sábado, 13 de septiembre de 2014

Bertoni



El DS, tótem y objeto de culto
Hablando de coches y arquitectura, me he acordado de una foto que le hice a un añejo Citroën DS en Delft, sus formas sinuosas y vanguardistas contrastando con las rectilíneas y clásicas de las fachadas sobre el canal de rigor. El Tiburón, como se le conoció en España, me parece uno de los autos más soberbios de la historia del automóvil (más aún tratándome de un citroënista recalcitrante). Es un diseño de Flaminio Bertoni, escultor y por cierto arquitecto (no confundir con Bertone, el estudio del que hablábamos en la anterior entrada, confusión lógica no solo por la similitud entre los nombres sino porque Bertone diseñó también dos modelos para la marca del doble chevron: el BX y el XM). Bertoni, con i, que trabajó más de treinta años para la marca (es responsable de otros modelos míticos de Citroën como el 2CV -que posiblemente Le Corbusier, otro citroënista, imitó para su Voiture Maximum- y el Traction Avant), hizo un diseño absolutamente vanguardista y rompedor para el DS (que vio la luz, no lo olvidemos, en 1955) cuyo atractivo probablemente resida en ser una pieza continua, sin costuras visibles (similar a un diseño de Hadid) tal y como señala Roland Barthes hablando sobre el icónico coche en su libro Mitologías de 1957: "Es bien sabido", señala el semiólogo francés, que la tersura es siempre un atributo de la perfección porque su contrario revela una operación técnica y típicamente humana de ensamblaje. La túnica de Cristo no tenía costuras, igual que las naves de la ciencia-ficción están hechas de metal continuo.(...) En el DS encontramos  los inicios de una nueva fenomenología del ensamblaje, como si progresáramos desde un mundo donde los elementos están soldados a un mundo donde están yuxtapuestos y unidos por la sola virtud de su maravillosa forma, que por supuesto nos conduce a la idea de una naturaleza más benigna". Cielos, con la fenomenología hemos topado. Pues eso, que el día de su presentación, en el salón de París, nada menos que 12.000 personas hicieron un pedido del automóvil. Y su atractivo sigue intacto: hace unos años el DS, el coche que salvó a De Gaulle de morir tiroteado (gracias a su suspensión hidroneumática que mantuvo el coche operativo a pesar de tener las ruedas pinchadas), fue nombrado el automóvil más bello de todos los tiempos por un jurado formado por los veinte diseñadores más importantes del mundo reunidos para la ocasión por la revista Classic and Sport Cars.Venció a modelos también bellísimos y mucho más exclusivos como los Jaguar XK 120, Ferrari Dino o Aston Martin DB9.

El DS según Helmut Newton
Me he dedicado a rastrear en internet la huella del DS en el cine, lo cual es muy fácil porque es increíblemente abundante: no hay mejor prueba de su enorme éxito como icono cultural. En Francia su aparición en las películas de cine negro era continua, aquí puedes echar un vistazo a Alain Delon conduciendo uno en Le Samurai, pero también podemos verlo en películas del género mucho más recientes como Wasabi con Jean Reno. Y no solo en Francia, en la italiana L´avventura e l´avventura protagoniza emocionantes escenas de acción, en Scarface con Al Pacino de protagonista vemos a uno a punto de estallar por los aires y en la española Perros Callejeros, del tremendo Jose Antonio de la Loma, el Torete, quinqui extremo, lo utiliza para acabar con sus enemigos a lo bestia y darse a una fuga de dramático final. En nuestro cine fue también protagonista en el road movie familiar Carreteras secundarias junto a Antonio Resines y Maribel Verdú. Gracias a sus originales formas fue también la estrella invitada de filmes de ciencia ficción ya en los 60, así en Fantomas vemos aparecer un DS volador con alas retráctiles. En la más reciente Gattaca, mezcla de ciencia-ficción y cine negro, Uma Thurmann conduce uno de los exclusivos descapotables del modelo carrozado por Chapron en un futuro retro y anodino, y una versión  travestida hace aparición fugaz en Regreso al futuro (donde el protagonista es otro coche de culto, el fallido De Lorean). Y estos son solo unos pocos ejemplos. En publicidad el Tiburón también habrá protagonizado no pocos spots, fíjate este, tailandés nada menos, en el que el coche no queda en muy buen lugar... En el otro extremo, Helmut Newton, gurú de la fotografía de moda, supo sacar partido del DS para algunas de sus glamurosas fotografías. En videoclips musicales también he encontrado una aparición, bien original, en uno de Kate Perry.

¿Tenía el Tiburón poderes afrodisíacos?
¿Y en la literatura aparece también el Tiburón? Pues sí, tenemos un excelente ejemplo en Cinco horas con Mario (1966). El automóvil sirve de catalizador para un encuentro amoroso finalmente no cosumado entre la viuda de Mario, Carmen, dechado de virtudes, mujer presuntamente recta y tradicional donde las haya, y Paco, amigo de la infancia. El encuentro casual entre los adúlteros en prácticas sucede mientras Paco se haya al volante de un flamante DS rojo que deja a Carmen epatada:" .....Paco me llevó al centro en su Tiburón, un cochazo de aquí hasta allá, no veas cosa igual, que yo estaba parada en la cola del autobús y de repente ¡plaf!, un frenazo, pero de película ¿eh?", nos relata la buena mujer en su monólogo obsesivo y concéntrico como a la mitad del libro, "¡Y qué coche Mario, de sueño vamos! Con decirte que se me iba la cabeza, pero es que ni notar los baches". El relato del encuentro, aparentemente inocente, es retomado al final del libro, momento en el que descubrimos su profundo calado: "y ya con la portezuela abierta, a ver qué podía hacer, me colé, y más cómoda que en el sofá del cuarto de estar, Mario, te lo prometo, lo que yo le dije "me chifla tu coche", que es verdad, que parece que ni tocas el suelo ni nada". Paco se lleva a Carmen en alocada carrera, prolegómeno de un epílogo carnal: "...y los dos a reír, fíjate qué locura, en un Tiburón, mano a mano, a ciento diez, que hasta se me iba la cabeza, te lo juro, que hay cosas que no se explican...". Galvanizados de esta guisa por la máquina fenomenológica de Bertoni, excitados perdidos (hipnotizada dice sentirse ella, pero todos entendemos lo que quiere decir), la escena acaba con un felliniano revolcón en la hierba que no pasa a mayores porque él no quiere. Para mí que todo el largo monólogo de Carmen a lo largo de esas cinco horas es una justificación ante los remordimientos que siente, tan recta ella, por el momento Tiburón, su casi desliz con Paco, un chiquilicuatro (como ella misma le llama) devenido en héroe de película gracias al Citroën: "Te lo juro, no ocurrió nada más, pero mírame, dí algo, anda, por favor, mira que eres, que me estoy tirando por los suelos, más no puedo hacer, Mario, cariño, que al fin y al cabo si a su tiempo me compras un Seiscientos, ni Tiburones ni Tiburonas...". 

El DS, icono a la altura de San Pablo, en un anuncio inglés
Como resulta que esto es un blog de arquitectura, acabo volviendo a Barthes y su Mythologies (de 1957): "Creo que los coches hoy en día son casi el equivalente exacto a las grandes catedrales góticas: quiero decir, la creación suprema de una era, concebida con pasión por artistas anónimos, y consumida en imagen y en uso por la totalidad de la población que se la apropia como un objeto puramente mágico. Es obvio que el nuevo Citroën ha caido del cielo en la medida en que aparece a primera vista como un objeto superlativo". 

 

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