La mencionada entrevista entre Tuñón y los arquitectos hermanos para El Croquis merece comentario aparte. El contenido es realmente interesante, así la pregunta que el madrileño les hace sobre el pórtico de la facultad de arquitectura que mencionábamos en la anterior entrada, que no es otro que el de Tournai -si eres tintinófilo te sonará el nombre, allí está la sede de Casterman, la editorial del aventurero periodista-: ¿Rossi o Venturi? A lo que responden, ecuménicos, que tú mismo; o la relación que Tuñón establece entre los muros excavados de la Casa da Música y los que horadan muchas de las construcciones de los lisboetas, etc. Pero lo que sobre todo nos ha dado que pensar es las múltiples coincidencias que unen a ambos estudios. Tuñón y Mansilla no eran hermanos, pero trabajaban en una consonancia casi mayor que los lisboetas:"Luis Moreno Mansilla tenía un hermano gemelo con el que era fácil confundirlo y un socio fraternal en casi todo diferente..." comienza el bellísimo obituario que le dedicara Fernández-Galiano; siempre se me olvida que Mansilla ya no está con nosotros, pero en las fotos de entrevistador y entrevistados en el estudio del madrileño que ilustran la conversación nos parece sentir la presencia del desaparecido Luis participando en la charla (cuánta tristeza hay en esa fatal asimetría que muestran las imágenes, de esas tres personas que deberían ser cuatro). Ambas parejas trabajaron curiosamente el mismo número de años (diez) con prestigiosos arquitectos que les dejarían marcada huella (los madrileños con Moneo, dirigiendo obras tan importantes como Atocha o la renovación del Thyssen, los lisboetas con Gonçalo Byrne, junto al que diseñaron el proyecto que quedó segundo en el concurso del centro cultural de Belem que a la postre, no sin intenso debate, ganaría Vittorio Gregotti). Mansilla y Tuñón estrenan su primera obra en solitario (el museo de Zamora) en 1998, el mismo año que Aires Mateus fundan su estudio. Solo un año antes se habían conocido, en un encuentro luso-español de arquitectura auspiciado por Moneo y Siza en Lisboa. En 2003 los lisboetas participarían también en el número 131 de CIRCO dedicado, como no podría ser de otra manera, al tiempo, en cuya portada aparece la iglesia de Biet Ghiorgis en Etiopía, excavada sobre el terreno, haciendo acaso alusión a la extracción y al vacío, igualmente señas de identidad del dúo. Cita de rigor: "Esta tentativa de resistencia al paso del tiempo, de supervivencia al curso de la historia, suscita la existencia de una esencialidad primordial y se constituye como hipótesis de intemporalidad o de eternidad que es, de algún modo, la ambición de toda arquitectura". La esencialidad que ellos buscan en las formas arquetípicas (la casa con tejado a doble vertiente) y en el color blanco, vernáculo y moderno a la vez, antiguo y nuevo al mismo tiempo. Y concluyen citando a Marc Augé (volvemos a la ruina):" 'Contemplar una ruina no equivale a hacer un viaje por la historia, pero sí a notar la experiencia del tiempo, del tiempo puro'. Tal vez sea esto lo que nos conmueve y atrae tan profundamente, que desearíamos construirlo desde el principio en ese estado". No procede teniendo en cuenta nuestra epidérmica condición ponernos a comparar las arquitecturas de ambos estudios, pero sin duda sería interesante establecerlas. Acaso la más obvia sería el uso mágico y lírico de la geometría para crear piezas intemporales que a menudo bordean el land art.
No podíamos terminar sin desvelar uno de los enigmas que planteábamos en la entrada anterior, el que tenía que ver con un importante premio que llevaba el nombre de un poeta (y una cita del mismo poeta a cargo de Fernández-Galiano en la monografía que AV dedicara a Aires Mateus). Es, claro, el principal poeta luso, Fernando Pessoa. Despejada ya la duda que te mantenía insomne por noches sin término deja que le dedique un par de lineas a dos inexplicables misterios sobre el tal galardón. El primero: no entendemos que se concediera sólo a Manuel y no a Francisco; el segundo: los únicos arquitectos que lo han recibido en su historia (que se inicia en 1987) son, aparte de Manuel, Souto de Moura (1998) y Carrilho da Graça (2008). ¿A qué esperan para dárselo a Siza? Por cierto, y ya te prometo que concluyo, te contaré que Pessoa ha sido inspiración para un recientísimo taller artístico (Los recuerdos son siempre geométricos) de Soledad Sevilla nada menos en el Helga de Alvear (sí, el mismo museo de Mansilla y Tuñón del que traíamos fotos hace poco), donde también tiene obra expuesta en una muestra junto a otras artistas. Sevilla ha llevado a Cáceres un conjunto de pinturas que ya presentó el año pasado en Madrid y se inspiran en El libro del desasosiego de Pessoa. Para el taller en concreto la artista, que gusta, como veíamos en Judd, de la repetición seriada, se inspira en los azulejos cerámicos que recubren las fachadas de los edificios de Lisboa para construir una gran instalación donde los trazados de la geometría son los protagonistas, volvemos pues a las geometrías poéticas y a la repetición acaso obsesiva que nos llamó la atención en la Galería de Colecciones Reales y vemos igualmente en las obras de Aires Mateus. Tendremos también que citarla, que remedio: "Con la utilización reiterativa de la línea intento crear un ambiente mágico, móvil y envolvente, lleno de luz y penumbra". El Kubo Kutxa de San Sebastián (en el Kursaal) albergó hasta hace un par de meses otra exposición suya que de nuevo tenía a Pessoa como fuente de inspiración, Mi propio paisaje, nombre extraído de un poema del autor portugués, Não sei quantas almas tenho. Una de las series de trabajos en dicha exposición llevaba por nombre Arquitecturas agrícolas, que de nuevo nos ha recordado a la fachada de la Galería de Tuñón (sus surcos labrados) y a, cómo no, Koolhaas. Su estudio, en el campo granadino, replica las geometrías presentes en las paredes perforadas de los secaderos de tabaco típicos de la zona. Decir en apunte telegráfico que Sevilla fue en los 60 pionera en el uso de los descomunales ordenadores de IBM entonces alojados en el edificio de Fisac en la Castellana madrileña (todo un alarde tecnológico en sí mismo) para la creación artística, aunque hoy la artista los recuerda por su lentitud y la necesidad de recibir continua asistencia de los expertos del Centro de Cálculo de la Complutense (uno de los cuales quizá fuera José Miguel de Prada Poole, el arquitecto pionero en estructuras neumáticas que se convertiría en su cónyuge). Se le considera también la primera artista española en crear una instalación, en las fachadas del MIT nada menos, en 1980 mientras disfrutaba de una beca en Harvard. Sevilla, valenciana, ingresó el año pasado en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos con un discurso que tituló Lo que no perece.
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