viernes, 10 de abril de 2015

Umbrales mágicos



"La puerta es el lugar donde la arquitectura abraza a las personas (...). Es en la puerta donde se produce el verdadero "apretón de manos" del edificio, diría Pallasmaa. Es allí donde los cuerpos de la arquitectura y del habitante coinciden en un instante en el espacio y en el tiempo, como dos amantes". (Santiago de Molina, Múltiples estrategias de arquitectura).


"Una puerta es simultáneamente una señal para detenerse y una invitación a entrar. la puerta de entrada de la casa ofrece una resistencia al cuerpo mediante su peso; ritualiza la entrada y nos hace anticipar las estancias y la vida que se encuentran detrás. La puerta silencia, pero a la vez es una señal de voces escondidas fuera y dentro. Abrir una puerta constituye un encuentro físico íntimo entre la casa y el cuerpo; el cuerpo se confronta con la masa, la materialidad y la superficie de la puerta; y la manilla de la puerta, pulida por el uso a través del tiempo, ofrece un acogedor y cordial apretón de manos a quien la abre". (Juhani Pallasmaa, La imagen corpórea).


"La voluntad moderna de abstracción geométrica y continuidad espacial le llevó a un conflicto con la puerta, que por su naturaleza enfatiza la segregación del espacio tanto como señala y celebra los tránsitos dentro de él. Figurativa y jerárquica, la puerta tradicional fue el chivo expiatorio de la arquitectura abstracta y homogénea, que redujo las entradas a vergonzantes rendijas o desconcertantes planos móviles engastados en fachadas tersas. Sin embargo, cualquier lectura de la tratadística pone de manifiesto la importancia simbólica de las puertas de la ciudad y la casa; de su densidad psicológica y metafórica puede dar testimonio también la poesía (...). Todas las puertas son iniciáticas, todos los umbrales mágicos y eróticos. (...) los orificios de la arquitectura se presentan como umbrales de conocimiento carnal, en los que resuena el verso de Miguel Hernández: 'Ábreme amor, la puerta / de la llaga perfecta'". (Luis Fernández-Galiano, Arquitectura Viva 169).



"Los mediadores son fundamentales. La creación tiene que ver totalmente con los mediadores. Sin ellos, nada pasa... Sean reales o imaginarios, animados o inanimados, todos debemos formar nuestros mediadores. Es una serie: si no perteneces a una serie, incluso a una completamente imaginaria, estás perdido. Necesito a mis mediadores para poder expresarme, y ellos nunca podrían expresarse sin mí: siempre estamos trabajando en un grupo, incluso cuando no parece ser el caso". (Gilles Deleuze, Mediadores).



(Fotos: Ekainberri de José María Alberdi en Zestoa).

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