jueves, 12 de enero de 2012

La conexión griega


El de la foto es el colegio concertado Ramiro Izquierdo de Castellón. Arquitectónicamente no es como para echar cohetes, aunque su cubierta curva tiene un cierto encanto retro que con algo de imaginación puede recordar a Fuller o Prouvé. Lleva seis meses sin cobrar de la Comunidad Valenciana una deuda de 104.000 euros y la directiva del centro ha mandado un comunicado a los padres en el que se habla de la posibilidad cierta de cerrar el colegio. 450 centros en dicha Comunidad están en una situación similar, afectando a 225.000 alumnos. El monto total de la deuda es de 50 millones de euros, vaya, casi lo mismo que iba a costar el nunca construido Palacio de Congresos de Calatrava también en Castellón (eso en el proyecto original, en el definitivo la factura se disparó hasta 100. El Palau de les Arts de Calatrava en Valencia, tan sólo una de las cinco piezas que componen  la Ciudad de las Artes y las Ciencias, costó 382,5 millones, tres veces más de lo presupuestado).

Criticar el dispendio de la Comunidad Valenciana es uno de nuestros hobbyhorses favoritos. Nadie duda que dentro de 100 años, cuando la crisis sea algo que sólo recuerden los historiadores, la Ciudad de las Artes, a pesar de su condición de artefacto totalmente alienado que busca un protagonismo casi patológico a costa de dar la espalda a su entorno y quedar por encima de él será considerada uno de los complejos arquitectónicos más bellos e impresionantes del mundo, de la misma manera que nadie se acuerda ya de las durísimas críticas que tuvo la Torre Eiffel durante su construcción, otro cuerpo extraño en medio de una urbe tan conservadora en lo arquitectónico. Pero mientras tanto, las cifras de los costes levantan ampollas.

La Comunidad Valenciana, su deuda recién rebajada a nivel de los bonos basura, es nuestra Grecia. Y eso, que hasta ayer era un cumplido, es ahora una lacra. Es curioso que en los tiempos de las vacas gordas, cuando las comunidades autónomas gustaban de hacer sus pinitos en política exterior, Valencia se acercó al país heleno favoreciendo interesantes proyectos culturales en los que egregios griegos fueron invitados. Irene Papas fue asesora cultural de la Comunidad -a precio de oro- e hizo montajes teatrales entre los que destacó uno de Las Troyanas de Eurípides en Sagunto donde participaron La Fura dels Baus, Vangelis -otro griego- con la banda sonora y Calatrava con la escenografía. Papas prefirió elegir como teatro una nave abandonada antes que el restaurado (con gran polémica) teatro romano de la ciudad para transmitir, también mediante la arquitectura, uno de los temas de la obra: la destrucción provocada por la guerra. Por cierto que se comentó que fue Papas quien puso en contacto a Calatrava con las autoridades griegas lo que le valió el encargo de realizar el bello complejo para los Juegos Olímpicos de Atenas de 2004. Más Greek Connections: el propio Vangelis, pintor aficionado a la vez que músico, hizo su primera exposición de pintura en Valencia, financiada por la Comunidad, que posteriormente se desplazaría a varios países latinoamericanos. Para la ocasión se editó un cuidado libro con prólogos a cargo del entonces presidente comunitario (José Luis Olivas), la alcaldesa (la incombustible Rita Barberá), el conseller de cultura y Consuelo Ciscar, por entonces subsecretaria de promoción cultural y hoy directora del IVAM, quien señalaba "la grata experiencia de asomarse a Grecia desde el mismo corazón de la Valencia antigua". Toda una premonición.

La Comunidad Valenciana está asomada al abismo griego. Esperemos que no se caiga en él.

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