domingo, 3 de julio de 2016

De Prada al Prado


Pues ya sabemos los ocho equipos que van a competir para la rehabilitación del Salón de Reinos, el antiguo Museo del Ejército (reubicado en 2005 en el Alcázar de Toledo), que quedará incluido en el campus del Museo del Prado suponiendo un aumento del 16% de espacio expositivo y para la que se va a destinar un modesto presupuesto de 30 millones de euros. El edificio, al lado del Casón del Buen Retiro y la Real Academia de la Lengua, concluido en 1635 por Alonso Carbonel, es una curiosa mezcla de austeridad herreriana (recordando a la Plaza Mayor madrileña de Gómez de Mora o al burgalense Palacio de Lerma de Francisco de Mora, tío del anterior, con sus severas torres con chapiteles de pizarra) y festivo colorido (en un tono rosa con un punto portugués un poco alejado de su recia función como contenedor de glorias castrenses). Lo impulsó el famoso Conde-Duque de Olivares bajo el reinado de Felipe IV, que como su nombre (Salón de Reinos) indica quiso crear un recinto que celebrara la potencia de la monarquía hispana, en la que entonces aún no se ponía en sol, y dejara epatados a embajadores y visitantes ilustres de allende los Pirineos. A tal fin no se escatimó en presupuesto, destacando los imponentes cuadros encargados a Zurbarán (los trabajos de Hércules, no en vano los Habsburgo llevaban a gala descender de tamaño héroe mitológico) o a Velázquez (como la célebre Rendición de Breda), hoy todos ellos en el posterior edificio de Villanueva.  Lo que son las cosas, no mucho después Olivares caería en desgracia por intentar meter mano a los privilegios aragoneses (Cataluña incluso amagó con independizarse para regocijo de Francia, con quien el Conde-Duque también anduvo a la greña) hasta ser finalmente sustituido por otro valido, y la propia monarquía entraría en declive perdiendo por ejemplo Portugal en 1640 (aprovechando la distracción de la revuelta catalana) o la mismísima Breda del cuadro, recuperada para Holanda en 1637, ambas derrotas por cierto a poco de culminarse el Salón de Reinos (pues vaya mal fario el del palacete) que hoy nos ocupa.

Hablando de Holanda, hete aquí que lo mismo va a ser el holandés más famoso del globo al que acabemos rindiendo el Salón. Y es que Rem Koolhaas es uno de los ocho estudios preseleccionados para su rehabilitación. Literalmente no puedo esperar a ver la propuesta de este arquitecto de obras exquisitamente esquizofrénicas  (Luis Fernández-Galiano dixit en 2000) reinterpretando el orgullo hispánico-escurialense en clave post-15M (teniendo en cuenta su predilección por la provocación, no creo que dejara escapar la oportunidad de colarnos un gol por toda la escuadra). Qué morbazo. Para más inri Fernández-Galiano es uno de los miembros del jurado -Moneo es otro- que elegirá al ganador..., más atemperado en sus juicios últimos sobre el autor de S, M, L, XL, el catedrático de la ETSAM concluyó en el AV 178-179 (número monográfíco doble dedicado a él): "Rem Koolhaas exhibe la coherencia del que rehúsa permanecer inmóvil cuando los tiempos cambian, ofreciendo en cada trecho de su trayecto un retrato fidedigno del mundo alrededor". Pues a ver qué retrato nos deja en el Salón de Reinos: sería su primera obra en España tras el fiasco cordobés. Por cierto que, como aquí avisamos, hemos tenido a Koolhaas en el congreso arquitectónico de Pamplona y por supuesto no defraudó, la prensa ha destacado sus punzantes puntos de vista  (y eso que ha tenido duros competidores como Winy Maas y Bjarke Ingels, qué congreso más calvinista, por favor). Me quedo con su optimismo militante (crecer en una desventrada Rótterdam tras la Segunda Guerra Mundial, como él señala, ayuda: nos quejamos de vicio), su escandalizado rechazo a los populismos antieuropeístas (dice querer meterse en política para evitar un Nederexit) o su agudo análisis de una sociedad obsesionada por una comodidad que anula el riesgo ("en el viejo continente hemos cambiado la Igualdad, Libertad y Fraternidad por Comodidad, Seguridad y Sostenibilidad"), no te pierdas la entrevista que le hace Anatxu Zabalbeascoa. Curiosamente otro provocador nato, Michel Houellebecq, hace un diagnóstico muy similar en El País Semanal de hoy: "Hay que interrumpir el confort con sobresaltos" (Fernández-Galiano ya había comparado dieciséis años atrás el "talento tóxico" de ambos personajes en su artículo Los héroes amargos en Arquitectura Viva 74).

Sorprende igualmente el nivel del resto de los estudios seleccionados. Tenemos nada menos que a Foster (me encantaría que ganara por sus estrechos vínculos con España y porque haría un trabajo serio, elegante y exacto con un punto justo pero marcado de modernidad como el que hizo para el British Museum, que para eso estamos en el siglo XXI), a Chipperfield (es el que haría un trabajo de restauración más minucioso, no olvidemos su excelente trabajo en el Neues Museum de Berlín, la pega es que con un edificio en un estado más que aceptable una intervención tan previsiblemente respetuosa quedaría prácticamente oculta; además sería como una reedición de la ampliación del Prado de Moneo, con el que el inglés tiene tanto en común, ¿no apetece algo más de mordiente? Saltémonos la dieta por un día), a Nieto Sobejano (un estudio que sabe mantener el difícil equilibrio entre el respeto a lo preexistente y una audaz modernidad), a Cruz y Ortiz (los del Rijksmuseum) o a Souto de Moura (representante de la exquisita arquitectura actual portuguesa que con muy poco es capaz de expresarlo casi todo). Completan la lista dos amalgamas de arquitectos: Garcés de Seta Bonet Arquitectes junto a Pedro Feducci Canosa, y Gluckman Tang Architects-Alvarez Sala junto a Arquitectura Enguita y Lasso de la Vega, menos conocidos pero que seguro pondrán toda la carne en el asador por la cuenta que les trae.

En fin, habrá que esperar al 30 de octubre a ver el proyecto que nos proponen, a final de año sabremos el ganador. El Otoño promete...



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