domingo, 18 de octubre de 2015

Extrañas parejas

Otra fábrica para el arte
Damien Hirst, el ex infant terrible de la escena artística inglesa reconvertido en miembro respetable del establishment artístico acaba de cumplir los 50. Y se nota. El genio efervescente y provocador famoso por meter en formol todo lo que se mueve  o recubrir cráneos con joyas (entre otras muchas irreproducibles excentricidades) admite estar perdiendo su "grip", que vendría a ser algo así como que ya se le está gripando el motor (y/o la pinza). Y fíjate la galería que ha abierto en Londres, pero por favor, si parece de Chipperfield. Es de Caruso St John, un estudio que tras una fachada (nunca mejor dicho) de exacta sobriedad (hay quien los compara con Loos y Asplund nada menos) esconden una retranca de aquí te espero. En su remodelación de la Tate Britain de hace un par de años, le endosaron aparte de una nueva entrada esta pedazo escalera que (según Wainwright) parece sacada de un centro comercial de Dubai. El remolino op art (sigo citando al crítico de The Guardian) vendría a coronar  la rehabilitación de un edificio erigido en 1897 para conmemorar el "jubileo de diamante" (60 aniversario) del reinado de Victoria. Según el propio estudio, liderado por Adam Caruso y Peter St John, se ha querido realzar dicho evento "sin perder un cierto punto irónico". Y que lo digas. Vamos que son un poco como los Gilbert and George de la arquitectura británica. En la galería de Hirst, otra remodelación aunque esta vez más pedestre (era un antiguo taller de elaboracion de escenarios teatrales), también se introducen toques juguetones: así, una magnífica escalera ovoidal que ha dado mucho que hablar y el típico techo industrial en sierra que ha sido retocado para que cada pico tenga progresivamente más inclinación, como si fueran a caerse uno sobre el otro cual castillo de naipes.Wainwright acaba su crítica saludando con efusión el nuevo edificio: "En el contexto del despendolado Dubai del Támesis, este discreto centinela es un recién llegado bienvenido, un modelo de cuidadoso oficio a cargo de uno de los mejores estudios hoy en día del Reino Unido".

Dejamos en paz a la pareja Caruso St John pero no a Hirst.Y es que recuerdo que he visto una de sus obras en el último número que AV Monografías dedica a Koolhaas. De nombre Lost Love, es lo que parece una consulta médica embutida, cómo no, en un enorme acuario. Está expuesta en la Fundación Prada del holandés (Dios los cría y ellos se juntan). La monografía, histórica teniendo en cuenta que la revista llevaba veinte años postergando un número dedicado en exclusiva a Koolhaas, dado, supongo, lo inasible del personaje, es una mina de anécdotas y chispeantes artículos sobre el holandés errático a cargo de Fernández-Galiano que me han aliviado más de una noche de insomnio y amnesia. Desconocíamos la peculiar (y a veces tronchante) relación de una pareja que no podría ser más oximorónica: la del arquitecto caótico, iconoclasta, cínico y ciclónico y el profesor racional, ordenado y riguroso, celoso guardián de las esencias arquitectónicas. Don Luis, en sucesivos artículos para El País reunidos para la ocasión, mete cada viaje al holandés con esa potencia semántica que Dios le ha dado que deja al autor de S, M, X, XL mirando a Cuenca, o en su defecto a Rotterdam. Mi favorito es Vanguardia de Gomaespuma, un artículo de 2004 en el que don Luis relata con indisimulado (y desternillante) horror cómo Rem ha convertido la  Nationalgalerie de Mies en bizarro bazar para una exposición-performance de irónico nombre Content. Y eso no es lo peor, en otro artículo Fernández-Galiano le compara ni más ni menos que a Bin-Laden por la mezcla de fascinación y rechazo que salvando las insalvables distancias ambos personajes provocan. Rem se quejaría amargamente de dicho emparejamiento a su vez en otro artículo, tras el que don Luis, ya por carta, le transmitiría una peculiar disculpa diciendo que su comentario en el fondo quería ser elogioso (pobre Rem. No hace mucho Perrault le llamaba anticristo. Ser un tocanarices profesional es lo que tiene). El caso es que luego no había animadversión entre ellos: Galiano le invitó a actos en España y Koolhaas le ofreció escribir un artículo para el libro Content (que surgiría a partir de la exposición berlinesa), y que se llamaría, como no podía ser de otra manera, El destino de la mariposa: elogio del oxímoron (reproducido en AV), en el que se da cuenta del fallido proyecto (el hotel Astor Place) que otra pareja imposible, Rem y Herzog y De Meuron (trío en realidad) intentaron llevar a cabo. El destino de la mariposa al que se refiere el título consiste en acabar pinchada en un tablero, metáfora del inmovilismo que probablemente provocó la falta de entendimiento entre sendos egos del tamaño de Koolhaas y H&dM.

Aparte de los textos, la monografía viene, claro está, ilustrada con fotografías de los proyectos del holandés de los últimos 15 años. En su mayoría son espectaculares, y algunos de ellos, teniendo en cuenta lo irónico y provocador de su autor, dan que pensar. Esos bloques fragmentados del De Rotterdam, montados unos sobre otros en difícil equilibrio ¿no harán referencia a la progresiva desunión europea? Y esa descomunal marquesina de la bolsa de Shenzen, a mí que no me digan, tiene que tener un significado: ¿No  estará representando arquitectónicamente la brutal separación entre el pueblo llano y las élites chinas? Y qué me dices de la embajada holandesa en Berlín, recorrida por una cicatriz cristalina que quizá nos esté recordando el pasado de la ciudad tanto tiempo dividida. Acaso la arquitectura artística de estos genios de ego mayúsculo, al igual que el arte moderno más aparentemente absurdo como el de Hirst, al final sirvan para provocar en nosotros una suerte de ictus tras el que, recolocadas nuestras impactadas neuronas, volvamos a la vida lesionados pero renovados con nuevas perspectivas. Vamos, que nos liberemos del alfiler y volvamos a volar. A lo mejor deberíamos llevar a Rajoy y a Mas (otra pareja infeliz) de las orejas a ver una exposición de Hirst. "El arte es un territorio que permite hacer convivir las contradicciones de la enunciación cuando nos rebelamos frente al estereotipo. Y lo hace no para reiterar una verdad, sino para hacer visibles las formas en las que el poder gestiona sus ideas de verdad. Devolviendo al sujeto la posibilidad de preguntarse y pensar por sí mismo, es decir, tratándolo como 'sujeto'". (Remedios Zafra, Ilusionarnos con lo común).

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