"En su libro Delle fortificationi (1597), el destacado ingeniero militar del siglo XVI Bonaiuto Lorini (...) insitía en que el dibujo, y no la escritura, captaba de manera efectiva la extrema complejidad del diseño militar. Esta afirmación fue bastante conflictiva, dado que, desde Alberti y durante todo el Renacimiento, el texto escrito era el recipiente más seguro para el conocimiento arquitectónico. Es bien sabido que Alberti excluyó el uso de imágenes de De re aedificatoria.
(...) Sobre todo, el diseño militar obligó al arquitecto a centrarse en la eficiencia más que en la belleza.(...) El creciente negocio del diseño de fortificaciones -y todo el complejo militar-industrial que comenzó a florecer en Europa y sus colonias en el siglo XV- debe entenderse como parte integrante de un vasto proceso de desposesión de los medios de producción de los artesanos y de financierización de la arquitectura. Al industrializar su diseño y construcción en unos términos que carecían de precedentes, el diseño militar resultó decisivo a la hora de preparar la arquitectura para su mercantilización por parte del capital. Esta cosificación radical de la arquitectura mediante un diseño militar avanzado fue acompañada por diferentes evoluciones en la propia teoría arquitectónica, donde las concepciones metafísicas de la belleza fueron desplazadas por una actitud más pragmática hacia la construcción". (Pier Vittorio Aureli, Arquitectura y abstracción).
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