a la ya popularmente conocida como El bisturí por sus escalofriantes aristas y La lata de jamón, que disputará al Walkie-Talkie, esa torre con poderes tan peculiares, el título de rascacielos más horrendo de la City. Y esto no es lo peor, al fin y al cabo para gustos los colores (Koolhaas seguro que está encantado, ya hablamos de su opinión sobre el skyline londinense aquí), el verdadero problema es la brutal gentrificación que está convirtiendo la ciudad, o al menos su cogollo central, en un lugar sólo apto para los muy pudientes. El tema ya era conocido, pero un reciente artículo de Rowan Moore para The Guardian (Londres, la ciudad que se comió a sí misma) ha puesto el dedo en la llaga y ha levantado ampollas (ha tenido más de 1,100 comentarios) al enfocar el tema en casos personales con nombre y apellidos, gente común que literalmente se tiene que marchar de donde vive o tiene sus negocios porque no pueden pagar ya los alquileres, fenómeno que se ha etiquetado como social cleansing (limpieza social) y que ha afectado ya a 50.000 familias (y lo que queda). Otros términos con los que se define lo que está sucediendo en la ciudad del Támesis son el "lights out London" (el Londres de las luces apagadas: muchas de estas viviendas de superlujo suelen estar deshabitadas porque se compraron para especular o "invertir"), las iceberg houses (casas que se construyen sobre equipamientos exclusivos a los que sólo pueden acceder los muy distinguidos socios) o las beds in sheds (camas en los cobertizos de los patios traseros alquiladas a gente que no puede permitirse un alquiler digno: chabolismo encubierto, vamos). Moore acaba su artículo con una frase lapidaria: "El resultado es que los puntos débiles, en términos de mercado, son canibalizados. Lo que se pierde es el tejido blando pero esencial que hace que la ciudad merezca ser habitada y que, finalmente, la hace deseable a esos inversores extranjeros". Es lo que Alain de Botton, en un pedagógico video que en 5 minutos explica a la perfección la situación, llama, sin pelos en la lengua, la profanación de la capital británica, a la que, camino de convertirse en una mala versión de Dubái, bautiza Lonbái.

Si George Peabody levantara la cabeza...



domingo, 12 de julio de 2015

Cadenas y ruidos


"El atractivo de la arquitectura para quienes aspiran al poder político está en la manera en que sirve para expresar la voluntad. Diseñar un edificio, o encargar el diseño de un edificio, es sugerir que éste es el mundo tal y como uno lo quiere. Ésta es la habitación perfecta para dirigir un Estado, un imperio comercial, una ciudad, una familia. Es la manera de crear una versión física de una idea o una emoción. Es la manera de construir la realidad tal y como queremos que sea, más que como es.
Por su escala y sus complejidades, la arquitectura es de lejos la más grande y la más sobrecogedora de todas las formas culturales. Determina literalmente nuestra manera de ver el mundo y cómo interactuamos entre nosotros. Para el cliente, es una oportunidad de sentir que ejerce un control sobre los acontecimientos. Y para cierto tipo de arquitecto, ofrece la posibilidad de ejercer un control sobre la gente". (Deyan Sudjic, La arquitectura del poder. La foto -Wall Street,1915- es de Paul Strand).

"La luz es sepultada por cadenas y ruidos
en impúdico reto de ciencia sin raíces.
Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes
como recién salidas de un naufragio de sangre".
(F.García Lorca. La aurora, Poeta en Nueva York)

sábado, 4 de julio de 2015

Postureos

Hadid ataca de nuevo

En Milán están que lo tiran. No hace nada que Koolhaas y Chipperfield estrenaron sus edificios (como puntualmente reseñamos) y ahora se suma el complejo City Life, doce edificios de apartamentos de lujo de entre cinco y trece pisos a cargo de Zaha Hadid y Daniel Libeskind, Dios los cría y ellos se juntan: lo que faltaba, dos divos de la starchitecture trabajando codo con codo a ver a quién le queda más deconstruido. Remata el nuevo barrio, a falta aún de tres inmuebles más de Libeskind que elevarán la cifra de viviendas a un total de 662, una esbelta torre de Arata Isozaki que resalta por su sobriedad de líneas zen entre tanto vaivén volumétrico (fotos), y es que a Hadid y Libeskind les han salido unos embriagantes bloques que hacen del postureo arquitectónico todo un arte. Lo del postureo es una de esas palabras en boga ahora mismo y que viene a referirse a una actitud superficial y forzada con la que pretendemos hacer un statement (declaración de intenciones, pero en inglés queda más aparente, ves, eso sería postureo lingüístico), que queda irremediablemente oscurecido por la pose en cuestión, con lo que al final todo queda en ruido mediático, pero mira, que te quiten lo bailao. Como te digo, lo del postureo tiene ahora un tirón que lo flipas, vamos que hay veces que te pones a miccionar y no expeles gota de las cosas que acontecen. La propia dinámica del relato me lleva sin remedio a recordar ese momento de postureo reivindicativo en el que una activista (a sueldo de un ayuntamiento de renombre mundial) hizo de la micción, de pie, en plena Gran Vía del escultor Francisco Salzillo de Murcia, una singular performance que no se le habría occurrido ni a Abramovic. Y encima fumaba. Vamos, algo así como Fumando (a la par que miccionando) espero al hombre que yo quiero. Pues que sepas que dicho numerito va mucho más allá de una gamberrada etílica: se trata de lo que se conoce como activismo posporno nada menos. El posporno vendría a ser en relación al porno convencional lo que Hadid o Libeskind son a la arquitectura, esto es, pura deconstrucción, en una voluntad de huir de una sexualidad heteronormativa y coitocéntrica lo mismo que de una arquitectura ortogonal y sometida.

Las torres beodas de Libeskind
Vivimos un Zeitgeist (seguimos con el postureo léxico) deconstructivo. Nada parece que valga, todo se nos antoja añejo de pronto, y por tanto urge demolerlo con la premura y determinación que exige la soberbia ciega compañera inefable de la juventud y la ignorancia. Hay mucho hipsterflauta experto en mundos teóricos que, si pudiera, nos llevaría a un mundo de certezas absolutas y prístina pureza, como si eso existiera. Bien está, como dice Carmena, integrar en las instituciones a personas y personajes que han transitado siempre en las periferias del poder, a menudo enfrentándose a él, a condición digo yo que no acaben desintegrando esas mismas instituciones. Y no me refiero ahora al ruido mediático, a menudo inocuo, que solo molesta al rancio recalcitrante, sino a la voluntad hermética de desmontar complejos ensamblajes que han llevado tanto esfuerzo y sacrificio lograr. Cuando se habla del "régimen del 78" o de "partidos jerárquicos" se usa el lenguaje de manera maquiavélica para atacar instituciones que con sus evidentes imperfecciones han surgido del debate, la negociación y el intercambio de ideas, instituciones que estos nuevos tronistas intelectuales no valoran primero porque se lo han encontrado todo hecho, y en segundo lugar porque para ellos el diálogo viene a ser sinónimo de debilidad y lleva a compromisos impuros. Todos estábamos indignados, con razón, por la corrupción rampante de unos partidos tradicionales que han trincado a diestro y siniestro, pero si la alternativa es iluminados de salón que hacen política con los pies (por no decir otra parte de nuestra anatomía), algo así como Syriza en Grecia, aviados vamos. En fin, siempre nos quedará el consuelo -que no es poco- de que en nuestro país no han surgido, al contrario que en varios países europeos, truculentos partidos de extrema-derecha.

Kamasutra arquitectónico de Hadid
Termino. Volviendo a Libeskind y Hadid, no deberíamos despachar tan a la ligera esta somera reseña de su última performance arquitectónica perpetrada en Milán sin recordar que si están ahí es por algo. Pocos arquitectos han sabido expresar tan agudamente como Libeskind el horror de la barbarie nazi, que se palpa (por dentro y por fuera) en el museo del Holocausto en Berlín.Y qué decir de Zaha, lo suyo es puro posporno arquitectónico, pero solemos olvidar lo mucho que le ha costado llegar a la cima siendo de origen árabe, mujer y defendiendo una arquitectura tan decididamente vanguardista, así que bien ganado se tiene su postureo.