viernes, 18 de noviembre de 2011

Marcos incomparables


La foto, publicada en El País del viernes, impresiona. Tras las germánicas damas (Angela Merkel y Helle Thorning-Schmidt, primera ministra de Dinamarca), austeras y marciales, emerge el imponente edificio de la Cancillería en Berlín, diseño del arquitecto alemán Axel Schultes. Fue tildado de monumental lavadora por su primer inquilino (Gerhard Schröder), mayormente por su otra fachada, que incluye un enorme vano circular al más puro estilo Kahn. Visto desde este ángulo, el edificio tiene un aire amenazante, y parece un extraño cruce entre un carguero espacial de Star Trek y el scaenae frons de un teatro romano delante del cual la dama de acero inoxidable podría interpretar una tragedia que bien podría titularse El rapto de Europa, (y subtitularse Que la deuda te acompañe). Y es que al final, y valga la paradoja, estamos en deuda (cultural, fílosófica, política) con Grecia. La electrizante perfección del diseño de Schultes hace de impagable marco de las no menos perfectas líderes que resaltan con sus sobrios abrigos negros sobre el blanco Meier del edificio. Durante un tiempo (poco) lució en la entrada una escultura de Chillida (Berlín) que simbolizaba la reunificación y que a pesar de sus 90 toneladas y 6 metros de altura resultaba tan engullida por la fachada que al final la quitaron de enmedio.Y además, ¿qué pega una atormentada y retorcida amalgama de hierros herrumbrosos, tan caótica, tan meridional, delante de proporciones tan puras y perfectas?

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