domingo, 6 de diciembre de 2020

Remezclas

 


¿Cómo llevas tú lo de la fatiga pandémica? No, no me pienso quejar: estoy sano, tengo trabajo, mi sueldo no se ha reducido y mis condiciones laborales son bastante mejores que las que imaginaba este pasado verano de incertidumbres, pero lo cierto es que cuando he leído la columna de Antonio Muñoz Molina en Babelia (Cansancio narrativo) me he sentido algo identificado: "El cerebro humano exige simetrías: comienzos y finales nítidos, formas abarcables por la mirada o el oído, historias que se abren en la promesa de un comienzo y encuentran más pronto o más tarde la resoución, la absolución del final. Es una manera de dar sentido a la confusión y a la incertidumbre del mundo, aunque sea a precio de ignorar la realidad, o tergiversarla.(...) La pesadumbre insidiosa, el sordo abatimiento que muchos de nosotros sentimos a estas alturas de la pandemia, y que se detecta como la presencia de un gas dañino en la atmósfera colectiva, tienen que ver con el desconcierto ante la falta de expectativa de un final claro y cercano"...

Hablábamos del fragmento y del estado mezcla en la pasada entrada, la misma mezcla por cierto que alababa también en El País hace poco Andrés Trapiello al referirise a Madrid, ciudad a la que dedica su último libro: "Esto es Madrid (...) ¡La mezcla! Desde el siglo XVII, desde que Felipe II llega a Madrid y en una misma calle hay tres conventos, una iglesia, siete tiendas, dos burdeles o casas de juego, y mucha gente que vive. Y todo eso en una calle de 30 metros, y se saludan, se conocen, se respetan". Una mezcla que, aunque nos agote, aleja el rupturismo, la polarización, males de nuestro tiempo, y nos conduce a la sana e inquietante duda: "Deseaba que no pensaras como él para poder discutir su verdad con la tuya", decía Pasqual Maragall de Ernest Lluch, cuando se cumplen 20 años de su asesinato a manos de ETA. Así que hoy te traigo tres edificios recién construidos que remezclan el fragmento preexistente con lo nuevo en diferentes fórmulas: uno, "museizando" el fragmento, que se muestra cual inconexo ninot indultat; otro fundiendo lo nuevo y lo antiguo en audaz abrazo, y el tercero subsumiendo el fragmento preexistente y haciéndolo invisible. Les echamos un breve vistazo y ya. 

El primero es el Museo Zhang Yan en Shanghái, del estudio Horizontal Design -nombre de resonancias modernas- donde, muy someramente explicado, el estudio chino mete el Pabellón de Barcelona en unas hermosas ruinas que mantiene intactas en romántica pose (foto de arriba). El resultado choca, modernidad y ruina nunca casaron bien, pero en foto resulta realmente bello y un punto fantasmático. 

Para el segundo caso nos vamos a Polonia, donde MVRDV ha creado en Breslavia (Wrocław) el Concordia Design. Partiendo del único edificio que se mantenía en pie en una de las islas sobre el río Óder tras el brutal asedio que sufrió la que es hoy capital de la Baja Silesia en la Segunda Guerra Mundial, el estudio holandés ha mantenido el antiguo edificio rehabilitándolo con primor y ha añadido una extensión que se distingue claramente de la antigua construcción sin suponer una ruptura. Aquí, al contrario que en el caso anterior, se consigue que lo nuevo y lo viejo conecten con fluidez en un diseño inspirado según nos cuentan sus arquitectos en el dios Jano, el de las dos caras, deidad del tiempo, las transiciones y la dualidad. 

En el tercer ejemplo que traemos, el fragmento queda sumergido en el interior de la nueva estructura, resultando invisible pero condicionando su forma. Son las Norra Tornen en Estocolmo, de OMA, dos torres mellizas (Innovationen y Hélix) que se han convertido en un nuevo icono de la capital sueca. Reiner de Graaf ha sido el encargado de la singular obra, que respeta las estructuras que dejara inacabadas el arquitecto municipal. En la dramática narrativa del lugarteniente de Koolhaas (de casta le viene al galgo), la asunción del fragmento ya existente se asemeja a un "freudiano salto adelante -un apasionado abrazo de lo inevitable para conquistar y superar nuestros miedos iniciales". La piel de las torres (hormigón mezclado con guijarros) quiere igualmente rendir homenaje al brutalismo, no en vano según Banham el término fue inventado por Hans Asplund, el hijo de Gunnar Asplund. 

En fin, podríamos dar muchos más ejemplos (acabamos de ver otra descollante muestra de mezcla, aquí salvaje, también de OMA en Perth: se ponen los slabs marca de la casa sobre/junto al fragmento histórico sin el más mínimo intento de conectar y si te he visto no me acuerdo: tremendo, juzga tú mismo), pero aquí lo vamos a dejar, no sin antes despedirnos con una cita que también rinde tributo a la mezcla libre de prejuicios: "El ensayo entendido como indagación libre y creativa, no exhaustiva ni especializada, sin un carácter rigurosamente sistemático, es la más genuina herramienta de la crítica. Todo ensayo debe intentar hilvanar razonamientos y comparaciones inéditas, hasta cierto punto heterodoxas, con elementos subjetivos. (...) El ensayo consiste en una reflexión abierta e inacabada que parte del desarrollo de la duda. Esta estructura abierta le debe permitir ir en la dirección de una concepción multidisciplinar del conocimiento humano, entendiendo la cultura y el arte como un todo, interrelacionando (...) y entrecruzando referencias a muy diversos campos de la cultura: pintura, escultura, arquitectura, literatura y poesía, música, antropología, religión y ciencia". (Josep María Montaner, Arquitectura y crítica). 


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