sábado, 3 de septiembre de 2011

El hortus conclusus madrileño






"Abril es el mes más cruel" afirmaba T.S.Eliot en su famoso poema The Waste Land (La tierra baldía), todo un oxímoron: ¿no es la primavera la estación más dulce en la que la vida florece, la sangre se altera y logramos sobrevivir al crudo invierno? No lo ve así el poeta británico (aunque nacido en los EE.UU.) y premio Nóbel, para el que la primavera sólo marca el inicio de la cuentra atrás hacia la muerte: "El invierno nos daba calor, cubriendo la tierra con la nieve del olvido". Para el resto de los mortales, sin embargo, el mes más cruel es septiembre. Tras las vacaciones (eso si las has tenido) llega el momento de retomar tu trabajo (eso si aún lo conservas. Sin ir más lejos, 3.000 profesores de secundaria no lo recuperarán en Madrid, y es que hay que ahorrar: 80 millones en concreto. La remodelación del Palacio de Cibeles para convertirlo en la nueva sede del ayuntamiento costó 120).

Éste es por tanto el momento ideal para visitar un lugar mágico de la capital, un oasis de tranquilidad en medio del alocado ritmo de la ciudad, un hortus conclusus mucho mejor que el de Zumthor en Londres, que tendrá mucho diseño, pero al que falta un elemento fundamental que el nuestro sí tiene y heredamos de la cultura árabe: el agua en forma de relajantes fuentes de todo tipo. Se trata de los jardines de la antigua casa de Joaquín Sorolla (hoy museo) en el paseo del General Martínez Campos. Diseñados por el propio pintor (pueden verse sus bocetos allí mismo), utilizó como referentes los jardines de los Reales Alcázares de Sevilla, el Jardín de la Ría del Generalife y elementos italianos (Sorolla vivió en Italia un año), como esculturas clásicas y una bella pérgola. El rincón más zen es la Fuente de las confidencias (ahora vacía, con lo que pierde bastante, es la primera foto). Como curiosidad, decir que algunos de los árboles (como un árbol del amor) fueron plantados personalmente por el pintor valenciano, y que los arrayanes que pueden verse fueron traídos expresamente de la Alhambra de Granada.

Eliot y Sorolla fueron contemporáneos. De hecho, los jardines fueron terminados en 1917 y The Waste Land fue publicado en 1922. Pero qué mundos más opuestos. Frente a la luz radiante que emana de los cuadros del valenciano y la alegría andaluza que rebosa en el parque, la angustia existencial y la oscuridad (real y metafórica) del poema del inglés. Ambos artistas de renombre, optaron por reflejar su época de maneras contrapuestas: Sorolla se ciñe al costumbrismo y a una pintura tradicional que tantos éxitos le daría. Eliot, más comprometido quizá con su tiempo, refleja con su críptica y angustiosa poesía una época de convulsos cambios sociales, intelectuales y artísticos consecuencia de la primera Guerra Mundial.

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