domingo, 14 de octubre de 2018

Carnívoros y xerófilos


Hoy te traigo al blog un artículo de un tal Thomas Mical para The Architectural Review de nombre Chicago meatspace que me ha llamado la atención. Así en dos palabras vendría a decir en un relato un tanto peregrino, la verdad, que la modernidad arquitectónica, de la que Chicago fue adalid desde finales del siglo XIX (recordemos que el rascacielos se inventó allí), habría sido infiltrada en la Second City desde la potente industria agrícola y ganadera, proponiendo como ejemplo la enorme "ciudad gemela" construida a las afueras de la urbe (la South Side Stock Yards) y que estaba formada por una retícula interminable de corrales donde el ganado esperaba paciente su ejecución para ser a la postre procesado en el meatpacking district.

La tesis de Mical es que los pesados edificios de Chicago como el Rookery de Burnham y Root de 1888 (donde Wright intenvendría remodelando el vestíbulo), con una piel poderosamente carnal y en general marcados por una "fuerte materialidad visceral" reflejarían una conexión con la industria del procesado de carne, de una modernidad tan radical como lo fueron los trenes elevados o la portentosa obra de ingeniería para canalizar el río Chicago que alteraría su curso natural. Mical no pierde la ocasión de apoyarse en Giedion cuando el gran crítico de la modernidad arquitectónica hablaba de la mecanización de la muerte en su libro Mechanization Takes Command de 1948. Fernández-Galiano lo nombraba también en el Arquitectura Viva 206 dedicado a los hogares animales señalando cómo el crítico suizo comparaba los mataderos industriales con los campos de exterminio.

Pero esta influencia no solo sería estética, también afectaría a la forma de construir edificios e incluso al urbanismo de la Windy City. En un salto mortal el autor señala que la forma de retícula (grid), presente en los modernos procesos industriales como señalábamos al principio (los interminables corrales), sería la que realmente conformaría la moderna Chicago, que renació de sus cenizas tras el incendio de 1871 con un nuevo diseño ortogonal heredado directamente del pragmatismo capitalista: "El renacimiento tras el incendio de la "ciudad de los carnívoros" [como la llamaba el poeta Carl Sandburg] seguía la lógica espacial de la retícula democrática, que fue aplicada sistemáticamente en las calles de la ciudad, la estructura de los edificios y era legible en las fachadas de los bloques de oficinas". 


O sea (esto es ya es mío) que Mies y Le Corbusier realmente no habrían inventado nada. Los diseños angulosos y reticulares de la modernidad (de la más ortodoxa, por llamarla de alguna manera) ya estaban presentes en los genes de "la ciudad de anchos hombros", como la llamara Sandburg, cuando Mies llegó a Chicago huyendo del nazismo pocas décadas después de que los rascacielos carnívoros comenzaran a elevarse sobre su skyline. Su contribución se reduciría pues a despojar sus metafísicos edificios de las carnales vestiduras que sus orondos vecinos lucían sin empacho. Aprendiendo de Chicago (igual el Movimiento Moderno, tan influido por las máquinas, los procesos industriales y la velocidad, es más americano que europeo).

Nosotros en también mortal salto ilustramos la entrada de hoy con otro edificio reticular, acaso inspirado en Mies, solo que en este caso la modernidad no sería carnívora sino xerofítica ya que aloja en su interior una amplia gama de plantas xerófilas, esto es, adaptadas a extremas condiciones de sequía. Es la Desert City de Garcíagermán arquitectos en San Sebastián de los Reyes. Sí, lo sé, hoy todo anda cogido por los pelos. En fin.










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