sábado, 23 de marzo de 2024

Abstracciones (2)


 "Una hoja, con miles más, es un color, una forma; seca, podrida, es una abstracción. El arte abstracto es -por donde- realista. Sin embargo, ¿qué es el realismo al uso? Una ceguera, el arte del miope, de cuerpo y alma. La arquitectura, arte abstracto, es, puede ser, natural; estudiar la naturaleza es bueno para el arquitecto. (...) Pensemos lo que somos y acertaremos al hacer nuestra arquitectura". Seguimos con Alejandro de la Sota, esto decía en una conferencia dictada en Madrid en 1956. Hoy lo queremos emparentar con Harquitectes, el estudio de Sabadell que lleva ya más de 20 años empeñado, como de la Sota, en extraer la esencia de la arquitectura, ese "escollo puro" al que tan difícil nos es llegar porque vivimos dominados por la retina, como no para de repetirnos nuestro mayor profeta en el desierto sobre este tema. La dictadura de la imagen arquitectónica nos impide profundizar en lo que realmente importa, nos vuelve, qué paradoja, miopes, ciegos; así lo explican los catalanes: "Salir de esta espiral que nos expulsa hacia lo superficial resulta cada vez más difícil pues vivimos inmersos en una cultura arquitectónica dominada por la representación y, por tanto, la respuesta más fácil resulta siempre proyectar desde esa representación visible y situarse en una posición cada vez más alejada de la vivencia real de los espacios y sus rituales". Partiendo de una cita de Peter Brook, el revolucionario director de teatro británico que se dedicó a buscar, como nuestros protagonistas en arquitectura, la esencia más básica del hecho teatral: "¿Puede hacerse visible lo invisible mediante la presencia del intérprete?" (en El Espacio vacío), los cuatro integrantes de Harquitectes han emprendido un fascinante viaje a la esencia de la disciplina que para ellos radica, simple y llanamente (como dijo Roger Tudó, uno de los socios, en una charla para la GSD), en crear edificios que proporcionen experiencias agradables en su interior. ¿Cuántas veces se juzga un edificio por cómo luce en las fotos sin haber ni siquiera entrado en él? Para ello crean ambientes que están en contacto con el exterior y la naturaleza (como nos pedía de la Sota), en los que los espacios intersticiales son clave, y donde el confort térmico es fundamental, surgiendo al fin ese momento mágico en el que lo invisible se hace palpable (la "vivencia subjetiva y ambiental del espacio") en pos de una arquitectura "fisiológica" frente a la "metafísica" que propugnaba la modernidad heroica. "Tal vez la brecha entre lo proyectado y la vida sea una tara intrínseca del proyectar. O puede que sea aún mejor: tal vez la Arquitectura aparezca precisamente en ese mágico espacio e instante", esto no lo dicen Harquitectes, sino nuestro mayor guardián de lo cotidiano. La toma de decisiones en el proyecto constructivo de los sabadellenses a menudo tiene más que ver con cuestiones térmicas que estructurales, y siempre recurriendo a una tecnología completamente natural, nunca mecánica. Es obvio que están haciendo, como dice Fernández-Galiano en un AV dedicado a ellos, la arquitectura que hoy debe hacerse (Jaume Prat va más allá, reclamando para ellos el Pritzker al hilo de la última casa del cuarteto). "La importancia de la arquitectura no es otra que la del ambiente que crea", otra de las frases lapidarias de don Alejandro, podría muy bien ser el lema del estudio catalán. No diremos que se refería al Pabellón alemán de Barcelona, porque la modernidad ya no es referente de estos arquitectos (la Farnsworth con sus engañosas transparencias está demasiado expuesta como para invocar lo invisible) salvo acaso en su voluntad de crear un mundo mejor, otra forma de vivir más saludable. Los interiores pulidos, lujosos y fríos del cantero de Aquisgrán dan paso en los de Sabadell a exteriores (e interiores) que se dejan sin revestir, en un afán al principio de abaratar costes pero que después de ha convertido en santo y seña del estudio. Podríamos conectarlo de nuevo con Peter Brook (si me permites que recargue aún más el párrafo) cuando habla del Teatro tosco (Rough Theatre), el actor no debe preparar su personaje construyendo sino demoliendo, utilizando una interesante metáfora arquitectónica: "La preparación de un personaje es exactamente lo opuesto a construirlo; es demolerlo, quitar ladrillo a ladrillo todo lo que constituye la musculatura del actor, las ideas e inhibiciones que se interponen entre él y su papel, hasta que un día, como una poderosa ráfaga de aire fresco, el personaje invade todos sus poros". Los edificios de Harquitectes, de tan despojados, dan la sensación de estar inacabados, con una estética povera que provocará rechazo entre minimalistas fake (v. Pawson) pero en los que la materia (un simple muro de ladrillo en el que se entremezclan distintos tipos como podemos ver en la casa 1014, que igual puede recordar a Muuratsalo) deviene casi arte; así lo explican ellos: "...descubrimos que estas estructuras murarias sin revestir, que dejaban vistos elementos convencionales fabricados para ir revestidos, eran mucho más hermosas y expresivas que si quedaban ocultas tras enfoscados o enyesados. No se trataba de una belleza abstracta, sino de una belleza fruto de su participación en la experiencia del espacio y de introducir su propia historia material en el comportamiento del edificio". De lo abstracto hemos llegado a lo concreto, lo real (aunque para don Alejandro es lo mismo; a saber, yo ya me he perdido). 

De la Sota, como mencionábamos en la entrada anterior, hablaba de la honrosa orfandad que sentía tras ver morir a sus ídolos heroicos y contemplar cómo surgían las voces críticas contra la modernidad de Rossi o Venturi y Brown (lo que unido a su fracaso en la obtención de la cátedra en la Escuela de Arquitectura madrileña le llevó a su famoso "arresto domiciliario" autoinfligido). Iñaki Ábalos, en un artículo en la monografía de AV mencionada, habla de la doble orfandad del arquitecto contemporáneo, que no puede ya recurrir a los arquitectos modernos ni tampoco a la arquitectura vernácula, denostada por simplista y reaccionaria en un mundo tan denodadamente complejo (v. Jaque), pero acaba su artículo indicando que el trabajo de Harquitectes permite abrigar la esperanza de una verdadera superación de esa orfandad duplicada. Terminamos como empezamos, con don Alejandro: "Un buen día dejé de trabajar y procuré pensar libremente en lo que hacía y se hacía. Ese mismo día empezaron a desprenderse tantos añadidos que a cualquier pensamiento serio sobre arquitectura se abrazaban, se pegaban como auténticas lapas, crustáceos. El resultado limpio era atractivo y pensé que también podría llamarse Arquitectura, tal vez arquitectura, y disfruté con esa a minúscula ya que me bastaba para resolver los problemas que siempre la arquitectura tuvo que resolver: la ordenación del mundo donde desarrollamos nuestra vida." (En la foto, intervención de Harquitectes en el edificio de la Lleialtat Santsenca). 

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