domingo, 14 de diciembre de 2014

Ventanas indiscretas


"En la obra de Modiano se repite una y otra vez la imagen de esas ventanas iluminadas en la noche de las que no podemos apartar la mirada. “Nos decimos que detrás de ellas alguien a quien hemos olvidado espera nuestro regreso desde hace años, o bien que ya no hay nadie. Salvo una lámpara que se ha quedado encendida en el piso vacío”.' (Gustavo Martín Garzo. La muchacha indecible en El País).

"La cabaña, que al mismo tiempo evoca el origen de la arquitectura y niega sus intereses y valores, posee otra característica compartida con los pequeños objetos arquitectónicos de autor: el enigma de su morador. La pequeña cabaña aislada acoge a un individuo-centro y niega la vida en comunidad. Su ocupante ha optado por la soledad y el aislamiento, aún temporalmente. La cabaña habitada nos interroga con los signos de la presencia de su ocupante: la chimenea humeante, la luz en la ventana, la bicicleta junto a la puerta,... Como la prudente Gretel en el cuento de los hermanos Grimm, o en la ópera de Humperdinck, la cabaña nos atrae y nos excluye. Recelamos de la reacción de su ocupante a nuestra intromisión. Las cabañas de Heidegger, de Hamsun, de Lawrence, o las de Mahler, de apariencia rústica y despersonalizada, poseen el misterio de un pequeño velero en alta mar. Avistado en la lejanía, su escasa envergadura en la mitad del océano, suscita una pregunta que no tiene sentido ante un gran transatlántico ¿Quién navega en él? (Fernando Agrasar, Lugares que fueran... en Cabañas para pensar).

"Como construcción material, un edificio no es un objetivo o un fin en sí mismo. Modifica y condiciona nuestra experiencia de la realidad: un edificio enmarca y estructura, une y separa, facilita y prohíbe.(...) Como consecuencia de esta acción implícita, el encuentro corporal con una estructura arquitectónica, su espacio y su luz, constituye un aspecto inseparable de la experiencia. Las imágenes arquitectónicas son invitaciones y promesas: el suelo es una invitación a levantarse, estabilizarse y actuar; la puerta nos invita a entrar y pasar a su través; la ventana, a mirar fuera; la escalera, a subir y bajar. (...) La esencia poética de la arquitectura no puede presentarse con más intensidad que cuando oímos caer con fuerza la lluvia sobre un tejado que nos protege o cuando vemos una luz, en la ventana de nuestra casa, que nos da la bienvenida en la oscuridad de una fría noche de inverno". Juhani Pallasmaa, La imagen corpórea).

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