miércoles, 23 de febrero de 2011

¿El Spruce democrático?



Hace unas semanas hablábamos del rascacielos residencial que Frank Gehry ultimaba en Nueva York y cuya ondulante fachada el arquitecto del efecto Bilbao emparentaba nada menos que con Bernini. Desde entonces el edificio de 76 plantas ha cambiado de nombre (de Beekman a Spruce) y ya se ha estrenado. Ouroussoff le dedicó un artículo en el New York Times en el que, en su habitual estilo poético, concluía en su frase final diciendo que era un edificio de espíritu democrático y que poco menos que suponía una proclama libertaria en Nueva York ya que por un lado emparentaba una torre residencial con los grandes edificios corporativos (no sólo los grandes directivos van a poder tener vistas de vértigo y poderío sobre la ciudad, extrapolando el concepto a Madrid la idea sería que un particular podría tener las mismas vistas que, digamos, Rato desde la Torre Caja Madrid,e incluso podría verle sudar tinta en su despacho buscando dinero para el exiguo core capital de la entidad), y por otro lado, la espectacularidad de las formas de su fachada, con esas mareantes olas metálicas, remitiría a una libertad artística contrapuesta a las estructuras rectilíneas y aburridas de buena parte de los rascacielos neoyorquinos. Qué fantástico. Con un estilo radicalmente distinto, Curbed, al que ya definimos como cruce entre el idealista y Sálvame por su interés morboso por las operaciones inmobiliarias de las estrellas de la ciudad de los rascacielos, se mete en uno de los apartamentos del Spruce y, aparte de subir un buen puñado de fotos nos cuenta con su ácido tono habitual algunas otras verdades del barquero del edificio. Así, que el precio del alquiler de un apartamento de un dormitorio sale por la democrática cifra de 3.580 dólares al mes, y el de dos, por 5.945. O que los futuros inquilinos se podrán dar el lujazo de elegir entre 200 tipologías diferentes, vamos que se pasarán eligiendo vivienda tres meses. La memoria de calidades es igualmente exorbitante, claro está. Con todos estos datos que ya intuíamos aunque desconocíamos con la fría exactitud de las cifras, decir que ya no lo vemos tan democrático. Será envidia. En fin, no es más rico el que más tiene...

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