miércoles, 27 de abril de 2011

Otro Parasol?



¿Otro porche estrambótico diseñado para alojar actividades variopintas, dar sombra y poco más como el Parasol-Metropol de Jürgen Mayer en Sevilla que hace poco comentábamos? Pues va a ser que no. Este, de Segas Cano (ya hemos hablado de ellos) en Mérida, que en la foto de arriba vemos iluminado en la noche, está en realidad en las antípodas por realización y concepción. Para empezar, la Factoría Joven que así se llama, surge de una idea de cuatro profesores de instituto, con Carlos Javier Rodríguez a la cabeza (hoy consejero de la Junta de Extremadura) que presentaron un proyecto de zona de ocio sano que no hacía sino recoger las demandas de sus propios alumnos. La idea cuajó, y allí estaban Selgas Cano para llevarla a cabo a base de policarbonato, imaginación y la paciente escucha de las demandas de los colectivos implicados. Dicha implicación es clave para el éxito del proyecto, que, al contrario que la macromarquesina andaluza, tiene una utilidad clara desde el primer momento, lejos de sueños de grandeza icónica pero con una voluntad clara de experimentar, eso sí, a precios de risa: 1,2 millones ha costado, frente a los 100 (estimados, algunos hablan de más de 120) por los que ha salido el Timosol-Parasol sevillano. Volvemos a la entrada anterior: bailar con cadenas y saber trabajar en equipo funciona. Anatxu Zabalbeascoa lo cuenta mucho mejor en El País Semanal (con magníficas fotos de Iwan Baan).

2 comentarios:

  1. Con sinceridad, creo que "dar sombra" y "alojar actividades variopintas" no es poca cosa, sobre todo en Sevilla. Por otro lado, menospreciar a Parasol-Metropol denominándolo "porche", o emitir juicios valorativos designando el proyecto de "estrambótico", sólo descalifican al crítico no a la obra. Si te gusta criticar (actividad más seria de lo que parece) te podría recomendar algunas lecturas básicas que mejorarían tus artículos. Un saludo.

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  2. Encantado de que me ilustres. Esto no es más que un blog personal, por tanto subjetivo. Del Parasol lo que más me disgusta, la verdad, es su escandaloso precio. Saludos.

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