domingo, 4 de enero de 2015

Crónicas murcianas



¿Murcia marciana?
¿Quién podría imaginarse que Murcia, esa recia capital de calles prietas, avenidas de solera y cuajada urdimbre urbanística conocida por su célebre huerta loada en la zarzuela La Parranda, himno oficioso de la Comunidad (quién no conoce lo de "Murcia, qué hermosa eres, tu huerta no tiene igual"), podría contener trazas alienígenas? El topónimo Murcia tiene un origen oscuro: mirto para unos (por darse en la zona esta planta), Murtius (nombre propio latino) para otros, mursiya ("fuerte" en árabe) para los menos, lo cierto es que no hay acuerdo (Menéndez Pidal llegó a decir que dicho topónimo fue "azote de filólogos”). ¿Oye, y si tiene que ver con Marte? Pues en lo arquitectónico como digo algo hay. A las pruebas me remito.

Prueba 1. La casa extraterrestre.

La primera en la frente. Basta con ver la foto para que me empieces a dar la razón. No me digas que semejante vivienda (La casa de la Mota del Río) en mitad de la huerta no tiene un evidente componente extraterrestre. Es del colectivo Huerta Bizarra, impulsores de una reinvención de la huerta murciana con un contundente ideario que tiene como primer objetivo "Generar un espacio de diseño y ensayo de nuevas oportunidades para el encuentro entre el paisaje huertano y un ciudadano activo, desinhibido y moderno". Ahí queda eso. Y por cierto, esta casa es uno de los 35 proyectos españoles (sin contar los 7 construídos por españoles en el extranjero, entre ellos el Rijksmuseum de Cruz y Ortiz que tiene muchas papeletas para llevarse el gato al agua) seleccionados para el Mies. ¿Sabías que por países, el nuestro es el que ostenta el mayor número de proyectos elegidos para el más prestigioso premio arquitectónico europeo a importante distancia del segundo? A pesar de todo, la arquitectura española sigue marcando músculo.

Prueba 2. El ciberhortus conclusus.

 
Cielos, me ha parecido ver un androide!

El Parque Científico de Murcia, de Retes Arquitectos, en el magnífico campus universitario de El Espinardo, podría perfectamente servir de localización para la película The Martian que Ridley Scott (el director de Alien, Blade Runner o la reciente Exodus) va a rodar este año. Los diseños de Fernando de Retes, que trabaja desde su casa-estudio de la huerta de Aljucer (otro huertano hipster), muestran una especial preocupación por la sostenibilidad y la ecología. El Parque Científico está conformado por una serie de edificios cubiertos por una malla de chapa en torno a un claustro que quiere inducir a la Reflexión (así, con  "r" mayúscula), como lo expresa su arquitecto: "Parecerá raro, incluso trasnochado, en tiempos del ciberespacio, hablar de un espacio cerrado, que se imagina recogido silencioso, amable. Pero casualmente “Claustro” está asociado a Reflexión, y desde luego es muy Universitario. Es también punto de encuentro. Reflexión, Transmisión de Conocimiento y Encuentro son la razón de ser del Parque Científico. Por lo tanto presentamos un espacio claustral abierto al paisaje. Para ello se ha cerrado el conjunto de los tres edificios con la mínima masa posible en un gesto potente, confiando a la geometría y a la repetición el carácter neutral preciso para la Reflexión".  El singular edificio fue finalista de la XII BEAU (al igual que otro proyecto suyo, el Centro de arte contemporáneo La Conservera también en Murcia). Más alienígena imposible. (Tienes excelentes fotos aquí).

Prueba 3. Brutalismo elegante.


Toma oxímoron. El brutalismo casi siempre ha estado asociado a futuros distópicos y casi nunca a la elegancia. La torre Hispania lo consigue. Esta grávida pero esbelta edificación de hormigón, que hace raya en pleno centro de Murcia, siempre me llamó la atención. Pero cuando descubrí que fue levantada en 1969 me quedé pasmado. Por diseño y presencia podría pasar perfectamente por una construcción reciente: mientras que otras torres sin duda más modernas que la rodean en la plaza de la Fuensanta o en la Gran Vía del escultor Francisco Salzillo han envejecido prematuramente, por la Hispania nadie diría que han pasado más de cuatro décadas. El árido hormigón, material que, como ya hemos comentado no hace mucho hablando sobre las polémicas torres londinenses de Goldfinger, no ha sido precisamente popular, deviene distinguido en manos de su arquitecto, Antonio Escario, oriundo de Albacete y que ha centrado su vida profesional como arquitecto (y profesor de Proyectos) en Valencia con edificios de contundente verticalidad quizá  inspirados por la extrema horizontalidad preñada de abrumadores cielos metafísicos de su Mancha natal. Fabulaciones narrativas aparte, decir que suyos son también el edificio conocido como La  Pagoda (la otra, bueno, ya la única) en Valencia, el hotel Bali de Benidorm, el más alto de Europa con sus 186 metros (y el edificio más alto de España hasta que se construyeron las torres del Real Madrid) o la soberbia sede de la OAMI en Alicante. Escario, que hubiera sido piloto como su padre de no ser por un defecto ocular (¿de nuevo la necesidad de trepar al cielo?), sigue vivo y coleando, no hace mucho se definía como un "arquitecto de acción".


Por hoy ya vas servido. ¿Te voy convenciendo de ese componente alienígena presente en la ciudad de Murcia? ¡¿Que aún no?! Bueno, aún me quedan algunos cartuchos (y de calado) en la recámara. Espera y verás.

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