"Entendí que debía hacer un preámbulo a las esculturas en un lugar que es principio y fin de la ciudad... como un símbolo de la unión de la ciudad con la naturaleza. De una ciudad que termina en un absoluto que es el mar...
Busqué una similitud de tratamiento de ambos extremos de la herradura de la Concha, al menos en un concepto de ingeniería de la ciudad, de una ingeniería que es arquitectura... donde la piedra está tratada por los canteros de forma arquitectónica, como los sillares de un palacio renacentista...
San Sebastián es una ciudad hermosa porque ingeniería y arquitectura no se han separado. Esto se puede ver en la misma Concha, en Cortazar, el ganador del proyecto del ensanche, cuya obra se limitó en su mayor parte a viales y traídas de aguas, en el arquitecto Alday, ejecutor del Paseo Nuevo alrededor del monte Urgull... Planteé la plaza, también, teniendo en cuenta un viejo colector, con esa cuestión de la ingeniería de la ciudad que se convierte con el tiempo en ciudad... y de lo desechable que en su evolución se convierte de nuevo en algo vital...
La obra señala una relación en la forma de actuar en la ciudad que tiene mucho que ver con los románticos alemanes, especialmente con Novalis. Estos pensadores entendían que la naturaleza no era algo a explotar, sino que había que comprenderla e interpretarla. Esta obra es una metáfora de esa actitud respecto a la ciudad...
En cuanto al material, ya que las canteras aquí han desaparecido, tuve que elegir entre el adoquín de la Sierra de Gredos y el granito rosa Porriño... En los muros de la Concha, donde no hay voladizo, el material es rosado, de piedra de Vera de Bidasoa. El Porriño es el que más se le acercaba... Un elemento único, el adoquín, de sección fija y longitud variable, proporciona la unidad de material y de número que garantiza las proporciones dentro de la escala de las esculturas..." (Luis Peña Ganchegui).
"En este libro sostengo que el auge de la abstracción en la arquitectura no consiste en la forma visible de un edificio (su apariencia), sino más bien en la forma que se produce, especialmente en la forma en que la exactitud de la medición se ha aplicado sistemáticamente a la construcción para controlarla y separar el trabajo intelectual del manual. (....)
Como ha observado Alfred Sohn-Rethel, es precisamente el dominio de la geometría para gobernar la tierra y construir infraestructuras de gran tamaño lo que aumentó la brecha entre el trabajo intelectual y el manual, y subordinó este último al primero. (...)
En su libro El nomos de la Tierra, Carl Schmitt sostiene que cuando la comprensión mítica de la tierra fue suplantada por la ciencia, los agentes de apropiación comenzaron a trazar líneas a escala global. Estas líneas fueron fundamentales en la subdivisión del mundo por las potencias europeas en los grandes dominios geográficos del norte, sur, este y oeste. La red de meridianos y paralelos a través de los cuales el mundo se hizo científicamente inteligible eran líneas trazadas no solo como un sistema de orientación geográfica, sino también como una vasta subdivisión de tierra por conquistar y explotar. La exploración geográfica y la representación cartográfica que reforzaron estas líneas constituyen la escala última de la apropiación colonial, que se reproduce continuamente en las innumerables líneas que aún subdividen el mundo en recintos interminables: campos, calles, plazas, casas y habitaciones en las que habitamos en la actualidad". (Pier Vittorio Aureli).
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