viernes, 1 de marzo de 2024

La ciudad equilibrista

 Sí, era Cuenca. El pedrusco que te colocaba en primer plano en la primera de las fotos, y que podrías pensar que estaba ahí para tapar el edificio, que también, era una pista clave. Te pongo más fotos de los inmuebles en cuestión y resolvemos.



El primero es un auditorio que lleva desde hace un par de años el nombre del conquense más universal, José Luis Perales, quien llamó a esta ciudad de rocoso poderío la ciudad equilibrista y montó su estudio de grabación sobre la hoz del Huécar siguiendo acaso la estela de otros artistas liderados por Fernando Zóbel que en los 50 quedaron prendados de estos dramáticos acantilados que perfectamente podrían haber sido cincelados por Oteiza. Firma el edificio José María García de Paredes al que Arquia dedicaba la pasada semana un evento en su sede con ocasión de la presentación del libro Escritos sobre arquitectura y arquitectos, evento al que llegué tarde para inscribirme por lo que me quedé compuesto y sin plaza. Lo sentí porque lo presentaba Eduardo Prieto, el arquitecto filósofo del que he disfrutado artículos y libros varios, lo que me habría permitido verle en vivo. Virtualmente ya lo conocíamos porque vi una conferencia suya en la March (mientras friego, ya sabes) colgada en Youtube, te la enlazo con mi muy encarecida recomendación. Prosigamos. Todo el mundo sabe que García de Paredes es un experto en auditorios musicales y que en el más famoso (el de Granada) trabajó con uno de los mejores especialistas en acústica del mundo, Lothar Cremer, quien había colaborado con Scharoun en la nueva Philarmonie de Berlín nada menos. Todos sabemos también que García de Paredes casó con una sobrina de Manuel de Falla, de donde probablemente le venga dicha predilección por la música, disciplina a la que gusta de comparar con la arquitectura como podemos observar en el discurso para su ingreso en la RABASF, leído en 1986 (Paseo por la arquitectura de la música), donde cita al músico gaditano: "Mi trabajo de compositor no es tan misterioso como usted imagina: podría compararse al de un escritor que fuera a la vez arquitecto". El texto, que está en el libro que te comentaba, es técnico y árido por momentos pero también incluye curiosas anécdotas. Siempre banales, te hemos escogido la más trivial: la sorpresa que el mencionado Cremer se llevó al investigar en los 60 la increíble acústica del teatro de Epidauro: "Nos encontramos con un misterio acústico que somos incapaces de explicar: tan pronto como comenzaba la representación, las chicharras, que hacían un ruido tremendo desde los árboles próximos, paraban de repente su canto". ¿Habrán evolucionado las chicharras de la Argólida tras más de dos mil años escuchando representaciones de generación en generación hasta aprender a respetar la música y las actuaciones? ¿Habrán devenido chicharras melómanas? Pasmoso. Rápido inciso: la ópera de Bayreuth diseñada por Wagner toma como referencia Epidauro. Volviendo al presente y al José Luis Perales (hermano pequeño del Auditorio Nacional de Madrid, también de García de Paredes) y por dar un apunte personal más allá del copypaste, diremos que el edificio (que vimos solo desde fuera) nos resultó frío y distante en un primer momento, cortante en sus aristas tajantes, pero al acercarnos observamos que no había para tanto. Se nos antojó eficaz pero sin alardes, resolutivo pero sin carisma, desconcertante en su estilo (¿moderno tardío? ¿postmoderno? ¿antimoderno? ¿ninguno de los anteriores? ¿todos?), ajeno a su entorno por timidez o ensimismamiento y equilibrado pero anodino. Nos sentimos tan identificados con él que nos cayó bien de inmediato. Terminaremos diciendo que se trata de un edificio póstumo que debió ser acabado por el yerno de García de Paredes, Ignacio García Pedrosa (del que hablábamos hace un par de entradas) tras su muerte repentina en 1990. Él y su socia y esposa, Ángela García de Paredes, tienen también en Cuenca la intervención en la iglesia de San Pablo para crear el Espacio Torner, dedicado a uno de los artífices del Museo de Arte Abstracto de Cuenca junto a Zóbel. Un último apunte para señalar que Ángela ha seguido los pasos de su padre y el año pasado fue elegida académica de la RABASF, candidatura presentada por el compositor y director Tomás Marco y los arquitectos Luis Fernández-Galiano (quien leyó la laudatio) y Juan Navarro Baldeweg, casi nada. 

Un párrafo mínimo muy cogido por los pelos te voy a insertar aquí si me lo permites. La estación del AVE de Cuenca, de nombre Fernando Zóbel, nos llamó también la atención en nuestro viaje. De muy moderna factura (2010), incorpora en su fachada una suerte de celosías en acero corten. Me ha sido prácticamente imposible encontrar el nombre de su arquitecto, sólo en una web de Avlo se menciona a Rafael de La-Hoz (no nos extrañaría teniendo en cuenta el gusto del cordobés por las celosías en todas sus variantes; es cierto que en la página oficial del arquitecto no aparece pero tampoco sería una prueba definitiva ya que no es infrecuente que los grandes estudios se olviden de hacer mención a sus obras más menores). Con todo sería bonito en términos de salseo que fuera obra de de La-Hoz ya que su padre trabajó precisamente con José María García de Paredes en el Colegio Mayor Aquinas en Madrid, premio nacional de arquitectura en 1956. Cierro ya, siempre agradecido por tu paciencia. 





El segundo edificio misterioso de la capital castellano-manchega no es otro que la hoy biblioteca estatal Fermín Caballero que fue diseñada en 1957, aunque hasta el 65 no fue inaugurada, por Miguel Fisac nada menos, probablemente nuestra mayor estrella arquitectónica de aquellos años. El de Daimiel, todos sabemos cómo es él, nos ofrece una fachada racionalista de grandes ventanales corridos pero a sus espaldas la contrapone a un opaco bloque prerrossiano para depósito de libros tan solo horadado con rítmicos ventanucos y le añade igualmente en la parte trasera un volumen redondeado que aloja un salón de actos. Además, a la fachada corbuseriana me le adosa un voladizo abracadabrante y equilibrista, trasunto moderno de las famosas Casas Colgadas, aunque él lo justifica más bien como una rebelión ante los urbanistas que decidieron aplanar un cerrillo que justo allí existía y que hubiera permitido unos juegos volumétricos más interesantes:"Es una pena que una concepción ramplona de un urbanismo trasnochado no nos haga posible jugar con la adaptación al terreno de tan gloriosa tradición en Cuenca, teniendo que someternos a la vulgar ubicación del edificio en un solar plano entre calles que nos impone la urbanización del solar de que disponemos. Sólo como rebeldía a esta inadmisible concepción, nos ha parecido oportuno presentar, más como un recuerdo simbólico que como una realidad necesaria, una zona colgada en la planta cuarta…" (más fotos e información)De todas formas, querido lecteur, si a este enigma que te planteábamos has respondido con Fisac y ya, debo darte solo la mitad del punto puesto que el edificio que hoy vemos es el resultado de una profunda renovación llevada a cabo por Luis Arranz allá por el cambio de siglo. Arranz respeta con tino la fachada más visible con su volumen saliente, pero reforma totalmente el salón de actos posterior, apenas utilizado, para ganar espacio para la biblioteca y agranda tanto el depósito de libros como el ala opuesta del edificio con el mismo fin, añadiendo finalmente las preceptivas escaleras de incendios. En el 2018 el mismo estudio vuelve a visitar el edificio para labores de conservación por lo que hoy en día luce como nuevo. Ya puestos decir que Arranz, arquitecto experto en bibliotecas al que desconocíamos, nos ha sorprendido por la variedad de estilos que practica, desde brutalismo inglés hasta minimalismo miesiano pasando por la indescriptible biblioteca que levanta en Vallecas y que resulta que conocía (imposible olvidarla), un cruce inverosímil entre Libeskind, Koolhaas y Rogers (juzga tú mismo) acaso resultado de otra rebelión, contra el ladrillo en este caso, que buscaría enfrentarse al tsunami cerámico que le rodea (los totémicos bloques de Manuel de las Casas y compañía). Tras estas 6 oraciones de relativo en cadena, creo procedente cerrar párrafo e incluso entrada. Dejamos el último edificio para una próxima ocasión.

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