domingo, 2 de julio de 2017

Ada



Mi contraria y yo andamos huérfanos de series desde que terminamos Billions. Llevamos ya tres o cuatro intentos de engancharnos a otra pero es inútil. Y es que esta magnífica producción de Showtime es una de las mejores series que he visto (y eso que ya llevo unas cuantas). El tema no nos atraía lo más mínimo (la trastienda de Wall Street), pero desde el primer momento las potentes interpretaciones de Paul Giamatti en el papel de implacable fiscal anticorrupción y Damian Lewis en el de codicioso tiburón financiero, antagonistas idénticos en su salvaje adicción al poder, nos dejaron taladrados al sofá. En la escena clave que culmina la segunda (y por ahora última, pero ya está en preparación la tercera) temporada, localizada en la zona cero de Nueva York, podemos contemplar el triste espectáculo de la soberbia estación intermodal de Calatrava interactuando como elefante en cacharrería con los sobrecogedores estanques de Michael Arad. No era consciente de lo poco que pega en semejante contexto el artefacto fallero del valenciano. En fin.

Esta semana se han inaugurado dos edificios inevitablemente icónicos pero tan antagónicos como los protagonistas de Billions. El centro Botín en Santander de Renzo Piano (su primera obra en España) y la ampliación del Victoria and Albert Museum en Londres a cargo de AL_A (Amanda Levete). El primero, en palabras del propio arquitecto, quiere volar alzándose cual correlimos sobre finas patas para no obstaculizar la visión de la extensa bahía desde el emblemático Paseo de Pereda, área que queda ampliada al soterrar la calle que lo partía en dos. El otro, de la autora del MAAT lisboeta, se hunde por contra con ahínco en el subsuelo para crear una enorme cueva metafísica de más de 1.000 metros cuadrados sin una sola columna y con un espectacular techo de formas escultóricas iluminado por un enorme tragaluz. Al exterior, único signo visible de la intervención, un edificio que recuerda a Hadid dialoga a palos con el victoriano entorno.

Hace justo un mes que Foster abrió su Fundación de Madrid al público. O algo así, hay que pedir cita. Yo lo hice (el mismo día 1), y aún estoy a verlas venir (y lo que me queda).

Como creo que ya te dije estoy leyendo la biografía crítica de Mies a cargo de Schulze y Windhorst con una excelente traducción de Jorge Sainz (también arquitecto). Apenas estoy empezando este denso y enjundioso libro, pero ya me ha llamado poderosamente la atención la fantástica capacidad de seducción del arquitecto del menos es más (la frase se la birló a Behrens, por cierto, el de la mítica fábrica de AEG, esa acrópolis moderna en la que resulta que Mies también participó mientras trabajaba para él). Sorprende cómo el hijo de un modesto cantero (al que Mies ayudaba a rotular las lápidas), del que por cierto seguramente aprendería aquella otra frase fetiche según la cual Dios estaría en los detalles ("¿Conocéis el pináculo que remata la aguja de la catedral de Colonia?", les decía a Ludwig y su hermano Ewald, que diseñaba las lápidas, "Pues bien, no se puede trepar hasta allí y verlo con cuidado, pero está labrado como si se pudiese. Está hecho para Dios"), sorprende como digo que a pesar de su humilde formación en escuelas taller llegara bien pronto a codearse con clientes de altos vuelos que no sólo le encargarían sus casas sino que le incluirían en sus círculos de amistades e incluso, como en el caso de los Riehl (para los que hizo su opera prima, un caserón con tejado en doble vertiente en las antípodas de su obra posterior), le pagarían un viaje formativo de seis semanas a Italia allá por 1908. Pero lo de su relación con Ada, su primera y única esposa, es de traca. Ada era la hija de un adinerado empresario, lo que permitió a Mies vivir cómodamente, y le dio tres hijos en tres años, lo que, unido a un carácter propenso a la melancolía, dejaría a la buena señora mirando a Cuenca (bueno, digamos Königsberg). Tanta distracción era demasiado para un espíritu libre como Mies, que, tras ponerle los cuernos a troche y moche, dicho sea de paso, decidió dejarla. No me resisto a citar la carta en la que le da boleto: "De todas las personas, tú eres la más querida para mí. Pero no vincules tu vida a la mía. Sé lo bastante fuerte como para no necesitarme. Entonces tendremos una libertad compartida; entonces nos tendremos el uno al otro. Sin coacción, sin retribución, no ligados por nada".  Qué arteni Jane Austen. Subyugada por el pico (pluma) de oro de su marido, Ada le contesta: "Si no puedo volar contigo, no puedo hacer de mi amor una servidumbre para ti, y no colgaré como un plomo de tus pies. (...) Tú tendrás el camino libre, y yo seré un remanso al que puedas volver en cualquier momento. Ayúdame con amor a hacerlo realidad". Ya no quedan mujeres como Ada. Afortunadamente.

¿Cómo? ¿Que esto parece Sálvame? ¿Que así es como quiero que acepten mi solicitud para visitar la Fundación Foster? Mira, si quieres un blog serio y de calidad (cuya última entrada, por cierto, va de Mies), vete por aquí. Esto ya no sé muy bien lo que es (ahora parece que ha devenido una suerte de diario por voluntad propia -del propio blog-, uno ya no controla ni lo que escribe). Pues eso, buena semana.

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