sábado, 10 de enero de 2015

Crónicas Murcianas (2)



Marchando más pruebas. Con estas declaro finalmente demostrado que Murcia es marciana.

Prueba 4. Agujero espacio-tiempo en Trapería.




Paseando por la hermosa calle de la Trapería, dentro del casco más histórico de la ciudad, te encuentras con una fachada que claramente no pertenece allí. Juzga tú por las fotos, parecería que, a través de un agujero espacio-tiempo se hubiera plantado allí desde la Viena de la Secesión. Ese granate (color por cierto de la bandera de la Comunidad murciana), esos árboles estilizados trepando por la fachada formando una suerte de bosque o huerta alucinógena, esas formas austeras contrastando con la desbordante fachada del soberbio Casino... Más tarde guglearé un poco (me lo pone fácil el hecho de que el misterioso edificio se encuentre justo al lado del icónico Casino) y me encontraré, lo que son las cosas, con que es obra de Fernando de Retes, el del alienígena Parque Científico de Murcia que mencionábamos en la anterior entrega. Mientras, trastocado (más incluso de lo habitual) por la visión, recuerdo el tema del bosque de ficción que mencionábamos no hace mucho al hablar de la exposición de Chipperfield en la Neue Nationalgalerie de Berlín (precisamente leo hoy en la prensa que Kraftwerk, los talludos adalides de la fusión del hombre y la máquina que cantaron a los robots, a la radioactividad o a los ordenadores, han dado allí un concierto. Mies y Kraftwek: sobriedad germánica, mundos artificiales, pureza formal...).


Prueba 5. Un edificio replicante.



Ya lo conocía, pero la contemplación, en la plaza del Cardenal Belluga, del congelado choque de trenes arquitectónico entre la catedral de un barroco exacerbado y la fachada trasera del ayuntamiento a cargo de Moneo es siempre un shock fenomenológico de primera clase. Recuerdo el desconcierto al contemplar el recién estrenado edificio como muy similar al de los simios ante el monolito negro en 2001: Una odisea del espacio. El arquitecto navarro debió enfrentarse al reto mayor de su carrera al diseñar un edificio que tenía que encararse con la que es una de las fachadas más teatrales e impactantes de toda España. En la entrevista que realizó para el DVD de Arquia, Moneo decía sentirse atrapado por la plaza, pero lejos de arredrarse y realizar otra de sus réplicas silenciosas (como hizo en la ampliación del Banco de España en Madrid), quiso dar la réplica a la fachada barroca con su propio lenguaje, a degüello. Y así, al paroxismo voluptuoso del castellonense Jaime Bort (parece como si la fachada se moviera en transido éxtasis) opone su racionalismo cartesiano y austero en una fachada pautada (el propio arquitecto habla de una fachada musical) por columnas y huecos, los unos y los ceros del lenguaje de los ordenadores, el código de barras de la modernidad.

Prueba 6. El OVNI mimético.




Imposible zafarse de la torre de la catedral. Big Brother is watching you...

Revisitando a Soane y ensayando Salamanca  
Violentados los sentidos tras los Encuentros en la tercera fase en la plaza del cardenal Belluga, conviene ahora visitar algo menos impactante. De hecho adonde te conduzco ahora se produce un curioso fenómeno (casi un Expediente X): miras y no ves. Cuántas veces habré mirado desde la fachada principal del ayuntamiento al otro lado del río Segura, donde se encuentra como posado este extraño OVNI camaleónico, sin verlo. Lleva ahí desde 1989 y ha sido estos días cuando lo he descubierto. ¿Quiere eso decir que su arquitectura es insulsa? ¿Que yo soy un lerdo? ¿Que con tanta arquitectura espectáculo se nos ha quedado el ojo vago? Conocí de su existencia en la exposición que el ICO en Madrid está dedicando a su arquitecto, Juan Navarro-Baldeweg, flamante Premio nacional de arquitectura 2014 (Anatxu Zabalbeascoa le dedicó un valiente artículo en el que, tras alabar sus méritos, acababa apuntando sutilmente que ya toca dar este tipo de premios a arquitectos jóvenes) y con toda la intención fui a ver este edificio, un antiguo molino hidráulico reconvertido en museo. Debo admitir que no logro cogerle el punto al arquitecto cántabro (aunque me encanta su Biblioteca Hertziana en Roma), pero que conste que lo intento. Releo el artículo que Eduardo Prieto le dedica en el último Arquitectura Viva y descubro muchas claves: "Hay artistas que se definen por el estilo; otros por la sensibilidad. Los primeros imponen su lenguaje al mundo; los segundos se dejan llevar por su fascinación por el mundo. Unos 'crean de la nada'; otros se contentan con indagar en la riqueza inagotable de lo que ya existe. Aquellos buscan; estos encuentran". Te transcribo también esta cita terminal de Santiago de Molina: "La figura de un arquitecto con vocación de invisibilidad resulta todavía ejemplar. El mérito de hacer obras de un nivel extraordinario y permanecer oculto es la comprobación empírica de un especial tipo de éxito. Como un topo, el arquitecto no es más que un cordial subordinado a algo mayor. Ni siquiera el arquitecto según Anshelm es inventor, porque “la arquitectura no se puede inventar”. Está ahí. Sin más". 

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