La idea de elegir la impresionante central de Battersea como portada del álbum tiene también su historia. En los 70 Inglaterra, como el resto del mundo, vivía una profunda crisis económica y la para entonces ya obsoleta central (se cerraría poco después) era una buena metáfora de dicha situación. Se había construido en dos fases simétricas, cada una con dos chimeneas (la primera inaugurada en 1935, la segunda en 1953) y se clausuraría en 1983. Llegó a producir el 20% de toda la energía que Londres necesitaba, pero a cambio resultaba muy contaminante para la ciudad. El primer arquitecto contratado para su construcción fue Theo J. Halliday (responsable también de las bellas terminaciones Art Decó del interior); sir Giles Gilbert Scott, miembro de una importante saga de arquitectos, fue incluido más adelante y es quien dio la forma final al edificio, popular y muy apreciado desde el primer momento. A este arquitecto debemos también la central de Bankside (que Herzog y de Meuron reconvirtieron en la Tate Modern) y el diseño de las icónicas cabinas telefónicas londinenses, sí, las rojas de toda la vida.
La central, monumento protegido, ha tenido desde su clausura numerosos novios, desde un proyecto para convertirla en un parque temático sobre la industria hasta otro que pretendía adaptarla como estadio para el Chelsea FC con una cubierta retráctil, pasando por un tercero que quería devolverle su función original como central de energía, esta vez de biomasa. Finalmente se ha impuesto un ambicioso proyecto, cómo no, urbanístico diseñado por Rafael Viñoly (el del Walkie-Talkie) con capital malasio que pretende la construcción en siete fases de un gran complejo de oficinas, zonas de ocio y viviendas en el que vivirán y trabajarán en torno a 50.000 personas cuando esté finalizado. La central, que se va a empezar a restaurar en breve, se convertirá en eje clave de la intervención.
Para la tercera fase acaban de fichar nada más y nada menos que a Gehry junto a Foster, dos pesos pesados de la arquitectura mundial que construirán en una de las zonas más importantes del complejo 1.200 viviendas distribuidas a ambos lados de una gran avenida; al oeste construirá el británico, al este el canadiense (que se estrena en Londres). La primera fase, de Ian Simpson Architects y dRMM (en la foto de abajo) ya está completamente vendida con precios que alcanzaron los 7 millones de euros para las viviendas más grandes (250 metros). Está previsto que se termine en 2016.
Hay que ver en lo que se ha convertido el símbolo de la decadencia británica en los 70. Algie no volverá a flotar por aquí. En Londres no saben de burbujas, entre el Tío Sam (tan orwelliano, por cierto, también) y los tigres asiáticos, the sky is the limit. Igual que nosotros, o sea. La burbuja porcina nos estalló en plena cara y aún no sabemos cómo ha sido. Pero tranquilos, que en un par de telediarios ya volveremos a hinchar otra ¿Para cuándo un estilo de vida menos inflado? Para cuando los cerdos vuelen, por supuesto.
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ResponderEliminarInteresantísimo proyecto que como dices lleva tiepo gestándose. Hay bastantes imágenes del proyecto circulando por ahí. Uno de los grandes discos del grupo.
ResponderEliminarY un edificio, la central, curioso, no sé, tiene algo muy orwelliano, como amenazador y totalitario. Me transmite el mismo feeling que el hoy Ministerio de Sanidad, el bloque de Oiza en la M-30 o el edificio IBM de Fisac en Madrid. Un saludo!
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