sábado, 10 de julio de 2010

La letra con arquitectura entra

Atención pregunta. ¿Qué tienen en común estas fotos?






Pues aunque no lo parezca, son institutos. La primera foto es el impresionante patio cubierto del Kingsdale Foundation School, en Southwark (Gran Bretaña), del estudio inglés dRMM (esa especie de huevo central es un cine), la segunda son los baños (¿a que no se parecen a los que sufriste como estudiante?) del Munkegaardsskolen en Gentofte (Dinamarca) de Dorte Mandrup Architects, la siguiente es el Ørestad College en Copenhague de 3XN y la última es el Råholt Secondary School en Eidsvoll (Noruega) de Kristin Jarmund Architects. Pero ¿tanto despliegue de arquitectura a la última, diseño de postín e inversión económica sirven para algo? Claro que sí. Ya lo comentábamos en una entrada anterior. Y hay datos nuevos: según un interesante artículo del Daily Telegraph (un diario conservador, no lo olvidemos) que se centra en el caso del Kingsdale Foundation School, las cifras cantan: este centro en 1998 naufragaba estrepitosamente, había 280 expulsiones al año (30 de ellas permanentes), el acoso escolar era habitual y sólo el 15% de los estudiantes obtenían notas aceptables en exámenes externos. Hoy día, tras la rehabilitación del antiguo edificio de 1959 (lleno de estrechos corredores y lúgubres espacios) las expulsiones son casi inexistentes, las cifras de aprobados se ha elevado nada menos que a un 70% y el acoso está controlado, a ello ha contribuido la desaparición de los estrechos pasillos y la creación del nuevo atrio cubierto, en el que los estudiantes están a la vista de todos. Los ingleses creen tanto en esta clase de intervenciones que tienen hasta un proyecto (Building Schools for the Future, BSF) que pretende remodelar todos los institutos del país para 2020 (y hay 3.500!). Como dice Kristin Jarmund, arquitecta del instituto de Råholt: "somos conscientes de que los alumnos de Råholt se enorgullecen de su colegio y sienten que los educadores, políticos y arquitectos se han tomado muy en serio sus necesidades, sueños y ambiciones", así lo explica Steve Morrison, director del Kingsdale: "hay algo en el atrio del instituto que tranquiliza el alma. Es un recordatorio de que el entorno es más grande que el individuo. La gente se da cuenta de que no domina el colegio. Como en una catedral, hay un respeto por el lugar en el que estás que modifica tu comportamiento".


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