jueves, 31 de octubre de 2013

Cuando los cerdos vuelen





En 1977 Pink Floyd editó el álbum Animals inspirado en Rebelión en la granja de George Orwell. Para la cubierta a Roger Waters, bajista del grupo, se le ocurrió utilizar una imagen de la central eléctrica de Battersea en Londres, y flotando entre sus impresionantes chimeneas blancas, un cerdo hinchable en alusión a los puercos que en la novela manejaban el cotarro en la granja. Aunque también podría hacer alusión al dicho inglés "when pigs fly", "cuando los cerdos vuelen" que en español podríamos traducir, también con animales de por medio, como "cuando las ranas críen pelo". La cosa tuvo su aquel, porque durante la sesión fotográfica el cerdo volante (al que se llamó Algie) se liberó de su cuerda y tras cruzar el aeropuerto de Heathrow acabó su vuelo precisamente en una granja de Kent para pasmo del granjero de rigor y su ganado (Algie tenía nueve metros de largo). El cerdo hinchable se convirtió desde entonces en imagen de la banda y solía aparecer en sus conciertos. Recientemente, con ocasión de la remasterización de los álbumes del grupo, se ha hecho una réplica del cerdo volador (Algie aún se conservaba, pero no estaba para muchos trotes), como puedes ver en este video. En la película Los hijos de los hombres, que sucede en un Londres distópico ambientado en un tétrico futuro, Battersea aparece como Ministerio del Arte, con un cerdo hinchable flotando sobre ella como guiño al álbum de Pink Floyd (clip aquí). El nombre del álbum hace también referencia, según Glenn Povey, máxima autoridad en la historia de la banda, a la decadencia moral de la sociedad británica, en la que los seres humanos se parecían cada vez más a animales (es la Inglaterra de la Naranja Mecánica).

La idea de elegir la impresionante central de Battersea como portada del álbum tiene también su historia. En  los 70 Inglaterra, como el resto del mundo, vivía una profunda crisis económica y la para entonces ya obsoleta central (se cerraría poco después) era una buena metáfora de dicha situación. Se había construido en dos fases simétricas, cada una con dos chimeneas (la primera inaugurada en 1935, la segunda en 1953) y se clausuraría en 1983. Llegó a producir el 20% de toda la energía que Londres necesitaba, pero a cambio resultaba muy contaminante para la ciudad. El primer arquitecto contratado para su construcción fue Theo J. Halliday (responsable también de las bellas terminaciones Art Decó del interior); sir Giles Gilbert Scott, miembro de una importante saga de arquitectos, fue incluido más adelante y es quien dio la forma final al edificio, popular y muy apreciado desde el primer momento. A este arquitecto debemos también la central de Bankside (que Herzog y de Meuron reconvirtieron en la Tate Modern) y el diseño de las icónicas cabinas telefónicas londinenses, sí, las rojas de toda la vida.

La central, monumento protegido, ha tenido desde su clausura numerosos novios, desde un proyecto para convertirla en un parque temático sobre la industria hasta otro que pretendía adaptarla como estadio para el Chelsea FC con una cubierta retráctil, pasando por un tercero que quería devolverle su función original como central de energía, esta vez de biomasa. Finalmente se ha impuesto un ambicioso proyecto, cómo no, urbanístico diseñado por Rafael Viñoly (el del Walkie-Talkie) con capital malasio que pretende la construcción en siete fases de un gran complejo de oficinas, zonas de ocio y viviendas en el que vivirán y trabajarán en torno a 50.000 personas cuando esté finalizado. La central, que se va a empezar a restaurar en breve, se convertirá en eje clave de la intervención.

Para la tercera fase acaban de fichar nada más y nada menos que a Gehry junto a Foster, dos pesos pesados de la arquitectura mundial que construirán en una de las zonas más importantes del complejo 1.200 viviendas distribuidas a ambos lados de una gran avenida; al oeste construirá el británico, al este el canadiense (que se estrena en Londres). La primera fase, de Ian Simpson Architects y dRMM (en la foto de abajo) ya está completamente vendida con precios que alcanzaron los 7 millones de euros para las viviendas más grandes (250 metros). Está previsto que se termine en 2016.





Hay que ver en lo que se ha convertido el símbolo de la decadencia británica en los 70. Algie no volverá a flotar por aquí. En Londres no saben de burbujas, entre el Tío Sam (tan orwelliano, por cierto, también) y los tigres asiáticos, the sky is the limit. Igual que nosotros, o sea. La burbuja porcina nos estalló en plena cara y aún no sabemos cómo ha sido. Pero tranquilos, que en un par de telediarios ya volveremos a hinchar otra ¿Para cuándo un estilo de vida menos inflado? Para cuando los cerdos vuelen, por supuesto.

3 comentarios:

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  2. Interesantísimo proyecto que como dices lleva tiepo gestándose. Hay bastantes imágenes del proyecto circulando por ahí. Uno de los grandes discos del grupo.

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    1. Y un edificio, la central, curioso, no sé, tiene algo muy orwelliano, como amenazador y totalitario. Me transmite el mismo feeling que el hoy Ministerio de Sanidad, el bloque de Oiza en la M-30 o el edificio IBM de Fisac en Madrid. Un saludo!

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