lunes, 18 de abril de 2011

El cobertizo de Chipperfield



El sábado se estrenaba el Centro Turner en Margate, localidad costera inglesa antaño turística pero venida a menos y degradada por culpa de la competencia de las costas españolas y la surrealista ingeniería social de las autoridades locales, que tuvieron la peregrina idea de concentrar a las familias problemáticas y desestructuradas de la zona en los hoteles abandonados de la ciudad. Pero Margate puede enorgullecerse de su pasado artístico. En 1796 recalaba en la ciudad un veinteañero JMW Turner alojándose en la casa de huéspedes de la señora Booth, que estaba justo donde se situa el centro hoy en día. Turner quedó pronto prendado del paisaje y la luz del frente marítimo, al tiempo que la señora Booth le ofecía sus cuidados con indulgente generosidad. Más de 100 de sus cuadros, incluyendo algunos de los más famosos, reflejan los paisajes de la zona, que el pintor siguió visitando el resto de su vida (y eso no es todo, nada menos que T S Eliot escribió aquí parte de su The Waste Land). Para conmemorar ese pasado y de paso tratar de dar nuevos brios a la decadente ciudad, se planteó la idea de hacer un centro dedicado al pintor. El primer proyecto recayó en los noruegos Snøhetta, quienes idearon un extravagante edificio que pronto dio problemas. Su presupuesto original (20 millones de euros) se disparó hasta casi 60, así que tuvo que ser abandonado (esto no es España). Además, se descubrió que su expuesta estructura no aguantaría bien las violentas brisas marinas de la zona. La ciudad sin suerte parecía abocada a su triste destino de tierra baldía.
Y entonces llegó el inglés tranquilo, Sir David Chipperfield. Relajando tensiones tras el fiasco escandinavo y dejando claro sus limitaciones ("No sé diseñar un edificio estrambótico") se puso a ello, y lo que le salió fue un curioso edificio pseudo/postindustrial, más estudio de pintor que museo, en las antípodas de la arquitectura victoriana de la ciudad, pero que como mínimo ha tenido la gran virtud de clavar el presupuesto: en 20 millones se ha quedado (menos del doble de lo que nos ha costado la pasarela monumental de Perrault en Madrid). Los críticos británicos, suspirando por el efecto Bilbao (qué pesados), consideran que el centro es un paso adelante para la regeneración de la villa marinera, pero creen poco probable que por sí solo el edificio, al que ven sin carisma suficiente, vaya a salvar la ciudad. Chipperfield se defiende:"Alguien lo criticó diciendo que era como un simple cobertizo. Lo asumo: un bello cobertizo mirando al mar con buena luz que la gente de Margate siente como suyo y los de fuera vendrán a ver. Cualquier cosa más allá de eso sería un error. Es justo lo que queríamos que fuera, sólo un bello cobertizo".

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