Sorprende no me digas este escalón huérfano todo blanco él. ¿Será el blanco moderno, el vernáculo o el minimal? ¿Pudiera ser los tres a la vez? Qué difícil es esto de la modernidad.
Emilio Tuñón, sí, el de la galería de Colecciones Reales, entrevistó a los arquitectos de este escalón rebelde, de los que dijo que sus arquitecturas "están hechas de poesía y nada".
Es quizá por ello que en 2017 recibieran un premio con el nombre del poeta más prestigioso de su país, quien en uno de sus poemas dejó dicho que las aristas le miraban fijamente y las paredes lisas le sonreían, versos que parecen pensados ex profeso para nuestros arquitectos. La cita la descubro en un artículo escrito por el mismo caballero para el que Emilio Tuñón, sí, el de la galería de Colecciones Reales, hizo la laudatio en su reciente despedida profesional.
En la justificación del poético premio previamente referido se dice:" En la restauración de edificios es raro que provoque rupturas pero no cede al mimetismo fácil, consiguiendo establecer una continuidad entre pasado y presente", algo de lo que el escalón albo es ejemplo palmario.
Son arquitectos muy arraigados en su tierra pero en un país multicolor, donde se esconde un espectro patrio que de pronto ha recobrado vida tipo Shakespeare, erigieron una facultad de arquitectura en la que, acaso como símbolo máximo de la disciplina, diseñaron un marco con tejado a doble vertiente tipo Rossi pero vaciado (tipo Oteiza), rasgos recurrentes en su obra.
Aunque suizos no son, frecuentan el país helvético para impartir clases en una universidad en la que coinciden (colisionan acaso) con Valerio Olgiati, también profesor allí y autor del libro Non-referential architecture, que parece (no lo he leído, aunque conozco perlas en él del calibre de "un edificio existe solo para sí mismo") promover justo lo contrario de lo que defienden nuestros misteriosos protagonistas, que suelen buscar con ahínco una arquitectura esencial de formas básicas (en el escalón paralelepipédico de hoy acaso pueda resumirse toda la modernidad heroica). Quién sabe (se viene ocurrencia-sandez, quedas avisado) si la villa que para sí se hizo Olgiati en el país de nuestros arquitectos y para más inri en la misma región donde han construido numerosas casas, no es un solapado ataque a la casa arquetípica, y a nuestros protagonistas de paso, con su tejado como reventado tras implosión, cual tapas abiertas de una monumental caja de cartón.
¿Adivinaste ya los autores de este escalón último? Con las generosas pistas no tendrás difícil salir airoso de la prueba. Nosotros nos despedimos ya no sin desearte un merecido descanso veraniego.
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