sábado, 16 de noviembre de 2013

Basura


Sois basura!" nos decía un correoso directivo del centro escolar donde estudiaba cuando se veía obligado a subir a nuestra disruptiva clase. Y cuántas veces, ya talludo, no habré reproducido en reuniones junto a antiguos compañeros la frasecita de marras tratando de imitar la entonación y gestos patibularios de ese pedagogo sin parangón. Simpáticos recuerdos que últimamente se activan ante la absorta contemplación de la basura almacenada en las calles de Madrid. Los residuos urbanos, que pronto nos llegarán a las corvas, obran en mí, lo que son las cosas, cual magdalena proustiana transportándome a un pasado ignoto. Sensible como estoy al tema me encuentro de sopetón el otro día con el comentario de un portavoz de la Unión Europea, otro sutil diplomático, que calificó cierto comentario sobre el programa Erasmus vertido por Wert de rubbish, basura. Pues estamos buenos.

Eres lo que tiras, proponía hace unos años el colectivo Basurama (surgido en la Escuela de Arquitectura de Madrid) en la instalación en la playa de Benicassim que puedes ver en la foto. Y el año pasado daban una conferencia en la universidad bonaerense de Palermo con el título "Somos Basura (y cultura, y vida y ciudad!) O cómo seguir siendo un eterno alumno". En Madrid, para la última Noche en Blanco que se celebró crearon una suerte de parque infantil para adultos con componentes reciclados. Y en Santo Domingo montaron una instalación llamada Tsunami de Basura. Imaginamos al colectivo madrileño (cuyo lema es In Love We Trash, curiosa subversión del americano In God We Trust) encantados con la actual situación de la capital.

A lo mejor necesitamos más huelgas de servicios de limpieza que nos enfrenten no sé si a lo que somos pero sí desde luego a la enorme cantidad de basura que generamos. Nunca fue tan hermosa la basura, propone el filósofo José Luis Pardo en un texto con ecos de The Waste Land (La tierra baldía) de T.S.Eliot:


"Y la denominación sigue siendo coherente, en segundo lugar, con las basuras industriales: no se las puede dejar allí donde se generan porque allí no están en su sitio ni tienen porvenir ninguno. Es preciso trasladarlas a una tierra baldía en donde tengan porvenir, en donde puedan regenerarse, reactivarse, reciclarse, integrarse, en donde puedan llegar a ser otra cosa que lo que son –basuras, desperdicios–, en donde puedan recuperar la identidad que han perdido, en donde puedan crecer las lilas en la tierra muerta y en donde la lluvia primaveral remueva las raíces mas secas. Sí, aunque les cueste a ustedes aceptarlo en principio, “basura” significa también esto: lo que tiene un destino, un porvenir, una identidad secreta y oculta, y que tiene que hacer un viaje para descubrirla, como el príncipe encantado para dejar de ser rana y convertirse en príncipe, como la bestia para vencer el hechizo y volver a ser bella".

Y por si no has tenido suficiente basura aún (¿a que le vas cogiendo el gustillo? Si es que todo es ponerse), acabo con The Big Crunch, instalación del colectivo de arquitectos alemanes raumlaborberlín realizada con materiales de desecho.




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