Hoy encabezamos la entrada con foto de una bella rehabilitación, la de la cárcel vieja de Murcia a cargo de IH Arquitectos, que lograron imponerse en el concurso de ideas nada más y nada menos que a Martín Lejarraga, el Koolhaas vascomurciano, quien presentó un proyecto resilvestrador y disruptivo en forma de "red de micromundos naturales" (más aquí). Con el bello nombre de Muros Etéreos, la propuesta ganadora, acaso más conservadora, demuestra lo que un arquitecto es capaz de hacer con las llamadas preexistencias aunque tengan tan poco interés aparente como una cárcel fundada en 1929 y jubilada en 1981. Más información y fotos aquí. Siguiendo con rehabilitaciones, en Londres Wilkinson Eyre han acabado al fin (tras diez años) el profundo refurbishment de la emblemática estación eléctrica de Battersea, todo un icono pop como aquí te contamos en su momento. Aunque rodeada hasta casi la saturación por bloques de viviendas de arquitectos tan galácticos como Gehry o Foster, la antigua central sigue manejando el cotarro aunque algo desfigurada por los cristalinos apartamentos que ahora la coronan, a 9 millones de euros la pieza. Por cierto que en una de las chimeneas se ha instalado un ascensor que te llevará a un vertigionoso mirador por 23 eurillos de nada. Te enlazo a las reseñas de los dos críticos más punteros de las islas, Wainwright (cañero como es habitual) y Rowan Moore.
Hace poco vimos el partido entre las selecciones de España y Portugal en las que nos jugábamos el pase a la Final Four de la liga de la UEFA en el magnífico estadio de Braga, de Souto de Moura, encajado en las abruptas laderas artificiales de una antigua mina al aire libre. En un breve viaje al norte de Portugal en agosto tenía intención de visitarlo, pero apenas pude vislumbrarlo desde la carretera (me pareció ver a Kahn) ya que mis acompañantes adolescentes, con la probable complicidad de su señora madre, se amotinaron, algo comprensible teniendo en cuenta que llevábamos vistos no sé cuantos sizas y soutos ya, por no hablar de las varias iglesias románicas del norte castellano en las que habíamos recalado durante el viaje (hay adicciones peores, como les digo a mis sufridos vástagos). Por cierto, ¿sabías que la iglesia de Santa María del Azogue en Benavente fue restaurada en los 80 por Fernando Higueras nada menos? De la restauración, centrada en el tejado, poco queda ya, en una intervención más reciente se quitaron las tejas y el cemento que el autor de la Corona de Espinas madrileña había añadido a las cubiertas. Dentro de la iglesia nos sorprendió la decoración de algunas de las columnas en forma de punzantes zigzags que igual inspiraron las agudas aristas del edificio de la Ciudad Universitaria o el ayuntamiento de Ciudad Real (sí, son anteriores a la restauración, pero igual conocía la iglesia de antes, oye, a saber), nosotros por elucubrar que no quede. Tienes fotos de la iglesia aquí. Volviendo a Portugal, admitir que con todo lo últimos que pretendemos ser, de lo que vi me quedo con el Mosteiro de Tibães, cerca de Braga. No es comparable a los tres grandes monasterios lusos de Alcobaça, Tomar o Mafra, pero su decadencia, de una belleza portentosa, te regala espacios de una fotogenia magnífica que además pueden disfrutarse, lujo acaso máximo, casi en total soledad. Pero que conste que también recomiendo el museo Nadir Afonso de Siza en Chaves (aunque no precisamente por la pobre obra expuesta).
La energía nuclear está de moda. Y es que como reducir el consumo de energía es complejo de asumir hay que hacer de tripas corazón. Nada menos que Foster la defiende, al que se ha unido Oliver Stone con un documental que incorpora música póstuma de Vangelis (entrevista a Stone y tráiler del documental aquí). Las cifras cantan, es cierto, y en el caso de la energía nuclear son imbatibles. Con todo, habrá que seguir intentando reducir el consumo. La batalla en la arquitectura y la automoción serán claves para decidir nuestro futuro. Si el edificio más verde es el que ya existe, como decía Luis Fernández-Galiano ayer mismo en un discurso para inaugurar el curso de la Real Academia de San Fernando, el único coche que no contamina es el que no se conduce. Sin embargo, cuando la movilidad es imprescindible, hay marcas que afortunadamente han comprendido que la electrificación debe ir en otra dirección: en esta.
Volviendo al discurso académico de don Luis, decir para acabar que agradecimos la referencia a la herencia maculada de los dos titanes arquitectónicos del s. XX, Mies y Le Corbusier, por sus devaneos con el nazismo. En unos momentos en los que asistimos con estupor a un peligroso relativismo entre intelectuales y gobernantes en temas que de relativos no tienen nada, el toque de atención del académico y profesor en una lección a la que asistía Felipe VI nos parece muy acertado.
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