domingo, 2 de junio de 2019

Ciudades gozosas



Con 80.000 británicos en Madrid para el partido de marras, convendrás conmigo que toca tirar de artículo inglés (oye, así entre nosotros, ¿a ti te gusta el nuevo estadio Wanda Metropolitano? Porque a mí me da que Cruz y Ortiz se lo han cargado -un tótem atávico, "ruina magnífica e impasible" en palabras de Fernández-Galiano, revestido de estrafalarios faralaes... ahí lo dejo). Y muy oportunamente Oliver Wainwright publicaba esta semana uno dedicado a las ciudades y su diseño que conecta por demás con el tema que venimos tratando en pasadas semanas así que miel sobre hojuelas.

Nos habla el crítico de The Guardian de una empresa mixta que se sustenta con capital privado y público de nombre Public Practice que está haciendo volver a no pocos arquitectos al sector público (el crítico señala que en 1979 casi la mitad de los arquitectos ingleses trabajaban directamente para ayuntamientos y gobiernos locales, mientras que en la actualidad solo un demoledor 0,7 lo hace, lo que ha tenido terribles consecuencias en el diseño urbano de numerosas localidades, muchas de las cuales se han dado cuenta del error de dejar dichas decisiones a acomodados funcionarios). Public Practice contrata arquitectos con inquietudes y ganas y los manda a diferentes corporaciones locales donde hacen las preguntas adecuadas a tecnócratas apolillados. Ione Braddick, una de estas intrusas, no dejaba de preguntar en el ayuntamiento donde entró a trabajar si un determinado desarrollo que se estaba planificando "iba a traer la felicidad a sus inquilinos", para pasmo del experto oficial. Su trabajo finalmente ha cuajado y el ayuntamiento la ha contratado de manera permanente junto con otros tres arquitectos expertos en paisajismo o sostenibilidad. Otra paracaidista narra su experiencia en un distrito de Londres: "Me llevó tres meses averiguar lo que se supone que tenía que hacer y quién era todo el mundo". Un tercer arquitecto narra situaciones surrealistas similares: "El cambio mayor fue ir a un lugar donde la palabra design no se entendía como un verbo sino como un sustantivo. Ha sido muy difícil persuadir a la gente de que es un proceso, y que el diseño puede utilizarse para crear valor", apostillando que ante un problema el objetivo es más testar diferentes ideas que aportar de inmediato soluciones perfectas, abriendo el camino a un trabajo más colaborativo e innovador. Te dejo aquí el enlace al artículo. En este punto cabe hacer breve inciso para mencionar un desarrollo urbanístico en Hackney, un distrito de Londres, que fue noticia (en este caso el artículo lo firma Rowan Moore) precisamente por el carácter visionario de su alcalde, Philip Glanville, quien buscaba una planificación urbanística que trajera como primer objetivo la felicidad a sus vecinos, exactamente como planteaba Ione Braddick. Se construyeron dos potentes torres de planta hexagonal de 16 y 20 plantas, ciertamente excesivas, pero diseñadas con tiento nada menos que por David Chipperfield y el estudio Karakusevic Carson, cuyos lujosos apartamentos se pusieron a la venta (desde 600.000 hasta 3 millones de libras) para recaudar fondos con los que levantar una barriada aledaña más popular con bloques de unas cinco alturas de media y espacios públicos diseñados con esmero y siempre teniendo en cuenta la opinión de los usuarios. Los vecinos fueron consultados hasta sobre la distribución de sus viviendas (así, las cocinas, que en un principio estaban planteadas abiertas al salón, se dejaron cerradas porque así lo quiseron los futuros inquilinos, algo que por cierto horrorizaría a los gemelos de las reformas, siempre empeñados en cargarse toda pared que se les pone por delante). Acabamos este párrafo dedicado al urbanismo gozoso con Elizabeth Diller, la autora de la High Line y The Shed neoyorquinos. Su parque en Moscú, justo al lado del Kremlin (en la foto de arriba), ha levantado polémica entre determinados círculos que señalan, escandalizados, que la gente va allí a practicar sexo. Ella por el contrario opina que eso es buena señal.

¿Existirá algo parecido a Public Practice en España? Pues la verdad es que ni idea. En Estepona creo que no. Reiremos por no llorar. Hace unos días leía también una entrevista a la paisajista María Medina, en la que se llegaba a una conclusión similar a la que podemos extraer de los artículos que hoy te he traído y que nos viene que ni pintada para concluir la entrada: "El paisaje mejoraría sustancialmente si los políticos dejaran intervenir activamente a profesionales relacionados con la materia y sensibles al paisaje, como geógrafos, arquitectos paisajistas, arquitectos, urbanistas, ingenieros de montes, historiadores del arte y, por supuesto, vecinos. Personas que, por sus conocimientos, sepan unir la cultura, las ciencias naturales, la técnica y el diseño, lo que implica respetar y conocer las leyes de la naturaleza y la condición humana. Y, finalmente, les pediría que abandonaran la tendencia imperante, donde todo tiende a ser feo, caro y grande, con un diseño urbano antifuncional, antinatural y lleno de pretensiones". 

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