viernes, 8 de diciembre de 2017

Ser y no ser

Maestros del oxímoron frente a frente

Llegó al fin la nieve, acaso la forgetful snow de T.S.Eliot en La tierra baldía de 1922 (el mismo año en el que Mies abraza la modernidad con su gélida torre cristalina de oficinas para la Friedrichstrasse de Berlín, proyecto considerado el equivalente arquitectónico de las Señoritas de Aviñón de Picasso), poema que al punto de iniciarse nos sorprende con una poderosa andanada de oxímoron: "Abril es el más cruel de los meses, pues engendra / lilas en el campo muerto, confunde / memoria y deseo, revive / yertas raíces con lluvia de primavera./ El invierno nos dio calor, / cubriendo la tierra con nieve sin memoria..." según la traducción de 2015 a cargo de Andreu Jaume (forgetful snow es nieve olvidadiza en la de Juan Malpartida de 2001 y Juan Bartres de 1977). Puente pedante tenemos, me dirás. Pues sí, mon semblable, qué le vamos a hacer. Para oxímoron arquitectónicos los de Jacques Herzog, el arquitecto del Caixaforum madrileño, que visitó la Juan March para una conversación sobre su obra junto a Luis Fernández-Galiano hará unas semanas (video aquí).

Señala por ejemplo Herzog en un sorprendente español aprendido en Canarias, donde tiene obra y casa, con ese dulce acento de los suizos cuando hablan nuestro idioma (y que vivamente contrasta con su cara de estibador victoriano, ya tenemos aquí el primer oxímoron), que "nunca le ha interesado lo narrativo" y que lo suyo es el minimalismo, para a continuación tildar sin empacho la actitud de Loos de racismo (antiornamental) por defender la ausencia total de decoración en la arquitectura. Y es que al final Herzog sí cree en un cierto ornato (lo vemos en las pieles tatuadas de no pocos de sus edificios), y no hace mucho elegía como su edificio favorito nada menos que la mezquita de Córdoba, que muy minimalista no parece. Habla también de una defensa de las "tipologías eternas" como las llamaba su maestro Aldo Rossi, con formas inocentes (como en la casa Rudin) pero cuidado,  que también señala que hay en su arquitectura una búsqueda de la modernidad entreverada con esas "formas arcaicas" y la contrapone a Hadid o Gehry, que hacen una arquitectura sin referentes, completamente novedosa. Seguimos nadando y guardando la ropa. Es un fan de las cajas modernas sin memoria (o lo fue), pero en Transparencias engañosas se muestra desencantado ante la casa Farnsworth, el gran manifiesto minimalista de Mies, defendiendo frente a ella un "retorno al triángulo fundamental de gente-naturaleza-arquitectura, en cuyos campos de fuerza debemos movernos para reemplazar el "arte puro" por el flujo impredecible de la vida". Y así todo.

Su interlocutor en esa conversación (más monólogo inducido) en la March fue como decimos Fernández-Galiano, otro experto en oxímoron. Y le ha dedicado no pocos a la obra de H&dM como podemos ver en los artículos recopilados para la última monografía de AV  dedicada a los de Basilea (y van cuatro), publicada este mismo año. Así, describiendo su proyecto para la Ciudad del Flamenco en Jerez (anda que no tiene guasa oximorónica que unos suizos sean los que ganaran semejante concurso; Cruz y Ortiz, los sevillanos de la Peineta/Wanda también participaban...), hoy penosamente congelado sine die, el catedrático, miembro del jurado que la eligió, señala: "Tapia y tapiz, la pared luminosa del recinto jerezano es pétrea y textil, grave y delicada, intemporal y juvenil". Al describir las bodegas Dominus en California, cubiertas por una fachada de rocas insertas en una malla metálica, vuelve a la carga: "Ligero en las geometrías que dibujan en el espacio las cestas de alambre, y grávido en la presencia táctil de las rocas de basalto, (...) es a la vez contemporáneo y arcaico", al igual que en la casa de Tavole, donde los suizos domestican "la sensualidad táctil del aparejo pétreo con la disciplina intelectual de la geometría resistente, en un oximoron visual que produce un placer casi doloroso". Y del Caixaforum madrileño comenta su "gravitas oximorónica", que es "ligera y pesada" (en la línea de la "violencia refinada" del museo Küppersmühle de Duisburg cuya espectacular escalera, que parece como sacada de El Gabinete del Doctor Caligari, también recuerda a la de Madrid) consiguiendo ese desconcertante efecto al despojar a la antigua central eléctrica de su base para crear una plaza-gruta y hacerla así flotar como por arte de magia.

Y es que precisamente la genialidad de H&dM está en esa pasmosa capacidad para aunar contrarios sin aparente contradicción. Ya hablábamos del Sol y Sombra de Marcel Breuer precisamente para referirnos a la Switch House londinense (tan oximorónica también), que hoy procede citar más que nunca: "El verdadero impacto de cualquier obra reside en su capacidad de unificar ideas contrapuestas, es decir, un punto de vista y su contrario. Y digo "unificar" y no "llegar a un compromiso". Esto es lo que los españoles dan a entender con una expresión procedente de las corridas de toros: "sol y sombra". La mitad de los asientos de los cosos taurinos están al sol, y la otra mitad a la sombra. Han hecho de "sol y sombra" casi un proverbio, pero nunca dicen "sol o sombra". Para ellos, toda la vida -con sus contrastes, sus tensiones, su agitación y su belleza- está contenida en ese proverbio: "sol y sombra". Así acaba Breuer su ensayo: "Ni la simplificación excesiva y unilateral ni el compromiso poco afinado ofrecen una solución. La búsqueda de una respuesta clara y firme que satisfaga necesidades y propósitos opuestos es lo que saca a la arquitectura del reino de la abstracción y le da vida, y arte". 

Acabo ya con una última cita del propio Herzog entrevistado estos días en El Mundo
"-Entonces, ¿qué debemos exigir a nuestros arquitectos?
-Lo mismo que a los médicos, a los abogados o a los profesores. Que hagan bien su trabajo. Y, si pueden, que vayan más allá". 


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