domingo, 17 de enero de 2016

Ancha es Castilla

Arquitectura ¿última?
Pues sí, hoy vamos a ser algo menos últimos que de costumbre (en principio) y en un despeine nos vamos a ir al siglo XIV.  Si eres mesetario como un servidor, la próxima vez que vayas en busca del Mediterráneo por la A-3, fíjate en un desmadejado castillo que, sobre un pronunciado promontorio, vigila ya sin ímpetu las llanuras de Cuenca a unos 170 kilómetros de Madrid, prólogo de los magníficos ejemplares que más adelante podrás ver a la vera de Alarcón, Almansa, Villena o Sax. No darías un duro por él, pero sin embargo en la autopista se anuncia con uno de esos típicos carteles marrones reservados a conjuntos artísticos de interés. Se llama, como el pueblo mínimo que le rodea, Castillo de Garcimuñoz. En el improbable caso de que te decidas a tomar la desviación para verlo más de cerca, la primera impresión no variará. El castillo roto parece dormir el sueño de los justos, aunque una grúa remolona y dos relajados operarios pretenden hacernos pensar lo contrario (sin mucho éxito).

Pues este castillo, querido lector, quién lo iba a decir, fue cabeza de un señorío feudal (el de Villena), que llegó a extenderse hasta las actuales provincias de Albacete y Alicante, y fue díscola bisagra entre los reinos de Castilla y Aragón cuando España aún estaba por formarse. Desde aquí ejerció su poder Don Juan Manuel nada menos, el autor de El Conde Lucanor, que aparte de escritor fue un ambicioso señor de la guerra que no tuvo empacho en poner en jaque a reyes castellanos con tal de medrar. En este castillo se casó por poderes el 28 de marzo de 1336 su desdichada hija Constanza con el príncipe Pedro de Portugal, y allí y no en Lisboa tuvo que hacerlo porque el rey castellano Alfonso XI, temeroso de la alianza de Juan Manuel con la monarquía portuguesa, estaba empeñado en impedir el matrimonio y cercó el castillo para que la futura princesa no pudiera salir de él. Se da la circunstancia de que once años antes este mismo rey había ofrecido a Juan Manuel casarse con Constanza para asegurarse su apoyo en las innumerables intrigas palaciegas, a lo que Juan Manuel accedió gustoso. Como Constanza contaba a la sazón sólo con nueve años, se dispuso que el matrimonio (celebrado en 1325) no se consumara hasta que ella cumpliera los doce. Lo que son las cosas, Alfonso XI poco después vio la posibilidad de afianzar una alianza ventajosa con Portugal y casó con una princesa lusa alegando que el matrimonio con Constanza aún no se había consumado. Para más inri, la confinó en un castillo en Toro convirtiéndola en rehén para tratar de evitar así las iras de su padre. Don Juan Manuel no se arredró y combatió a Alfonso hasta que finalmente pudo recuperar a su desdichada hija. Me vas a permitir que siga la pista de Constanza un poco más, porque su vida es de película y aquí nos pierden las narrativas. Volvamos a su boda con el príncipe Pedro de Portugal, que como decíamos hubo de celebrarse en un primer momento por poderes en Garcimuñoz, aunque finalmente la ceremonia oficial pudo celebrarse con todo el boato en Lisboa. ¿Será al fin feliz doña Constanza?

Arrea  ¿y esto qué es?
En el séquito real viaja una bella dama de compañía, Inés de Castro. Y mira tú por dónde que Pedro se enamora perdidamente de ella. Hasta varios hijos tuvo el príncipe con la amante, que ante el escándalo fue expulsada de la corte por el padre de Pedro, el rey Alfonso IV. Pero tan enconado era el amor que  su hijo profesaba por ella, y tan cierto el peligro de que la dinastía portuguesa que el rey quería salvaguardar se viera afectada, que se ordenó matar a Inés. Ya unos años antes había muerto también Constanza  tras dar a luz al que sería futuro heredero del reino portugués, Fernando. Hasta después de muerta fue Constanza ninguneada: Cuando Pedro subió al poder a la muerte de su padre declaró reina póstuma a Inés alegando que se había casado con ella en secreto, y según la leyenda hizo que toda la corte rindiera pleitesía a la nueva soberana cadáver, a la que previamente había exhumado y sentado en el trono. 29 óperas nada menos se han compuesto hasta la fecha sobre la vida y muerte de Inés, ninguna que sepamos sobre Constanza, que yace en un olvidado convento en Santarem, mientras que Inés lo hace en una fastuosa sepultura en Alcobaça...

Tras tanta intensidad dramática te veo exhausto. Casi mejor dejo el resto de la entrada para otro día, que queda tela por cortar. Hay que ver el juego que da el castillo de Don Juan Manuel.

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