martes, 16 de octubre de 2012

Miesizar


“Hemos hecho demasiado para favorecer y promover la arquitectura espectáculo. Pero aunque sean muy visibles, los edificios de las estrellas no son los causantes de la crisis económica. Por cada edificio excesivo de un arquitecto famoso hay miles de inmuebles sin calidad. Esos miles de edificios sin calidad acabaron con la economía. La prensa no habló de ellos. De eso somos culpables. No de apoyar la arquitectura-espectáculo”.

 Lo dice Paul Goldberger, historiador, crítico de arquitectura del NYT y premio Pulitzer, en El País de hoy. Al fin un crítico que se sale del camino trillado, da nueces en lugar de ruido (ver entrada anterior), y asume responsabilidades. En las fotos, el flamante premio Stirling del RIBA, el laboratorio Sainsbury de la Universidad de Cambridge del estudio Stanton Williams. No estaba en ninguna de las quinielas, y no me extraña. El edificio tiene una excelente apariencia, la pega es que estas formas están más vistas que el tebeo. En el museo Marburg de Chipperfield sin ir más lejos. O en Mies. Se premia esta arquitectura déjà vu, sobria, rectilínea, silenciosa, por complejo de culpa: muchos jueces y críticos, como señala el propio Goldberger, se sienten culpables de haber encumbrado tanto exceso arquitectónico. Una juez del premio Stirling dice que el laboratorio "es una pieza sublime de bella y tranquila arquitectura". Pues eso, que estamos para sopitas y buen vino. Y eso que el resto de los contendientes (entre ellos un edificio del propio Chipperfield, al que últimamente vemos hasta en la sopa: ha sido director de la Bienal de Venecia nada menos, sin duda es el líder del zeitgeist arquitectónico) eran tan sobrios como el vencedor. ¿Toca miesizar -que diría Wert- la arquitectura actual? ¿Volver al racionalismo, olvidar las peligrosas curvas, evitar el formalismo? Pues vaya plan.

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