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¿Qué tal si tras la entrada anterior nos vamos a una arquitectura, digamos, más sencilla? Traemos un hotel cuyas habitaciones son colectores de hormigón. Como lo lees. Y no es un proyecto de final de carrera de algún iluminado neohippie que espera en el cajón a que alguien lo financie, sino que existe de verdad, está en Austria (Ottensheim) y ha sido diseñado por Andreas Strauss. Las habitaciones disponen de toma eléctrica y wi-fi, aunque no de calefacción (el hotel cierra en invierno) o baño. No necesita cimientos (cada cilindro pesa 9 toneladas) ni construcción (basta con transportarlo en camión y soltarlo donde plazca, ojo con las pendientes). Lo mejor, el precio: la voluntad. Reservas aquí.
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