martes, 24 de enero de 2012

Lecciones de vida


"En un abrir y cerrar de ojos, in ictu oculi, desaparecemos nosotros, nuestras obras y nuestras huellas;pero en ese efímero pestañeo caben el esfuerzo y la desidia,el afecto y la indiferencia, la decencia y la indignidad. El carpe diem horaciano nos instó no tanto a disfrutar de los días como a cosecharlos, y esa emboscada parábola de los talentos es, pienso, pertinente aún para las sociedades y para los individuos, escindidos entre la Escila antrópica y la Caribdis entrópica, entre un mundo modelado enteramente por el hombre y un tiempo que implacablemente desbarata vidas y obras. Nuestros trabajos y nuestros días no tienen otro fundamento que nuestra mortalidad, y sin embargo debemos obrar como si esa extinción segura no formase parte de nuestro horizonte vital. El teólogo Dietrich Bonhoeffer enseñó a nuestra generación a vivir en el mundo etsi Deus non daretur, como si Dios no existiese, y quizá hoy debiéramos reescribir su máxima afirmando la necesidad de vivir como si la muerte no existiese o, mejor aún, con permiso de Clausius, como si la entropía no existiese,etsi entropia non daretur". (Final del discurso de Luis Fernández-Galiano con ocasión de su ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Arquitectura y vida, el arte en mutación. Texto completo).

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