viernes, 11 de febrero de 2011

Prodigios



Esta especie de extraño cruce arquitectónico entre Stonehenge y Star Wars, de nombre Marina Sand Bays, es un hotel en Singapur. La alargada visera que une las tres torres de 55 plantas soporta una descomunal piscina de 150 metros de largo en la que, a más de 200 metros de altura, los bañistas podrán practicar una nueva práctica natatoria que bien podríamos denominar hang-swimming. Su arquitecto, el israelita Moshe Safdie, formado en el estudio de Kahn. Su target, obviamente, viajeros de lujo. Lo cuenta Anatxu Zabalbeascoa (con más datos impactantes e impresionantes fotos) en su blog. Curioso contraste con el palo que se ha dado al proyecto de Gehry en París, otro impactante edificio promovido por el conglomerado de firmas de lujo LVMH detenido a medio hacer porque es demasiado alto (46 metros) y sobrepasa la altura de los árboles del Bois de Boulogne, la Casa de Campo parisina. No te digo.

Hay ciudades que en vez de desarrollarse de manera prodigiosa hacia arriba lo hacen hacia el subsuelo con cifras igualmente mareantes. Madrid, de la que siempre se ha dicho que es más una ciudad de ingenieros que de arquitectos, acaba hoy el tercer túnel de la risa entre Atocha y Chamartín. Con más de 7 kilómetros de longitud y un coste de 200 millones, una tuneladora alemana de 2.200 toneladas lo ha horadado bajo más de 500 edificios a un ritmo de 50 metros diarios para conseguir finalmente que la ciudad sea furiosamente penetrada día a día por los AVEs que, libres de escalas, la enfilarán a velocidad de vértigo. Prodigios.

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